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La jornada laboral es cada vez más estresante y exigente y el día a día se acaba pareciendo más a una maratón que nunca acaba. Tanto, que dicen que, entre smartphones y otros gadgets invasores, una persona normal toma miles de decisiones diarias. Agotador.
Cuidado: el burn out -síndrome del trabajador quemado- amenaza hasta a los más valientes. Sobre todo a las mujeres, que generalmente sumamos el síndrome de la super-woman a la ecuación, y nos sentimos obligadas a ser perfectas en todas las facetas (en casa, en el trabajo, con los niños, la pareja…).
El síndrome ha pasado a formar parte de las principales causas de baja laboral: profundas depresiones, perdida del interés en el trabajo, problemas con los superiores y compañeros, despersonalización, irritabilidad… Las consecuencias pueden ser devastadoras y muy serias.
¡Pero que no cunda el pánico! Primero de todo hemos identificado las señales de alarma a las que debes escuchar para que el problema no vaya a más y literalmente acabes petando:
1. QUE EL RITMO NO PARE:
Reuniones, mails o llamadas de teléfono marcan el ritmo de tu día a día. Tanto dentro como fuera de la oficina. Eres incapaz de delegar en y tus tareas nunca terminan: no has acabado una cosa que ya quieres empezar otra.
2. SIN DESCANSO:
No consigues dormir más de seis horas diarias. Tienes insomnio y, cuando duermes, tu noche se interrumpe con pesadillas. De día te sientes cansada física y psicológicamente, y tu apetito es excesivo o demasiado escaso. Tu trabajo ya no te motiva, y tareas que antes eran pan comido se te hacen cuesta arriba.
3. TOMA DE DECISIONES:
Te cuesta tomar decisiones sencillas y sin importancia. Puedes pasarte horas frente a tu armario, incapaz de elegir una simple camiseta. La panadera ya no te aguanta porque te quedas en blanco a la hora de decidirte por una barra de pan, y el simple hecho de pensar en organizar tus vacaciones te da pánico.
4. HIPERACTIVIDAD:
Entre semana no paras de hacer cosas. La inactividad te irrita, y hablas más rápido de lo normal. Tu lista de to do’s crece por segundos y piensas que necesitas darte cada vez más prisa.
5. EVITAR OBSTÁCULOS:
Cuando te encuentras con un obstáculo personal tiendes a procrastinar. Evitas enfrentarte a tus problemas, por muy pequeños que sean y los vas posponiendo.
6. SIN RUMBO:
Muy frecuentemente te sorprendes navegando sin rumbo por internet y no tienes muy claro cuánto tiempo has pasado así.
7. EL CUERPO SE RESIENTE:
Te salen granos y rojeces en la piel y multiplicas los resfriados y los problemas digestivos o musculares.
8. DOLORES:
Hay días en los que, sin razón aparente, notas que te cuesta respirar con normalidad y te duele el pecho.
9. RELACIONES
Te cabreas de forma exagerada y cualquier tontería te saca de tus casillas. En casa, en vez de relajarte, descargas toda la tensión acumulada en el trabajo y lo pagas con las personas menos adecuadas. Apenas te relacionas con tus seres más queridos y aún menos con tus compañeros de trabajo.
10. TIEMPO LIBRE:
Cuando llega el fin de semana o dispones de algún momento de ocio (que suele ser pequeño) no te sientes motivada por ningún plan ni te apetece quedar con nadie.
¿Te has reconocido en más de cuatro puntos? Entonces deberías empezar a ponerle remedio, porque te estás acercando peligrosamente a una zona de explosión inminente. No se trata de poner patas arriba tu vida o cambiar completamente tu día a día, pero sí de introducir algunos hábitos saludables que te ayudarán a cambiar de perspectiva:
1. ESTABLECE LÍMITES:
Limita tus actividades profesionales y evita llevarte deberes a casa. Según María Casado, coach emocional y responsable en Andalucía de los spas de los hoteles Barceló, hay que aprender a dejar cada cosa en su sitio y a no mezclar. Organízate con la ayuda de una agenda y aprende a ‘cortar’ tus mails y tu teléfono de trabajo fuera del horario laboral. Desconectar es necesario para poder concentrarte después de una forma correcta.
2. DOLCE FAR NIENTE:
¡Dejemos de pensar que ‘no hacer nada’ es sinónimo de egoísmo o pereza! Muy a menudo nuestra sociedad promueve la hiperactividad. Trabajar la ‘soledad productiva’ es importante. Dedica siempre un momento al día para respirar profundamente mientras eres consciente de cómo el aire entra y sale de tus pulmones. Simplemente eso.
3. MEDITA:
Angeísa Cristobal, masajista y dueña del centro de belleza a domicilio Be Luxury nos propone un ejercicio diario infalible y muy sencillo. Según ella, regalarse 10 minutos de tranquilidad todos los días es importantísimo. «Enciérrate en tu cuarto y túmbate. Con el pecho hacia adentro, inspira por la nariz sin forzar ninguno de tus músculos. Mantén el aire un segundo y vuelve a expulsarlo en un soplido continuo. Repítelo todas las veces que sea necesario mientras sientes cómo liberas las tensiones por todas tus extremidades. Saldrás flotando».
4. HAZ EJERCICIO:
¡Pero sin agobiarte! Márcate una rutina realista, porque de nada sirve que te apuntes a Crossfit si sabes que machacarte en el gimnasio nunca ha ido contigo. Todos tenemos nuestros límites y es importante empezar por aceptarlos. Busca la actividad física que te corresponda y se adapte a tu estilo de vida y disfrútala: yoga, pilates, tai-chi, zumba, boxeo…
5. (RE)APRENDE A COMER:
Tómate tu tiempo. El organismo necesita entre 15 y 30 minutos para identificar si está (o no) saciado. Nunca comas delante del ordenador, ni delante de la televisión. ¡Trata de hacer una sola cosa a la vez! Necesitas desconectar de todo y conectar con tu plato y contigo misma. Concéntrate en los sabores, y trata de masticar lentamente. Ojo también con lo que incluyes en tu menús. Las claves de una dieta antiestrés son las siguientes:
- Limita al máximo las grasas saturadas (charcutería, mayonesas, carnes grasas…).
- Disminuye tu consumo de azúcar (bebidas azucaradas, pan blanco, chucherías…) y dales prioridad a los azúcares de asimilación lenta (pasta y arroz integral).
- Llena tu cesta de la compra de pescado, legumbres y aceites vegetales (de oliva, soja, sésamo, germen de trigo…).
- ¡Date caprichos! De nada sirve ‘diabolizar’ alimentos. Si te encantan las patatas fritas, el chocolate Milka con Oreo o los churros de la esquina de tu calle, adelante. Se razonable con las cantidades y disfruta de tus sabores preferidos. ¡Eso también es felicidad, al fin y al cabo!
- Hazte con remedios naturales. Si te sientes agotada, hazte una cura de jalea real tomando una cucharada cada mañana, en ayunas, de 3 a 8 semanas. Verás como recuperas energía y te sientes menos atacada.
6. ESCRIBE:
Hazte con una libreta y llévala siempre contigo. Apunta en ella todo lo que se te ocurre y te preocupa. Disocia lo que es urgente de lo realmente importante y aprende a organizar tus tareas ordenándolas. Si vas pensando en ello poco a poco, evitarás pasar horas dándole vueltas a todo en la cama.
7. CONECTA CON LA NATURALEZA:
…y con el silencio. Trata de evadirte algún fin de semana o regálate un paseo por un parque. Camina sin rumbo prestándoles atención unicamente a los sonidos de la naturaleza.
8. AMOR:
Rodéate de la gente que te quiere y aléjate de las personas tóxicas. De nada sirve persistir y tratar de agradar o relacionarte con personas que no te valoran. Es un desgaste energético inútil y contraproducente. Apóyate en tus verdaderos amigos y familiares y aprende a pedirles ayuda cuando lo necesites.
9. SUEÑO:
Duerme. Márcate un ritual antes de ir a la cama: evita las cenas pesadas o picantes e intenta cenar dos horas antes de dormir. Una vez en la cama, nada de aparatos electrónicos. Mejor una revista o un libro para ir relajándote. La luz de las pantallas solo conseguirán excitarte. ¡Y hazles caso a los remedios de nuestras abuelas! Un vasito de leche aporta triptófano (un aminoácido que sintetiza la hormona del sueño) al organismo y te ayudará a descansar mejor.
10. COLORTERAPIA:
¿Por qué no le das una oportunidad a la ciencia del color? El azul corresponde al chakra de la garganta, la expresión y la comunicación. Centra toda tu atención en un punto de tu garganta y cierra los ojos pensando en el mar, un cielo azul, o cualquier elemento de ese color y déjate llevar. Be zen, my friend.