Moda
Así a primera vista, tú ves a George Clooney y dices para tus adentros (o bueno, para tus afueras también, porque total, él nunca lo va a oír): “este tío está muy bien así pasen los años [¿soy mi madre?], pero tiene pinta de ser un poco mala pécora en los temas amorosos”. Vaya, que debe de tener su corazoncito hollywoodiense como un auténtico témpano, que para que pase tanta gente por él uno tiene que hacer carrera de fondo. Pues no: es un osito de peluche que NO necesita que su señora, la única que ha conseguido llevarle al altar, le regale coches feos en negro mate, relojes del tamaño de su cabeza o viajes alrededor del mundo. Él, el George Clooney del que todas dudábamos, es mucho más sentimental QUE TODO ESO.
Amal Alamuddin (que desde ayer se hace llamar Amal Clooney, por cierto) se ha gastado 3.700 dólares en el presente en cuestión. Resulta que durante su (fin de semana de) boda en el Hotel Cipriani de Venecia, George se enamoró perdidamente de las copas en las que bebieron en una de sus múltiples celebraciones. Intentaron buscarlas por la ciudad pero con tanto evento lúdico festivo, tanto paparazzi y tanto ajetreo, no tuvieron ni cinco minutos para salir de compras, así que Amal ha aprovechado su reciente viaje a Europa por motivos de trabajo para hacer paradita en la ciudad italiana y conseguir el capricho de su señor marido.
Según informa el portal E! News, cada una de las copas cuesta la friolera de 100 dólares y, teniendo en cuenta que compró doce (porque su casa de ocho habitaciones a las afueras de Londres no merece menos), echad cuentas. Junto a ellas, un extra: 12 servilletas de seda y sus correspondientes servilleteros que añadieron 2.500$ más a la suma total. Dos. mil. quinientos. dólares en, al fin y al cabo, servilletas. SERVILLETAS.
En fin, todo es poco para su Clooney (no vaya a ser que se plantee el irse con otra y no llegue ni siquiera a acompañarle bajo el brazo a los Oscar). What else…?
