¿Alguna vez te han dado ganas de rebelarte contra las normas (incluidas las de tu jefe)? ¿Tienes miedo al compromiso, ya sea con tu pareja o con el casero? ¿Te angustia no saber qué te deparará el futuro? ¡Entonces, necesitas a los existencialistas! Solo este grupo de filósofos, liderado por Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus, pondrán un poco de orden en tu vida. Lo puedes comprobar leyendo En el café de los existencialistas (Editorial Ariel), un libro escrito por Sarah Bakewell. Mientras tanto, te damos algunas pistas para que te rindas al movimiento filosófico más trendy que puedas imaginar…

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Portada de ‘En el café de los existencialistas’.

1. Porque adoras filosofar entre cócteles

¡Nada de perderse en cuestiones metafísicas fuera de la realidad! Para los existencialistas, lo suyo era hacer filosofía sobre asuntos terrenales y cotidianos. Un amante altamente deseado, pasear por las calles mientras llueve, trabajar con tu portátil en un parque… Cualquier vivencia es susceptible de convertirse en tema de reflexión; sobre todo, cuando esta se desarrolla en cafés tan sugerentes como aquellos de la Rive Gauche parisina a los que solían acudir Simone de Beauvoir o Jean Paul Sartre: Les Deux Magots y Café de Flore, en Saint Germaine-des-Prés. O como Bec-de-Gaz, el bar de Montparnasse en el que la pareja, junto a su amigo Raymond Aron, creó su movimiento filosófico… ¡con un cóctel de albaricoque en la mano!

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Jean Paul Sartre, a la derecha, trabajando en el Café le Flore junto a un grupo de humoristas en 1943. © Cordon Press

2. Porque el feminismo nos sienta muy bien

La filosofía que antepuso la libertad humana a cualquier otra cuestión no podía dar la espalda a las mujeres: el existencialismo será feminista o no será… El hecho de ser libres nos da la oportunidad de elegir qué camino queremos seguir, quiénes queremos ser. Así que la liberación de la mujer solo puede cambiar su vida a mejor. Simone de Beauvoir publicó, en 1949, el libro que sigue siendo la Biblia feminista, El segundo sexo, que animaba a las mujeres a replantearse las ideas preconcebidas respecto a su género; a tomar el control de su futuro, y a buscar la autenticidad en sus relaciones, gritándole al mundo que la sexualidad es algo elegido y no innato: una defensa del lesbianismo que resultó de lo más provocador para la época.

Simone de Beauvoir en 1957. © Cordon Press

3. Porque el jersey negro de cuello alto es cool

La filosofía no está reñida con el buen gusto estético. Y la mejor prueba de ello son los existencialistas. Adoramos a la cantante Juliette Gréco, con su melena bob (antes de que se inventaran las planchas GHD) y su eyeliner perfecto; los turbantes de Simone de Beauvoir; las gafas de pasta de Sartre, o el abrigo de Albert Camus con el cuello seductoramente subido… Sí, a todos ellos les debemos que resultara supercool llevar camisas de cuadros, chaquetas de hombre con las mangas dobladas, boinas ligeramente inclinadas, gabardinas un tanto viejas y, por supuesto, el icónico jersey negro de cuello vuelto. Todo lo que pareciera antiburgués y provocador era in ¿Un plus para ellas? Ojos felinos con un toque de kohl y labios rojos. Très chic!

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Juliette Gréco en 1965 con un corte bob, el típico jersey de cuello vuelto negro y su característico eyeliner. © Getty Images

4. Porque el amor (libre) está en el aire

Libertad para amar, no importa a quién, ni por cuánto tiempo, ni de qué modo… Entre ellos se quisieron, ¡y mucho! Albert Camus –que, a pesar de estar casado, tuvo varias amantes– encontró el amor (oculto) de su vida en la actriz María Casares, una española exiliada en París. Juliette Gréco paseó su historia de amor lésbico con Anne Marie Cazalis por el Boulevard Saint Germain-des-Prés. Sin embargo, fueron Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre quienes más duraron (¡51 años!), siendo una pareja abierta toda su vida. Tuvieron numerosos amantes (ella incluso de su propio sexo); nunca desearon casarse, pero a pesar de su “no compromiso”, estuvieron juntos hasta su muerte (viviendo, eso sí, en casas separadas) y hasta después de ella: ambos descansan en el cementerio parisino de Montparnasse en una tumba común.

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Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en 1945. © Cordon Press

5. Porque te gusta bailar hasta el amanecer

Cuando surgió el existencialismo, acababa de terminar la II Guerra Mundial. Durante la Francia ocupada, los jóvenes habían tenido que respetar el toque de queda; por eso, tras la liberación, los clubs nocturnos volvieron a llenarse de gente dispuesta a divertirse. ¡Au revoir la prohibición de ser felices! No podía haber mejor banda sonora para las noches existencialistas que el jazz. ¿Su escenario perfecto? Las cavas subterráneas donde escucharlo, bailar y en algunos casos (como el del escritor y músico Boris Vian), interpretarlo. Y así aquellos rebeldes de jersey de cuello vuelto negro y pantalones pitillo trasnochaban en clubs como el Lorientais o Le Tabou, entre alcohol y humo de cigarrillos… mientras filosofaban, eso sí.

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Michele Vian (mujer de Boris), Patrick Chevais, Boris Vian, G Guillomit, Raymond Queneau el 31 de diciembre de 1948. © Cordon Press

6. Porque eres una rebelde sin causa (… o con ella)

“Adelante, siempre adelante”. Un lema existencialista que incitaba a la acción continua. Porque, tras la guerra, todo se había desmoronado y otro mundo era necesario. Y así el existencialismo alimentó causas entonces perdidas que, afortunadamente, hoy se han ido consolidando, como los derechos de los homosexuales, de las mujeres, o la lucha para derribar las barreras sociales y raciales. No nos extraña que su influencia llegara, muchos años después, a las consignas gritadas en mayo del 68, como “Prohibido prohibir” o “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.

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Manifestation del 29 de Mayo de 1968 en París a favor de la jornada laboral de 40 horas y aumento de salarios. © Cordon Press

7. Porque no hay libros como los de Boris Vian

Ni como los de Albert Camus, ni como los de Jean Paul Sartre, ni los de Simone de Beauvoir… Imprescindibles El lobo-hombre y La espuma de los días, de Vian, esta última quizá la novela que mejor retrataba el ambiente de los filósofos de Saint Germain-de-Prés, con una pareja protagonista muy curiosa: Jean Sol Partre y la condesa de Mauvoir. ¿Te suenan? Tampoco deberíamos perdernos El extranjero, de Camus; Memorias de una joven formal, de Beauvoir, o La náusea, de Sartre.

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El escritor Boris Vian sentado con unas pistolas en la mano en 1948. © Cordon Press

8. Porque en tu vida solo mandas tú

Work in progress: así nos definiría el existencialismo, como una obra inacabada. Porque de nuestras decisiones depende nuestro futuro, construimos nuestra historia a través de aquello que hacemos y somos nuestra propia libertad. Sí, sabemos que la vida no siempre resulta fácil, pero los existencialistas nos dejaron una importante lección: todo es susceptible de ir a mejor. Con este optimismo ¿cómo no los vamos a adorar?

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Maurice Merleau-Ponty, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus en la ilustración de la portada del libro ‘En el café de los existencialistas’. © Andreas Gurewich

‘En el café de los existencialistas’, editado por Ariel, ya está a la venta (precio: 22,90 € y ebook, 13,99 €).