Si has dejado tu pueblo/ciudad natal de provincias para venir a la capital en busca de aventuras, enhorabuena, te verás aquí reflejado porque en algún momento de tus comienzos madrileños fuiste un pardillo de tomo y lomo. No os pongáis estupendos y os hagáis los ofendidos, no, que os veo desde mi asiento. Aquí hasta el más ‘pintao’ ha bajado del bus en la estación de Méndez Álvaro con su maleta llena de tuppers de madre y sábanas de franela.

¿Tú también llegaste a la estación de Méndez Álvaro con una maleta llena de tuppers de madre? © Getty Images
¿Tú también llegaste a la estación de Méndez Álvaro con una maleta llena de tuppers de madre? © Getty Images

Sientes que todo está demasiado lejos

En serio, tu mente no es capaz de asimilar que Sol y Callao están justo al lado. Piensas: “A ver, si están conectadas por una parada de metro por algo será, ¿no?”. Pues no, si piensas esto estás en primero de “monguer”. Un año entero estuve haciendo trasbordo en Sol para ir hasta mi casa de la calle Madera, que ahora es muy trendy y tal, pero en 2002 era un nido de borrachos y yonkis que se pasaban la tarde a lingotazo limpio. Cada vez que tenía que pasar por allí de noche me tomaba una copa de sol y sombra, para pasar el trago. Lo malo es que si hubiera tenido que correr, me habría roto la crisma.

Pasito a pasito se llega, de verdad.
Pasito a pasito se llega, de verdad.

Te has perdido en la línea 6 de Metro

Has entrado estupendamente en la línea gris, el problema viene cuando quieres salir y no sabes cómo. Terminas convirtiéndote de por vida en la indigente loca y fosilizada que no ha conseguido salir del suburbano, te conviertes en leyenda. “¡Joder! ¿En qué dirección tengo que coger esta mierda?”. Da igual porque esto no mejora con los años, está claro que tú has entrado en Madrid, pero ella no ha entrado en ti.

"Esto da muchas vueltas".
«Esto da muchas vueltas».

Te van a robar, asúmelo

Se te nota en la mirada. No te servirá de nada ser un desconfiado, que así somos los de provincias: no confiamos ni en el tío de la pollería del mercado. No sonrías, asume la pérdida de tus pertenencias.

Venimos absolutamente acojonados porque en Madrid no puedes dejar tu bici con la pata de cabra y ya. Tienes que comprarte una cadena y ni con esas te garantizan que no te roben hasta el timbre que has puesto regalazo del Happy Meal. Nos tomamos al pie de la letra lo de: “Cuiden de sus pertenencias. La empresa no se hace responsable de los robos”. Por eso en el tren nunca has conseguido ir dormido plácidamente como los autóctonos de Madrid, tú no puedes conciliar el sueño, ni leerás un libro tranquilo.

"Ven, siéntate aquí a mi ladito..."
«Ven, siéntate aquí a mi ladito…»

Ojo con el timo de la argentina

Esto es un aviso para los provincianos inexpertos que llegan hasta Madrid. Si ven a una señora con buena pinta, desesperada porque le han robado la cartera y pidiendo dinero… ¡Huye! Aunque llore amargamente y te diga que solamente quiere 20 euros para volver a su casa en la China mandarina. Te dirá que te deja su reloj en prenda, tú te negarás porque te dará corte y tú, que estas más verde que una judía, le darás los 20 euros que te pide. No lo hagas, por el amor de Dios, es un timo como el de la estampita. Cuando se lo has dado, crees que has hecho una buena obra y no, lo que has hecho es el mentecato. Sí, me ha pasado, ¿vale? (Os digo apesadumbrada) No he vuelto a prestar dinero ni a mi madre, hombre.

Corre como alma que lleva el diablo y huye de todos los timos que te vas a encontrar.
Corre como alma que lleva el diablo y huye de todos los timos que te vas a encontrar.

Has ido a Fnac a pasar la tarde

No para hacerte el moderno, no, en aquel entonces los hipsters estaban agazapados, como Rajoy en Doñana, en algún lugar de Nueva York para luego hacer su aparición estelar y llenar de barbas los garitos. Ibas a Fnac porque te alucinaba que existiera la posibilidad de escuchar las novedades musicales a través de unos cascos gigantes. Unos auriculares, por otro lado, que tenían un cable con el que podrías ahorcarte tranquilamente porque parecía más bien el flexo de la alcachofa de la ducha. Y no podías creer que hubiera una sala donde poder coger los libros y leerlos in situ, ¡¡¡¡sin pagarlos!!!! Una cosa loca la de Fnac que cuentas a tus coleguitas del puebli y te miran asombrados.

Primer día en la Fnac.
Primer día en la Fnac.

Crees que el Museo del Prado se ve en un pispás

Y no, ilusa de la vida. Tardarías días en poder apreciar toda la belleza que hay ahí dentro, pero haciendo que eres valiente y, por supuesto, fingiendo entendimiento desmesurado en la materia, paseas hasta sentir que debes amputarte los pies. Rendida, te sientas en la sala de Velázquez y lo único que deseas es suicidarte, pensando: “¿Quién me manda a mí venirme a estudiar aquí? La ciudad no es para mí”.

"El Prado me lo veo yo en un ratito".
«El Prado me lo veo yo en un ratito».

Has robado servilletas en McDonald’s

¿Sí o no? Sí, ¿a qué sí? Ay, pillines, lo sé, yo también lo hice. Lo confieso. Iba al Mc Donalds de la calle Silva y me ponía el bolso a reventar de servilletas, como si tuviera que hacer con ello un fuego tribal e invocar a un guapo senegalés. La vida estaba (y está) muy achuchada y la única opción de poder tener servilletas para ti y las visitas era esta. Robar está mal, lo sé, pero también es lo peor llevar leggings y aun ningún párroco lo ha comentado en su sermón dominical.

Robar está mal...
Robar está mal…

Has salido por Huertas para subir tu autoestima

Entre mis amigas esta zona de copeteo es conocida como ‘mercado de carne’. Es el lugar donde las chicas no pagamos entrada en los garitos y ellos, que quieren ver carne fresca, tienen que comprar un ticket con copa sí o sí. La vida es dura, amigos. Machista y dura, esto también. Si vas a Huertas y no te comes ni lo que se comió Mahoma, un carajo de goma, plantéate cuál es el problema de fondo.

Lo sentimos, así están las cosas.
Lo sentimos, así están las cosas.