Es uno de los pasos más difíciles de dar en una empresa, especialmente ahora, cuando el mercado laboral está en sus momentos más precarios. Pero ni el entorno ni la situación deben influir si tu empresa obtiene beneficios gracias a tu trabajo, tus responsabilidades son mayores o, sencillamente, consideras que estás mal pagada en comparación con otras profesionales de tu categoría.

Una vez tomada la decisión, debes plantearte una serie de cuestiones importantes. Pedir un aumento de sueldo debe ser enfocado como una entrevista de trabajo: tienes que saber bien qué vas a decir, qué podrías contestar a ciertas preguntas, ser flexible pero no tonta y, sobre todo, no molestarte si las cosas no salen como querías.

Vayamos por partes:

Tu sueldo es algo serio, trátalo como tal.  © Michele Aboud
Tu sueldo es algo serio, trátalo como tal. © Michele Aboud

Cuándo: ahora es el momento

Es normal que aunque tus responsabilidades aumenten en un determinado momento, no lo haga tu sueldo. Al menos no inmediatamente. Una buena forma de enfrentarse a pedir esa subida en el salario puede ser anunciar que harás el trabajo extra -no hay otra, querida-, pero que, a partir del resultado, quieres renegiciar tu sueldo. Con un éxito en el bolsillo, corre al despacho de tu superior.

 

Cultura de la empresa

Es algo a tener muy en cuenta, es decir: conocer bien cómo se mueve internamente el lugar en el que trabajas. Antes que tú, otros habrán pedido un aumento; si lo sabes y tienes suficiente confianza, pídeles consejo. En cualquier caso, si llevas un tiempo sabrás quién debe ser el interlocutor adecuado y, sobre todo, de quién depende la decisión. Habitualmente tu jefe te escuchará, e incluso te podrá decir que hará lo posible, pero es probable que no sea él (o ella) el que decida, o no lo haga en solitario. Esto lo tienes que tener en cuenta, especialmente a la hora de argumentar las razones por las que te deben subir el sueldo, ya que pueden importar a tu jefe… o directamente a sus superiores.

© Jorge M. Redondo
© Jorge M. Redondo

Razones para pedir

Hay varias, y todas serias:

  • LAS RESPONSABILIDADES. La primera de ellas es saber exactamente cuáles son y cómo han variado en los últimos tiempos. Si son más, la petición de más mensualidad está clara; si son menos, olvídate; si son las mismas de antes, hay una variable a considerar: los logros.

 

  • LOS LOGROS. Puede que las responsabilidades no hayan variado, pero los logros conseguidos con tu trabajo han generado beneficios para la empresa de cualquier forma –con la atracción de más clientes; con la venta de más productos; con la apertura de nuevos mercados; con la reducción de tiempos, material, etc…–. Si es así, aquí tienes una razón buenísima, pero tiene que estar bien argumentada y demostrada: la primera que tiene que conocer qué números genera lo que haces día a día eres tú.

 

  • EL ÚLTIMO ASCENSO. Tendrás que considerar cuándo se produjo. Normalmente, si fue el año anterior, olvídate de que haya otro ahora; y esto es ser demasiado optimista, ya que es probable que pasen varios años sin ver un euro de más.

 

  • LA SITUACIÓN DE LA EMPRESA. Es de Perogrullo: si la empresa va mal, hay un ERE a las puertas o, sencillamente, se anuncia que los sueldos se congelan, olvídate.

 

  • INTEGRACIÓN. En ocasiones, este argumento es muy útil porque denota lealtad. Tu grado de integración e implicación en la empresa dice mucho de las opciones que tendrás para una subida de sueldo. Con ello no queremos decir que tengas que ser la última en salir -¡viva la conciliación!–, sino que es muy diferente considerar tu trabajo solo como tu modo de vida o pensar que, además, su crecimiento implica el tuyo.

 

  • SITUACIÓN DEL MERCADO. Conocer cuáles son los sueldos de los profesionales que, equiparados a ti, trabajan en otras empresas es otra variable. Quizá estés haciendo el canelo porque cobres tres veces menos, pero podría ser que fueras una privilegiada por estar entre las mejor pagadas. Está claro que hay muchos factores que varían de una empresa a otra aun ejerciendo el mismo puesto, pero una visión general podrá ofrecerte una media y, a partir de ella, compararla con tu situación.
© Jorge M. Redondo
© Jorge M. Redondo

Ha llegado el momento: dónde y cuánto

Una vez tengas todo bien estructurado y argumentado, piensa en qué lugar le quieres decir a tu jefe que quieres el aumento: obvia pasillos, esperas de ascensor, hora de comer o minutos antes de marcharse a casa. Mándale un mail solicitando una reunión o, directamente, abórdale en su despacho a primera hora de la mañana, cuando aún no se haya sumergido en el trabajo diario. Pero nunca está de más que argumentes todo lo expuesto cara a cara en un mail posterior.

Y la gran pregunta: ¿cuánto pedir? Teniendo en cuenta las razones argumentadas más arriba, es algo que debes valorar tú. Eso sí, tampoco puedes tirar demasiado por lo alto, porque podrías poner en guardia a tus superiores. Piensa que una buena manera es hablar de subida ‘mensual’, que siempre será una cantidad menor que la anual, aunque al final la suma dé lo que tú quieres que dé. Otra opción es hablar de porcentajes. Y prepárate para el regateo: no hay subida sin él. Un tira y afloja para el que tienes que estar preparada y considerar si te compensa la cantidad final.

Otra opción es que, si la subida no te parece adecuada, consigas otras prebendas: tickets restaurante, plaza de parking, cursos de formación… A veces, contar con más pasta no significa más billetes, sino menos gastos.

© Michele Aboud
© Michele Aboud

¿Cómo exponerlo?

Lo primero y fundamental: con claridad, concisión y sin dudas. Tu jefe tiene que tener claro que quieres el aumento, las razones y, sobre todo, que estás convencida de que te lo mereces. Claramente: tu sueldo es algo muy serio. Trátalo como tal.

Te volvemos a recordar que la decisión puede no depender de él –o no solo–, pero eso no significa que pase el tiempo y no tengas una respuesta. Por tanto, no esperes que te conteste mañana, pero después de un tiempo prudencial no está de más que le recuerdes que tenéis ‘un tema pendiente’. Sutilmente, por supuesto, pero que no se te escape.

© Jorge M. Redondo
© Jorge M. Redondo

Cuando no es no

Bien, ya has tenido la respuesta… y es no. Lo mejor es que te acuerdes de todos sus ascendientes y descendientes en casa o tomando una cerveza, y que incluso tus amigas colaboren en ponerle pingando. Pero en el momento de tomar la decisión, nunca: debes ser, ante todo, razonable. No está de más que preguntes las causas para denegártelo: podrás tenerlas en cuenta para la siguiente ocasión, y valorar si te suenan a mentira o son reales. En este caso, conocer de nuevo la cultura y situación de la empresa te ayudará.

En cualquier caso, piensa que el que tu jefe sepa que quieres un aumento de sueldo, que has pedido algo razonable y que, además, lo has expuesto de manera diáfana y bien argumentado, incluso con pruebas, solo puede ser beneficioso y, seguramente, te tenga en cuenta para la próxima revisión. Es más: si la razón para negarte el aumento es tu trabajo, pregúntale qué debes hacer para conseguirlo. Si lo haces, la próxima vez tendrá un argumento menos para decirte que no.

 

¿Y si te dicen no varias veces? Entonces quizá sea hora de buscar otro trabajo porque esto no tiene pinta de mejorar.