Con seguridad, en el momento que leas esta entrevista, tanto Timotheé Chalamet como Armie Hammer ya habrán hecho historia en la industria cinematográfica. A principios de este año, que ya tiene sus últimos días contados, ambos actores empezaron a sonar con fuerza gracias a una película presentada en el Festival de Sundance titulada Call me by your name, dirigida por el italiano Luca Guadagnino.

Los halagos provenían de todos los frentes hacia este pequeño e íntimo filme, sobre todo por las actuaciones de Timotheé y Armie. Ninguna de esas alabanzas exageraba. Meses más tarde, esta historia de amor es una de las favoritas para optar a todos los premios cinematográficos, incluyendo el Oscar y los Globos de Oro.

Basada en la novela homónima de André Aciman (publicada en 2007), Elio (Chalamet) es un chico de 17 años al que le gusta leer, tocar el piano, tontear con sus amigos, disfrutar de la soledad; mientras que Oliver (Hammer) es un estudiante universitario, cuyo tutor académico es el padre de Elio. Entre ellos surge un flechazo y el desarrollo de esa atracción, que traspasa la pantalla haciendo sentir hasta el aroma de las frutas, es lo que narra este filme que se desarrolla en 1983, en medio de la campiña italiana sumida en la pereza veraniega.

© Festival Internacional de Cine de Berlín / Sony

“Llámame por tu nombre, que yo te llamaré por el mío” («call me by your name and I’ll call you by mine»), de esta propuesta más en broma que en serio en boca de Oliver hacia Elio, surge el nombre de esta historia que sigue cautivando a la audiencia a su paso por las salas comerciales.

De los 21 años de edad de Timotheé Chalamet (Nueva York, 1995), cuenta ya con más de una década de experiencia: se inició con publicidad en eso de ponerse frente a las cámaras. Ahora cursa estudios en la Universidad de Columbia, pero obtuvo su formación de interpretación en el centro de educación Fiorello H. LaGuardia High School of Music & Art and Performing Arts. “Fue surrealista”, recuerda sobre sus primeras veces en televisión, cuando participó en series de renombre como Homeland.

© Festival Internacional de Cine de Berlín / Sony

Su ‘compañero de baile’, tal como se refirió Timotheé a Armie Hammer (Los Ángeles, 1986) al aceptar recientemente el reconocimiento como Mejor actor por parte del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York, se dio a conocer a través del filme La red social (2010, David Fincher), donde interpreta a los gemelos Winklevoss, quienes se querellaron con el (hoy todopoderoso) Mark Zuckerberg.

© Festival Internacional de Cine de Berlín / Sony

Desde hace varios meses Timotheé Chalamet y Armie Hammer están dando la vuelta al mundo para presentar la extraordinaria Call me by your name. Han protagonizado portadas y largos reportajes, han visitado el programa de Ellen DeGeneres y los late-night-shows más famosos de EEUU, y han desatado pasiones (¡de todo tipo!) en Twitter.

Sabían que tenían entre manos un material potente, todo un desafío desde el punto de vista interpretativo, pero la imaginación no les dio para el ‘aquí y ahora’ que están viviendo con este proyecto. Y, aunque para Timotheé y Armie la vida y las películas continúen, con Call me by your name todavía les queda un largo y buen camino.

 

P: Esta película se trata del primer gran amor, ¿es difícil recrear una experiencia tan fuerte como esa en el cine?

Armie: Creo que esos sentimientos y sensaciones son absolutamente ‘recreables’. Puedes tener esa experiencia a cualquier edad, si tienes 15 años y lo vives por primera vez o si eres mayor y lo experimentas por décima vez. Cada vez será algo especial, pero no hay nada como los sentimientos de la primera vez, cuando sientes el deseo, el flechazo, la conexión con el otro, el amor… Le entregas una parte de ti a esa persona y, cuando termina y cada uno hace su vida por separado, tienes la sensación de que algo de ti se ha ido también. En definitiva, aunque vuelvas a enamorarte, la primera vez siempre será especial. Eso es lo que se plantea en la película, más allá de que sean dos hombres… cualquiera puede establecer una conexión con esta historia.

P: ¿Tuvisteis alguna duda al enfrentaros a este amor entre dos hombres?

(Se sonríen, no es la primera vez, ni será la última que les hagan esta pregunta)
Timotheé: Claro, porque para un actor joven resulta muy extraño enfrentarte a un manojo de emociones; al leer el libro de André Aciman (en el que está basado la película) tuve claro que era una historia importante para contar, por el significado de la celebración del amor que nada tiene que ver con presiones o con otras cosas por el estilo, como las historias de amor a las que estamos acostumbrados a ver.

© Festival Internacional de Cine de Berlín / Sony

P: El deseo es el motor de acción de vuestros personajes, ¿cómo trabajaron con la concepción de ‘deseo’?

Armie: El deseo es una de las emociones que ha estado presente en la evolución de los seres humanos. Desde lo más primario como desear lo que tiene otra persona y cogerlo, o de querer comer algo en particular, hasta el deseo hacia una mujer… Por tanto el deseo constituye un importante motor de las emociones en nuestras vidas. En esta película se plantea algo que los personajes no pueden negar, porque son fuerzas verdaderamente poderosas las que les hacen dejarse llevar al centro del puro deseo.

P: ¿Cómo lograron dar con la sintonía perfecta para interpretar vuestros personajes?

Armie: Yo hice básicamente lo que Luca (Guadagnino, el director) me indicó (se ríe).

Timotheé: Después de ver Cegados por el sol (2015) y Yo soy el amor (2009, ambas de Guadagnino), quería trabajar con Luca como fuera, es que es uno de los directores más importantes y talentosos de nuestro tiempo. Nuestras interpretaciones son gracias a él, me hizo sentir cómodo en mi rol, a tener una gran confianza en lo que estaba haciendo.

P: El entorno, un pueblo italiano en pleno verano, juega un papel muy importante, ¿qué impacto creéis que tuvo en vosotros?

Armie: Para mí fue como estar recluido en un mundo mágico y bello. La campiña italiana es preciosa, y fue realmente placentero ir por los pequeños pueblos, y rodar en localizaciones bellísimas. Es muy cierto que el paisaje es una parte muy importante de la historia, de las emociones, y hasta constituye un personaje más. Un entorno como ese influye en todo, en tus sentimientos y sensaciones, en la forma de caminar, de sudar… (se ríe) A todos nos afectó porque formamos parte de ese mundo, y es que no se trataba de trabajar con la imaginación, porque nos encontrábamos realmente allí.

Timotheé: Antes del rodaje estaba seguro de que ese entorno constituiría un factor de mucha influencia en nuestro trabajo, sin embargo ese pensamiento lo olvidé mientras estaba en pleno rodaje. Pero cuando vi la película por primera vez, me di cuenta de cómo la belleza del entorno formaba parte de cada escena, y de cómo podías no solamente sentir, sino hasta ‘ver’ el calor.

© Festival Internacional de Cine de Berlín / Sony

P: Timotheé, a ti en particular te tocó hablar varios idiomas, ¿cómo fue el entrenamiento?

Timotheé: Mi papá es francés, por eso he pasado las vacaciones de verano en Francia. Ahora hablo francés fluidamente, lo cual me permitió aprender bastante rápido algo de italiano. Estuve estudiando italiano en Crema (Italia) durante seis semanas, metido en una habitación sin ventanas (se ríe).

Armie: ¡Pero conociste a gente de allí que te sacaban a pasear todo el tiempo! (ambos ríen).

P: ¿Recordáis vuestro primer amor con alegría, con dolor o con una mezcla de ambos sentimientos?

Timotheé: Desearía tener una respuesta… (se sonríe).

Armie: De ambos. En la película hay una escena muy bonita cuando el padre de Elio le dice que al vivir una experiencia como esa, se debe valorar hasta lo más doloroso porque si lo sientes así, es que lo has vivido.

P: En una escena de la película surge la pregunta “¿Es mejor hablar o morir?” ¿Qué pensáis de esas palabras?

Timotheé: Mejor es hablar (sonríe).

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