Esta noche arranca en Francia la Eurocopa y yo me pregunto: «¿La Eurocopa?»… ¿La Eurocopa a secas? Será la Eurocopa masculina. Si cuando se habla de deportes practicados por mujeres se incluye el ‘femenina’ o ‘femenino’ delante o detrás (liga femenina de bolos, equipo femenino de balonmano…), cuando ellos juegan también tendrán que ir apellidados por su género. Qué mal tratada ha estado, está y, lo que es peor, parece que seguirá estando tanto la aficionada al fútbol como la practicante. Pero no es de la forofa del ‘deporte rey’ de la que quiero hablar hoy.

En el film Quiero ser como Beckham a Keira Knightley le gusta tanto jugar con el balón como a Jonathan Rhys-Meyers, lo cual demuestra que no hay incompatibilidad entre género y deporte. Podría poner otro ejemplo para demostrar este hecho, pero nadie puede desmentir a una peli romántica-deportiva-adolescente de integración para la sobremesa del sábado. Moraleja: ni a todos los hombres les gusta el fútbol ni todas las féminas lo detestan, aunque es un planteamiento bastante extendido, como el de que si eres hombre y no te gusta, eres gay o tienes algún problema grave.

"No es de la forofa del 'deporte rey' de la que quiero hablar hoy..."
«No es de la forofa del ‘deporte rey’ de la que quiero hablar hoy…»

Yendo al grano… si no te gusta el fútbol pero a tu pareja sí, el mundo te deja pocas opciones, aquí las tres más comunes:

Primer supuesto: mujer casada con caballerete futbolista

Tienes dos alternativas, una es convertirte en WAG (Wives And Girlfriends, mujeres y novias, de futbolistas se entiende) y así te sacan en Grazia con el resto de tu chupipandi recorriendo el mundo tras tu pareja y oculta bajo unas gafas de sol pantalla. Romántica y práctica elección; disfrutas de tu pareja cuando no está concentrado en un hotel de lujo y ves mundo, mucho mundo, ciudades que huelen a ajo, monumentos, museos, tiendas… La penitencia es asistir al palco VIP durante un par de horas a la semana, que si tenemos en cuenta que la mayoría de estas gradas especiales tienen calefacción en los asientos, durante la Eurocopa aire fresquito y servicio de catering igual el castigo te sabe a premio. Dependerá de la empresa contratada para cocinar las viandas.

La otra opción es seguir trabajando, lo que se conoce aquí como un Edurne, no ves tanto a tu de Gea pero, como recompensa al sacrificio, y si eres buena cantante, te llevan a Eurovisión o de juez a Got Talent y no tienes que asistir a los partidos de liga. Igual cuando acabe su carrera profesional facturas más que él con tu firma de ropa como Vicky Bechkham, de soltera Adams y Spice Girl. Tamara Gorro también tiene una tienda de ropa, pero está esperando a que ‘despegue’, por eso no la uso de ejemplo.

Victoria Beckham en el Mundial del 2006, cuando se gestaba el término WAG para definirla a ella y su pandilla de amigas. © Cordon Press
Victoria Beckham en el Mundial del 2006, cuando se gestaba el término WAG para definirla a ella y su pandilla de amigas. © Cordon Press

Segundo supuesto: mujer que comparte su vida con un forofo

Amiga, como canta la sirenita nacida de la espuma de la purpurina, o sea, La Pelopony: prepárate a sentir. Bien detestes el fútbol o te sea indiferente, como mujer enamorada que eres has decidido pasar la tarde del sábado yendo al estadio a ver a tu equipo local con tu pareja, porque el amor todo lo puede y porque se lo prometiste cuando aceptó apuntarse a las clases de salsa y bachata las tardes de los miércoles.

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Relájate y disfruta. Al principio no entenderás nada, por no entender no entenderás ni la imposible combinación de color de la equipación del propio ni del visitante pero tienes que esperar y dejarte llevar. Te parecerá feo que insulten al portero adversario hasta que tú misma te des cuenta de que no es a él a quien insultan, que él es sólo un puchimbol, que en quien se están cagando es en la hipoteca, en el jefe interdepartamental, en el afilador y el melonero que les ha despertado con su megafonía escupiendo ofertas y cuando te quieras dar cuenta verás en la portería la cara de Sandra y Juanjo, la pareja de salsa que baila mejor que vosotros, embutida en un chándal.

En el partido siguiente, aunque ahora no lo creas, ataviada con una bufanda del equipo te abrazarás al pesado que va a todos los encuentros con una bocina y un bombo mientras tarareáis el “lo, lo, lo, lo, lo” del I will survive de Gloria Gaynor sin preguntarte qué hacen todos esos heteros moviendo los brazos al son del tal magno himno gay porque por fin te habrás liberado de tus prejuicios contra el mundo del fútbol. Eso o que ya vas por la tercera ronda de tinto de verano, que todo puede ser.

Tercer supuesto: tu pareja es un pachangas

Tu cari no es Cristiano Ronaldo pero él se cree un poquito que sí y tú intentas entenderlo porque como mujer madura que eres y justa piensas que cada uno tiene sus sueños y es mejor compartirlos. Te viene a la cabeza que tú no eres Monserrat Caballé y él te va a ver a los recitales de canto medieval que das con la coral, aunque se quede dormido, y le dices que sí, que vas a ir a verle jugar la pachanga los domingos.

Por eso lo único que puedes hacer es madrugar y acompañarlo a los campos de fútbol de tierra que aún se siguen llamando Príncipe Felipe y están llenos de cardos, en verano y en invierno, y sentarte en el banquillo o en el capó del coche hasta que acabe la liguilla. Evadirte de la situación, pensar que eres Paula Echevarría viendo a Bustamante en el partido benéfico de toreros contra artistas y aplaudir cuando marque gol el equipo que sea, porque andas distraída, y curarle las heridas porque le ha puesto la zancadilla uno del equipo contrario mientras apuras la gamba a la gabardina que te ha tocado en suerte en el vermú que se celebra después de cada encuentro. Porque las pachangas es lo bueno que tienen, que siempre acaban en vermú, se gane o se pierda.