Te quiero, eres perfecto… ya te engordaré. O, mejor dicho, ya nos engordaremos. Y no solo kilos de felicidad, precisamente. Quien más, quien menos, ha experimentado uno de los efectos colaterales del noviazgo más cotidiano: subir de peso cuando una relación se asienta. ¡Como si amor y calorías tuvieran que estar íntimamente relacionados!

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¿La culpa? De Disney, cómo no.

O quizás sí. El pasado verano, un estudio del Centro Nacional de Biotecnología de la Información con 169 parejas de Estados Unidos determinó que las más felices en su relación fueron las que más engordaron. Al mismo tiempo, las personas más insatisfechas con su relación fueron las que mejor mantuvieron su peso ideal. “Cuando la prioridad no es seducir al otro, porque ya lo tenemos, perdemos interés en parecer atractivos”, explicó Sarah Novak, coautora del mismo.

La conquista nos mantiene alertas y, además de cuidarnos más, hay factores como el apetito que incluso pueden pasar a un segundo plano. “Es un error pensar que, cuando estamos buscando pareja, nos comportamos de un modo irreal, que solo mostramos nuestro verdadero ser cuando ya estamos asentados en la relación. Se trata más bien de una cuestión de prioridades y de motivación. El esfuerzo de cuidar nuestro aspecto a través de la alimentación y el ejercicio deja de ser tan importante”, explica la psicóloga Laura Landau.

© Cordon Press

Una forma de evitar despreocuparnos es mantener la alerta por gustar y, sobre todo, gustarnos. “La seguridad del compromiso, el espejismo del ‘para siempre’, hace que nos relajemos, que no cuidemos tanto lo que nos posibilitó tener esa relación. Quitamos valor a la seducción y olvidamos que, en pareja, el trabajo de mantenimiento es mucho mayor que el de la conquista”, prosigue Laura.

Para ello, no hay que caer en sustituir el Yo por el Nosotros. “No se trata de que no puedan cambiarse hábitos, costumbres… pero siempre deben ser teniendo en cuenta el bien de cada uno, incluso por encima de permanecer en la pareja. Por ejemplo, si yo me cuido con la comida y mi pareja me pide que continuamente compartamos cenas muy calóricas como condición para pasarlo bien juntos, no creo que me convenga esa relación”, explica la psicóloga.

Lograr ese bien común pasa, entre otros, por un cuidado en pareja de igual a igual, sin premios ni castigos, de la forma más saludable posible. Por ejemplo, a través del propio ejercicio, que se puede convertir en excusa de una vida en común. “Es un error pensar que un chico y una chica no pueden entrenar juntos. Eso sí, hay que enfocar los objetivos individualmente y ver la forma de poder lograrlos de manera conjunta”, dice el entrenador personal Juan Ruiz López.

Un truco que señala Juan es el de hacer ejercicios con mancuernas, “cada uno con el peso óptimo para su estado de forma, pero haciendo el mismo ejercicio para que solo varíe la intensidad. Es más fácil que salir a correr, sobre todo si no estamos en las mismas condiciones, aunque siempre tenemos la opción de correr juntos un tiempo determinado y dejar un segundo periodo a hacerlo individualmente”. Y, sobre todo, verlo como un trabajo en equipo. “Más que picarse, recomiendo animarse para progresar y que los resultados se vean como fruto de ambos y no individuales”.

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A ver, tampoco hace falta llegar a este nivel.

En una relación heterosexual, las chicas tienden más a adoptar las costumbres de sus novios que viceversa. Lo puso de manifiesto un estudio de la Universidad de Newcastle. De repente e inconscientemente, picotean más, aumentan el tamaño de las porciones de sus platos “e incluso creen que lo que hacen es una forma de conectar mejor con la pareja”, dice la psicoterapeuta Stacy Kaiser. Un truco para evitarlo es cocinar juntos comidas saludables, convertir en algo romántico e incluso sensual el hecho de cuidarse.

Un problema diferente es cuando ganamos peso no por relajarnos, sino por tapar aspectos que no van bien en la propia relación. “Por miedo a volver a estar solo, por ejemplo, aguanto lo que no me gusta y utilizo la comida como sustituto de otro tipo de satisfacciones”, explica Laura Landau. Encararlo cuanto antes es más necesario que nunca. “Si acabas adaptándote a todo lo que hace feliz al otro, incluso por encima de tus necesidades, lo probable es que acabes muy cansado”, prosigue.

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Fotograma de la comedia ‘Amor ciego’

 

Así las cosas, cinco lecciones son las que aseguran el éxito para una pareja que no quiere engordar irremediablemente solo por el hecho de estar bien juntos:

  • Cuidarse en pareja.
  • Estar alerta a los cambios.
  • Lograr los objetivos en equipo.
  • Partir del bien individual para hacerlo común.
  • No tapar con comida otros problemas y hablar las cosas.

Cuando el premio es una larga vida de amor, compañía y felicidad, el esfuerzo no parece gran cosa, ¿verdad?

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Querida, no pareces muy convencida. De verdad, haznos caso.