Moda
31 de octubre: Halloween, esa celebración anglosajona aceptada socialmente como un “me parece bien cualquier excusa sinónimo de fiesta” que implica buscar un disfraz.
A partir de este momento la inventiva se pone en funcionamiento y puede (por ejemplo) recorrer nuestra galería de ideas o puede también apostar por la popular costumbre de buscar la versión ‘sexy’ de cualquier traje. Hoy nos centraremos sobre esto último.
La preocupante tendencia, muy extendida entre gran parte de la población, da más miedo que un Whatsapp del jefe en domingo, así que la clasificaremos dentro de la categoría “terror”, aceptada para vestir en la noche de los muertos y las calabazas.
Nos referimos a buscar la temática erótico-festiva sea cual sea el disfraz: bruja-sexy, zombie-sexy, enfermera-sexy… una opción abrazada por una preocupante mayoría. Concretamente, y según una encuesta realizada por la web Sexplace.es entre sus internautas, solo el 8% de las mujeres reconoce que trata conseguir un aspecto aterrador, el resto se centra en resaltar la sensualidad.
Así que, en vista de los datos arrojados por la investigación, en Grazia hemos querido examinar cuál es la causa del auge del fenómeno y, tras arduos devaneos la hemos descubierto: es lo más sencillo. ¿Por qué? Porque absolutamente cualquier disfraz es susceptible de tener una versión sensual, ya sea el de novia cadáver, el de pirata y hasta el de langosta (palabrita). Y para demostrar nuestra hipótesis hemos recopilado 21 evidencias de que, efectivamente, es posible transformar hasta al pobre Mickey Mouse en un disfraz sexy:
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