El gimnasio. ¡Qué gran lugar!, ¿verdad? Cuatro paredes o las que sean que reúnen a multitud de personas en torno a dos objetivos comunes. Sudar sin perder la dignidad y mantener un mínimo de estilo. Retos mucho más complicados que el de entrar en esos pantalones que te quedaban de lujo allá por los ‘veintipocos’. Y Kendall Jenner sabe muy bien de lo que estamos hablando.

Y así de estupenda y ligera sale Kendall Jenner del gym. © Cordon Press.

«¿Sudar? ¿Quién ha sudado ahí dentro?», parece decirnos la modelo a la salida de su gimnasio en Nueva York  con ese recogido perfecto con la raya en medio. Y qué decir de su atuendo. Deportivo y cuqui a la vez. Aunque claro, a ver quién es la guapa a la que no le sienta bien esa sudadera de Stella McCartney para Adidas.

Envidias al margen, ha llegado el momento de hablar muy seriamente sobre una cosa. ¿Cómo es posible que yo vaya al gym con una mochila más grande que la que me llevé de Interrail y no me quepa nada, pero a Kendall Jenner  le sobre y le baste con este maravilloso bolso miniatura de Louis Vuitton?

De magia nada, chato. Aquí hay gato encerrrado.

Quizá la clave sea que su gimnasio no es ‘low-cost’ y que no tiene que llevarse su propia toalla ni su botella para beber agua de esa fuente que un día funciona y otro no. Puede que también influya el hecho de que tendrá una taquilla más grande que el salón de tu casa y allí podrá meter más cosas que las que salían del bolso de Mary Poppins. ¡Ay, Kendall! Afortunada tú por poder ir ligera cual pluma de oca de nórdico caro al gimnasio. Y claro, así puede ella terminar su sesión fitness y, sin cambiarse de bolso, hacerle una visita a Gigi Hadid en su apartamento de Tribeca.

Y lista para una tarde de amigas. © Getty Images.

Lujos de celebrities, queridas.