Natalia de Molina llega a nuestra producción de portada como cualquier chica de su edad: sin rastro de maquillaje, vaqueros, botas bajas y una mochila en la que cabe un mundo. Nadie diría que, tras esa apariencia de vecinita de al lado, se esconde una de las actrices más aplaudidas y premiadas del momento. Su carrera  le ha traído papeles inolvidables, como Rocío, la madre soltera de Techo y comida, con la que ha obtenido el premio Goya a la mejor protagonista. O Belén, la joven que huye de su pasado en Vivir es fácil con los ojos cerrados, que le dio su primer cabezudo como actriz revelación. Ahora presenta Kiki, el amor se hace, a las órdenes de Paco León. Y próximamente volverá a hacernos reír con Los del túnel, una comedia junto a Arturo Valls. Está claro que Natalia de Molina tiene un prometedor futuro por delante, aunque de su presente tampoco se pueda quejar.

Rebelde, sofisticada, deshinibida... La versatilidad de Natalia está fuera de duda. En la imagen, lleva chaleco de Ash Studio Paris; sujetador de Eres; falda metalizada de Just Cavalli, pendientes en forma de cruz de Suárez y gargantillas de Agatha Paris. © Juan Manuel Macarro / Estilismo: David García Miras y Sofía Stein.
Rebelde, sofisticada, deshinibida… La versatilidad de Natalia está fuera de duda. En la imagen, lleva chaleco de Ash Studio Paris; sujetador de Eres; falda metalizada de Just Cavalli, pendientes en forma de cruz de Suárez y gargantillas de Agatha Paris. © Juan Manuel Macarro / Estilismo: David García Miras y Sofía Stein.

Gustas a los directores, al público, a la crítica… ¿Te sientes desbordada por todo el interés que originas? 

Desbordada no, porque esto es lo que me apasiona. Trabajo muy duro y sé que unas veces las cosas salen bien y otras no. Pero estoy tranquila porque en cada proyecto lo doy todo, no sé hacerlo de otra manera. También me siento orgullosa de todas esas cosas buenas que últimamente me están pasando.

¿Cómo llevas la etiqueta de ser “la actriz del momento”?

Es un halago porque entiendo que lo dicen como piropo. Aunque, sinceramente, no creo que esté de moda. He hecho cosas muy diferentes. Fíjate en Techo y comida, se trata de una película muy modesta, pero que creía necesario hacer, y hemos llegado hasta aquí gracias al esfuerzo. Con las modas, corres el riesgo de ser algo pasajero. Y yo lo que pretendo es trabajar siempre en esta profesión.

Entonces, ¿qué es el éxito para ti? 

Trabajar, así de sencillo. Tal y como están las cosas, todos los que estamos haciendo cine en estos momentos podríamos decir que tenemos éxito. Sacar adelante una película cuesta mucho, por eso el éxito es poder decir que, desde Vivir es fácil con los ojos cerrados, he participado en ocho películas.

En tu familia no todos estaban contentos con que te dedicaras a la interpretación, aunque tu hermana Celia también es actriz.

Quien no lo veía con demasiados buenos ojos era mi padre. Es médico y confiaba más en otro tipo de carrera. Nosotras estudiamos Arte Dramático, que también es una titulación superior, así que cuando se enteró de que era una licenciatura y que hasta podíamos hacer oposiciones, se quedó más tranquilo. Ahora tendrías que verlo… está anchísimo de orgullo.

La culpa de que seas actriz es de la mismísima Marilyn Monroe. 

[Risas] Desde pequeña ya me encantaba. No me perdía sus películas en televisión, ni sus fotos en las revistas y, aunque yo no sabía ni quién era, me disfrazaba de ella. Con la edad, descubrí la mujer y la grandísima actriz que había detrás de ese icono sensual.

Aunque se reconoce una mujer con cierto pudor, Natalia no se deja intimidar por la cámara. Lleva vestido de Versace, sandalias de Pedro García y pulsera de Agatha Paris. Las sortijas y los pendientes son de Suárez. © Juan Manuel Macarro / Estilismo: David García Miras y Sofía Stein.
Aunque se reconoce una mujer con cierto pudor, Natalia no se deja intimidar por la cámara. Lleva vestido de Versace, sandalias de Pedro García y pulsera de Agatha Paris. Las sortijas y los pendientes son de Suárez. © Juan Manuel Macarro / Estilismo: David García Miras y Sofía Stein.

También te declaras una fan devota de Gena Rowlands…

¡Es que era increíble! La descubrí en las películas dirigidas por su marido, John Cassavetes. Sigo poniéndomelas para aprender, porque me parece que son una estupenda clase magistral. Lo mismo me ocurre con Anna Magnani. Ellas dos y Marilyn, tan diferentes, son quienes me inspiran.

¿Y cómo llevas lo de la alfombra roja, las sesiones de moda y estas cuestiones de imagen?

Al principio lo llevaba peor porque soy timidilla. Mi trabajo como actriz es interpretar un papel, pero cuando estás en una producción, en la alfombra roja o contestas una entrevista, eres tú misma. Poco a poco, vas aprendiendo a desenvolverte, porque es algo que no te enseñan en la carrera… Sin embargo, también es una parte del trabajo. La moda no me obsesiona, pero me gusta. Para mí es también un arte. Aunque no estoy de acuerdo con la presión que la sociedad ejerce sobre las mujeres para seguir determinados modelos estéticos. Afortunadamente, cada vez hay más conciencia sobre este tema.

Te reconoces como tímida y vergonzosa; sin embargo, como actriz te lanzas sin red a aquello que te da miedo o coraje… ¿Te gustan los retos?

Lo que me produce más vértigo es lo que más me gusta hacer. Porque en cada reto salgo crecida como persona. Esa es mi razón para ser actriz: me gusta enfrentarme a cosas que no controlo, y mi trabajo me permite explorar cómo son otras personas y otras realidades muy distintas de mí.

¿Quizá por eso hiciste burlesque?

[Risas] Sí… Cuando me llamaron para participar en Vivir es fácil con los ojos cerrados, estaba haciendo cabaret burlesque en un teatro de Madrid, La Mirilla. Para interpretar mi papel, me inspiré en Dita Von Teese, en la propia Marilyn Monroe y en la pin up por excelencia, Bettie Page. En un principio, con solo 21 años, no me hubiera imaginado haciendo algo así, porque era una exposición física muy grande. Sin embargo, quizá mucho de lo que he conseguido después ha sido gracias a esta obra, de la que aprendí cosas como por qué tenemos tantos miedos, si todos hemos venido al mundo desnudos… Si te das cuenta, estamos comiendo mientras vemos el telediario y nos parece normal ver a alguien muriendo, pero de repente sale una mujer con el pecho desnudo y todos parecemos escandalizarnos…

Natalia lleva vestido de rodarte para & Other Stories y gargantilla de Joaquín Berao. © Juan Manuel Macarro / Estilismo: David García Miras y Sofía Stein.
Natalia lleva vestido de rodarte para & Other Stories y gargantilla de Joaquín Berao. © Juan Manuel Macarro / Estilismo: David García Miras y Sofía Stein.

Esa experiencia te habrá servido a la hora de rodar Kiki, el amor se hace, una película bastante desinhibida sobre algo tan natural como el sexo, dirigida por Paco León.

Trabajar con él era un sueño: conecto completamente con ese humor suyo tan inteligente. Leyendo el guión te juro que no podía dejar de reírme. Creo que hacen mucha falta películas así. Defiende que todos somos diferentes, pero que somos humanos, y que lo que realmente importa es hacer el amor y no la guerra… [risas]

Cuando toca hacer llorar, nos haces llorar, pero basta con ver esta comedia para darnos cuenta de que eres capaz de arrancar carcajadas. 

Disfruto por igual en todos los géneros. Como actriz y como espectadora, me gusta el cine y aquellas películas que se quedan contigo, sean del género que sean. Y confieso que también me gustaría hacer una película de miedo y de ciencia-ficción.

Las actrices más veteranas aseguran que en vuestra profesión hay que ponerse las pilas. En estos momentos, ¿puedes ya elegir lo que más te apetece hacer?

La verdad es que siempre he elegido porque nunca me ha dado miedo decir que no. Ni ahora ni antes. Hace falta reconocer que esta es una profesión difícil, en la que se trabaja mucho, en la que hay gente llena de talento que se queda por el camino, donde no todo es alfombra roja, que trabajamos con emociones… Además, nunca lo sabes todo, tienes que estar en continuo aprendizaje.

Se acerca el día de la madre y me niego a terminar esta entrevista sin mencionar a la tuya… En cada premio que recoges, ella tiene su parcela de protagonismo.

Es que me ha dado la vida y es lo más grande que tengo, la persona a la que más quiero en el mundo. Con la edad, y mira que soy joven, te vas dando cuenta de lo que supone una madre, del vínculo tan especial que crea llevar dentro a alguien. Mis padres se divorciaron cuando yo era pequeñita, y mi madre me crió. Para mí, ella es Dios. Y, en estos momentos, poder regalarle toda esta felicidad, que sienta que su hija está haciendo aquello que más desea, no tiene precio. Siento que regalarle una sonrisa es lo mejor que me puede pasar.

Entrevista publicada originalmente en el número de abril de Shopping & Style, (el último jueves de cada mes con El País).