Las películas Disney crean falsas expectativas respecto al amor y a la melena. En su mundo ideal, el príncipe azul no solo existe, sino que nos desea y tiene un corazón tan grande como nuestras expectativas amorosas, faltaría más; en esta realidad paralela, los animales antropomorfizados canturrean cada vez que una pareja de labios se acerca a otra. Pero esto, más o menos a estas alturas, ya nos hemos enterado de que no, que es ficción.

Hace ya tiempo (aunque tampoco mucho) que descubrimos que esto no era verdad.
Hace ya tiempo (aunque tampoco mucho) que descubrimos que esto no era verdad.

El cine, no contento con hacernos creer que el amor es un camino de rosas (y no de baldosas amarillas), también se ha empeñado en hacernos pensar que el sexo es muy diferente a lo que realmente es. Orgasmos inmediatos y acompasados por el erotismo hollywoodiense son solo un ejemplo del panorama que el cine se empeña en hacernos creer que es real. Cuando llega el momento de disfrutar de nuestro propio guión, las falsas expectativas nos empujen a un irremediable: “Luces, cámara y… decepción”. Aquí están los 14 mitos sexuales que el cine nos ha hecho creer:

El mundo mágico de Hollywood en el que te cruzas en la verbena con Ryan Gosling... © Cordon Press
El mundo mágico de Hollywood en el que te cruzas en la verbena con Ryan Gosling… © Cordon Press

– Suena una canción interpretada por un sensual saxofón en el preciso segundo en el que os dais un largo y ardiente beso el equivalente adulto al canturreo del animalario Disney posteriormente mencionado. Cualquier música que oigas, querida, es extradiegética, y en demasiadas ocasiones, es el tema We´re in trouble de Shampoo. Desafortunadamente, Barry White pocas veces es la melodía que elegiríamos para el encuentro.

No, Cumberbatch nunca se acercará a tocarte el violín al oído.
No, Cumberbatch nunca se acercará a tocarte el violín al oído.

– Las piezas del puzzle encajan a la perfección inmediatamente. Tras esta bella metáfora se esconden problemas que todas hemos sufrido. Desde el que «se equivoca de orificio» el “Mi perro se comió los deberes, profe” del sexo hasta el que no da con la postura que permite que todo empiece. El sexo no siempre va sobre ruedas tras el pistoletazo de salida. Y cuando hablamos de pistolas, mejor no hablar de gatillazos…

No, las piezas del puzzle no siempre encajan con tanta facilidad.
No, las piezas del puzzle no siempre encajan con tanta facilidad.

– Los dos llegan al orgasmo a la vez, tras unos gemidos perfectamente acompasados y unos rostros dignos de ser plasmados en mármol. Es difícil llegar la meta a la vez que tu acompañante, y las películas nos han hecho creer que estamos programados para estar tan sincronizados como Gemma Mengual. Por supuesto, cuando alcanzan el orgasmo, lo hacen con un cuidado sudor que empapa su pecho de forma sensual, nunca tan esperpéntica como en ocasiones lo hace. Suponemos que es lo que tiene que mientras tu sudor es fruto del esfuerzo, el suyo provenga de un spray que un ayudante ha rociado sobre el escote de la afortunada damisela.

En el cine todos están  tan sincronizados como Gemma Mengual.
En el cine todos están tan sincronizados como Gemma Mengual.

– El orgasmo SIEMPRE llega (y aquí podría terminar la frase y nos hallaríamos ante uno de los mayores mitos sexuales del cine) gracias a la penetración y siempre lo hace en cuestión de segundos. Pocas veces el personaje femenino, como el de Sissy Spacek en Malas Tierras, se atreve a decir al ver cómo su compañero termina un cortante: “¿Esto es todo?”. Por supuesto, los preliminares son para cobardes. Mucho se ha hablado de la escena de sexo oral de la película Perdida, en la que Ben Affleck pasa medio segundo dando placer a su chica. Cuando la vi esperaba ansiosa que llegara la comentada escena, pero cuando fui a coger una palomita, la escena (bueno, el frame) se había terminado. Maldita gula que arruinó los 0,25 segundos de lascivia de la protagonista.

¿El orgasmo siempre llega?
¿El orgasmo siempre llega?

– La postura del Misionero es LA POSTURA. En un 95% de las escenas de sexo, es el hombre el que está encima y se corona como el gurú de la sexualidad. La mujer se limita a echar la cabeza hacia atrás con la boca muy abierta, como dando gracias al cielo y a su almohada memory foam.

"Britney no lo está sintiendo".
«Britney no lo está sintiendo».

– Viven en un mundo sin enfermedades de transmisión sexual y en las que ella siempre toma la píldora. Al menos, eso explicaría la razón por la que un 98% de las veces no utilizan condón. De hecho, cuando lo usan, esa escena termina siendo comentada en todo tipo de blogs por novedosa.

¿Alguien ha visto un preservativo en una película? © Cordon Press
¿Alguien ha visto un preservativo en una película? © Cordon Press

– Y en el caso de que usen condón, el hombre será el que tome la iniciativa de utilizarlo, sin quejarse en ningún momento. Parece que solo los hombres de las películas estuvieron atentos en las clases de educación sexual, porque en el mundo real, hay muchos seres que intentan hacer “el ninja del látex”. Es decir: intentar que no te des cuenta de que nadie ha considerado oportuno utilizar un preservativo.

En Hollywood todo es un poco así.
En Hollywood todo es un poco así.

– Los hombres son maestros a la hora de desabrochar el sujetador… En el caso de que los desabrochen, porque en múltiples largometrajes (y la propia Carrie Bradshaw, desde su televisivo Sexo en Nueva York) la mujer termina teniendo relaciones con el sujetador puesto. En el mundo real, los hombres se abalanzan sobre esa prenda que cubre «su tesoro», y la quitan con cierta torpeza si hay más de un corchete.

Ah, ¿que resulta que no es así?
Ah, ¿que resulta que no pasa?

– Nadie lleva calcetines. Ellas suelen llevar tacones y ellos parecen tener la planta del pie hecha de algodón, porque nunca viven ese incómodo momento en el que cada uno se quita los calcetines. Y podemos dar las gracias si se los quita, claro…

Y... ¿los calcetines?
Y… ¿los calcetines?

– Ni tampoco joyas. Se pueden pasar toda la película con un claro horror vacui en materia de accesorios, pero antes de acostarse con alguien, nunca llevará uno de esos colgantes de los que has de despojarte si no quieres dejar tuerto a tu acompañante.

Uy Daisy, mejor será que te quites esas pulseras antes de meterte en faena. Que tanto diamante tiene pinta de arañar.
Uy Daisy, mejor será que te quites esas pulseras antes de meterte en faena. Que tanto diamante tiene pinta de arañar.

– Lo que sí hay es lencería de encaje. ¿Acaso estas mujeres nunca se han comprado un conjunto básico de Tezenis? ¿Llevan siempre un conjunto completo, no una braguita combinada con un sujetador de otro modelo completamente diferente? Por amor de Dior: no siempre anticipamos la jugada y sabemos que la noche va a terminar entre sábanas. Además, ¿qué hacen las actrices con sus Spanx cuando llega el momento de la acción?, porque de ahí no se sale fácilmente…

¿Cómo salen las actrices de sus fajas Spanx?
¿Cómo salen las actrices de sus fajas Spanx?

– Tras el sexo, se miran apasionadamente a los ojos con amor inusitado. Y hablamos de la primera vez que lo hacen. Mientras que los mortales aprovechamos ese momento para echar un vistazo a su habitación de forma sutil (“Oh, oh… ¿Eso es un libro de autoayuda?”) y soltamos una risita incómoda y ridícula cuando nos miramos, en las películas parecen estar viendo una película de amor francesa en las pupilas de su compañero de fechorías sexuales.

Hollywood nos hizo creer que todo era un camino de rosas.
Hollywood nos hizo creer que todo era un camino de rosas.

– Ellas hacen de las sábanas el palabra de honor perfecto para la gala del MET. De repente, se vuelven pudorosas y se tapan los pechos como si su padre hubiera aparecido en la habitación.

– Y, por supuesto, nadie va al baño. Demasiado banal para ocupar metraje. ¿Acaso ellas no han sido acosadas por el estigma de «si no vas al baño tras tener sexo, vas a pillar una cistitis curiosa»?

Y luego llega la vida real y...
Y luego llega la vida real y…