Cuando en 2009 se fundaba Pinterest nadie podía imaginar que la red social abanderada del cuquismo se convertiría en una nueva religión. Un dogma nunca visto hasta entonces, con sus propias tradiciones y prácticas; con sus propios credos, cultos y ceremonias que han conseguido desbancar a las bodas ‘por la iglesia’, ‘por lo civil’ e incluso ¡a las de por ‘el rito zulú’!

El nuevo culto, que cuenta con hordas de adeptos a lo largo y ancho del mundo, tiene unos mandamientos muy específicos que se aplican a la celebración de enlaces. Toda una pompa y protocolo a seguir si no se quiere recibir la excomunión (que, en la religión Pinterest, vendría a ser una drástica pérdida de followers). 

La boda Pinterest
© Alexis Armanet

1. La pedida de mano:

En la era A.P. (antes de Pinterest), las cosas eran más sencillas. ¿Pedida de mano? Como mucho, una comida para que los padres de uno y otro se conocieran, él le regalaba a ella el pedrusco y ella a él el típico reloj horroroso con ínfulas. Eso con suerte. Ahora al paso que vamos adoptando costumbres americanas veo a toda novia que se precie dando un fiestorro fascinante con sus amigas de la universidad y la tía Pili la del pueblo, esa que avergüenza según abre la boca. Un choque de trenes generacional. ¿Por qué? Por la necesidad de fotografiarlo y contarlo en redes sociales como si fuera lo más fascinante… cuando en realidad todo el mundo sabe que juntar a cualquier madre con las amigas juerguistas es un deporte de riesgo.

Pero... ¿¡qué necesidad de juntar a las de la universidad con tu madre más del tiempo imprescindible!?
Pero… ¿¡qué necesidad de juntar a las de la universidad con tu madre más del tiempo imprescindible!?

2. La elección de vestido:

Tú antes te ibas a Bodas Paki, te comprabas el vestido con tu madre y una amiga, a todo tirar. Decidías cuanto te podías gastar, buscabas el mejor vestido que pudieses pagar y listo. Sin complicaciones. Ahora, 865 realities de bodas más tarde sabes que si no lloras un poco, montas el drama con tus quince amigas y sacas papelitos con puntuaciones, no eres nadie. Estamos a un paso de subirlo a Youtube o de abrir una encuesta online para que todo el mundo pueda votar cual es el vestido que nos hace parecer menos corista de un show de Las Vegas. Al tiempo.

Los 'realties' nos han enseñado que la elección del vestido tiene que ser un drama.
Los ‘realties’ nos han enseñado que la elección del vestido tiene que ser un drama.

3. La despedida de soltera:

Seamos serios: tiene que haber un punto medio entre salir con un pene en la cabeza por tu ciudad (vestida de cualquier cosa humillante) y marcharte cuatro días con tus amigas a una isla paradisíaca para celebrar la despedida de soltera. A ver, no nos malinterpretéis, que estamos muy de acuerdo en que marcharte cinco días a Mallorca a vivir una juerga sin fin es un planazo, pero ni una azafata del Un-Dos-Tres con calculadora en ristre sería capaz de calcular el pastón que te vas a dejar en la boda de tu amiga. Que tú la quieres mucho, pero tu sueldo no te da… ¡y ojo con que se casen dos o más BFFs en una sola temporada!

Eso sí, las fotos tomando el sol en el yate quedan divinas en Instagram, en eso también estamos de acuerdo.

Ajá, la cara de susto de estas muchachas se debe a iban de comunicar una boda más para la temporada.
Ajá, la cara de susto de estas muchachas se debe a iban de comunicar una boda más para la temporada.

4. Las damas de honor:

Otra costumbre heredada. Está genial tener a tus amigas cerca para echarte unas risas el día de tu boda, pero recordamos: son amigas, nos caen bien, no es necesario ponerles un vestido con tutú. Recuerda que es posible que en algún momento ella se case también y te la devuelva.

Que esta no sea la reacción de tus amigas cuando se vean con el vestido de damas de honor.
Que esta no sea la reacción de tus amigas cuando se vean con el vestido de damas de honor.

5. Los organizadores de bodas:

Casarte de manera cuqui es fantástico, no decimos que no. Pero, ¿cómo conseguimos casarnos los que lo hicimos hace años? Sorpresa: es posible organizarlo solo. Eso sí, igual no llegas a los fardos de paja para el sitting de la ceremonia ni falta que hace. Hasta hace no tanto años la profesión de organizador de bodas no existía en España, solo en las películas. La gente de Sí! Quiero o Bodas de cuento fueron unos visionarios.

Mesa de boda tipo en la era D.P. (después de Pinterest). © Getty Images
Mesa de boda-tipo en la era D.P. (después de Pinterest). © Getty Images

6. La decoración (¡sin reparar en gastos!):

El principal problema de la era D.P. (después de Pinterest) es que nadie había podido imaginar que un corcho con pinzas en el que colocar el orden de las mesas podría disparar tanto el presupuesto. Pero claro, es todo tan mono, que ¿cómo decir que no a cubrir el techo de la carpa con 5 kilómetros de lucecitas?

Otro gran problema es que todo tiene pinta de fácil, de ‘eso me lo hago yo en una tarde de DIY’. Pero, a menos que seas una manitas, el resultado puede terminar siendo más digno de Pintrosity que de Pinterest.

Una sesión de fotos sencillita, hecha en un momento, como a nosotros nos gusta.
Una sesión de fotos sencillita, hecha en un momento, como a nosotros nos gusta.

7. La tarta de bodas:

El mundo de las tartas de boda ha dado también de sí para infinidad de realities ante los que, generalmente, los novios se quedan anonadados y sacan su lado más pragmático: «Sí, muy bonito. ¿Pero eso está bueno?» En realidad, a menos que la tarta llegue en una carroza o baje del techo en un barco en forma de cisne (todo basado en #truestories), a nadie le importa. Lo normal es que el novio solo quiera cortarla con una espada láser ah… ¿que esto no es tan normal?

La tarta, que esté buena. Eso si es la de verdad y no la de corchopán que suelen poner para la foto para acabar sacando… helado.

La tarta de bodas, con que no sea como la de 'Juego de Tronos', todo bien.
La tarta de bodas, con que no sea como la de ‘Juego de Tronos’, todo bien.

8. El baile de bodas:

Pero por lo que yo sospecho que los hombres nos odian un poco es por esta costumbre tan cuqui de hacer coreografías. La mayoría de los hombres de generaciones pasadas se refugiaban en los barras de los bares para controlar el panorama y sólo bailaban cuando era estrictamente necesario para su supervivencia: porque querían ligar o porque su novia era una pesada que les obligaba. Así, espontáneamente, pocos.

Ahora cuando vemos a los novios y los amigos (varones) de los novios lanzarse a hacer unas intrincadas coreografías los ojos se nos ponen como platos.

Ojo con el baile de bodas que hoy en día todo el mundo lleva un 'smartphone' en el bolsillo y ese vídeo quedará para la posteridad circulando en redes sociales.
Ojo con el baile de bodas que hoy en día todo el mundo lleva un ‘smartphone’ en el bolsillo y ese vídeo quedará para la posteridad circulando en redes sociales.