“El vino es una de las cosas más civilizadas del mundo”, decía Hemingway, y desde aquí no osaremos llevarle la contraria. Aunque, eso sí, señalaremos que las cosas han cambiado bastante desde los tiempos del señor Ernest. La pega a su afirmación la pondremos solo en que, hoy en día, el vino se ha erigido como uno de los pilares del postureo, así que de vez en cuando nos provoca ganas de todo menos de ser civilizados con el cuñado de turno que se las da de sumiller.

© The Restaurant
© The Restaurant

Por eso, expertos de pacotilla aparte, que nadie espere encontrar aquí frases hechas para pasar por uno de ellos. No, hoy de lo que hablaremos será de curiosidades y enseñanzas del vino aprendidas como se debe, en este caso, paseando por un viñedo. Concretamente en la sede en el Penedès de las Bodegas Torres, a la que viajamos para conocer el proceso de elaboración del Viña Esmeralda, uno de sus vinos más refrescantes.

Frases, anécdotas e historietas que sí te darán para más de una conversación frente a una buena botella de la bebida más antigua del mundo (con permiso del agua).

© P8ladas para Grazia.es
© P8ladas para Grazia.es

Todo empieza por el olfato:

Para degustar un buen vino hay que empezar por el aroma. En este sentido, señalar que buen olfateador se hace, no se nace (por lo menos no todo está en el ADN). Así que a las narices más negadas quizá les consuele saber, para empezar, que el sentido del olfato es una cuestión de práctica que se aprende y se enseña.

¡Que no cunda el pánico!: que el olfato no nace, si no que se hace. © The Apartment
El olfato no nace, si no que se hace. © The Restaurant

Cuestión de aromas:

La moda de las ginebras de autor (otro de los temas preferidos de cualquier postureador profesional) puede llevar a engaños y a algunos a pensar que un vino de aroma frutal ha sido infusionado con alguna fruta. ¡Nada más lejos de la realidad! Los aromas son, sencillamente, matices de la uva. Por ejemplo, en el Viña Esmeralda encontramos reminiscencias a manzana, albaricoque, rosa, fruta de la pasión y limón; aromas, que no ingredientes, que lo definen y que provoca la uva (ni siquiera el proceso de fermentación y crianza).

Limón, rosa, albaricoque, manzana y fruta tropical: los cinco aromas que pueden apreciarse en el Viña Esmeralda. © Grazia.es
Limón, rosa, albaricoque, manzana y fruta tropical: los cinco aromas que pueden apreciarse en el Viña Esmeralda. © Grazia.es

El roble, mejor francés:

El vino pasa de 12 a 18 meses, de media, en una barrica que puede estar hecha de muchos materiales. El mejor es (y si afirmas esto apuestas sobre seguro en el mundo de las frases hechas) el roble. Y más concretamente el roble francés (que el americano no es lo mismo). Cada una de estas tinajas le cuesta a una bodega unos 600 euros y tiene un periodo de vida de unos 4 ó 5 años así que ya pueden ser buenas.

Una vez en casa, las botellas deberían conservarse a una temperatura óptima de entre 12 y 15 grados. ¡Y siempre en posición horizontal para que el tapón esté hidratado!

La barrica, de roble francés. Por favor.
La barrica, de roble francés. Por favor.

A vueltas con el maridaje:

El maridaje, ese arte de combinar la bebida (ya sea vino, cerveza o whisky) con la comida, es otro de los platos preferidos de los sabelotodo. Pero nosotros preguntamos a los expertos de Viña Esmeralda, ¿qué combina con qué? Y nos sorprenden con un: “La norma es que no hay norma”, que nos suena la mar de bien.

Se trata de buscar qué platos establecen una buena alianza con cada vino, así que en este sentido lo importante es que lo disfrutes. Y que si a ti te gusta, que nadie te mire mal por combinar el tinto con el pescado.

Como regla general, nos explican, es importante la textura y saber que los platos funcionan o bien por cercanía, o bien por opuestos. Es decir, casarán igual de bien dos sabores antagónicos que otros muy parecidos. Aunque suene bizarro, es admisible aprenderse que la cercanía cromática suele funcionar: el blanco para el pescado, el tinto para la carne, el rosado para la pasta…

¿Comida con las manos maridada con los mejores vinos? Pues sí, por qué no. Eso hicieron en la primera edición del restaurante pop up 'The Restaurant' y fue un exitazo. © The Restaurant
¿Comida con las manos maridada con los mejores vinos? Pues sí, por qué no. Eso hicieron en la primera edición del restaurante pop up ‘The Restaurant’ y fue un exitazo. © The Restaurant
Aunque hoy los métodos de detección han mejorado, los rosales en los extremos de las viñas ayudaban a los vinicultores a identificar posibles enfermedades en la planta (que, antes de no tener remedio, afectan a las rosas). © Grazia.es
Aunque hoy los métodos de detección han mejorado, los rosales en los extremos de las viñas ayudaban a los vinicultores a identificar posibles enfermedades en la planta (que, antes de no tener remedio, afectan a las rosas). © Grazia.es

El tamaño perfecto:

El tamaño medio de una botella de vino es de tres cuartos de litro, hasta aquí nos sabemos la lección. Pero, ¿sabías por qué? Sencillamente porque 75 cl es la capacidad media pulmonar de los que se encargaban de soplar el vidrio para hacer estos recipientes.

Si el tamaño medio de las botellas de vino es de 75cl, se lo debemos a la capacidad pulmonar humana. © Viña Esmeralda
Si el tamaño medio de las botellas de vino es de 75cl, se lo debemos a la capacidad pulmonar humana. © Viña Esmeralda

Pues a mí me gusta:

Lo último, pero no menos importante: en realidad con el vino se debería tratar más de dejarse de tonterías y disfrutar. Porque saborear un buen vino sí que sabemos (de hecho, confesaremos que se nos da bastante bien).

Chin-chin
¡Chin-chin!

Vamos, que no hace falta ser una sibarita de los vinos (aunque tras leer esto quizá lo seas un poco más) para poder hablar de ellos y disfrutarlos. Así que la próxima vez que el camarero te dé a catar una copa no le redirijas hacia tu novio el comensal de delante. Coge la copa, saboréala (no hace falta que hagas gárgaras) y, a menos que aquello sepa a rayos, indica que puede servir al resto. Para todo lo demás, Vivino, un Shazam de los vinos que escanea etiquetas para facilitar precios, valoraciones o recomendaciones de otros usuarios. Y esto Hemingway no lo tenía.

Y quién sabe, si te haces muy experta, quizá te inviten a la próxima edición de The Restaurant, toda una experiencia en forma de cena pop up. El encuentro celebraba su primera edición hace un par de meses en la bodega original de Torres, en Vilafranca del Penedès, congregando a 15 comensales, creativos de varios países, que ni siquiera se conocían hasta esa noche.

Un momento de la velada durante la celebración de la primera edición del pop up The Restaurant. © The Restaurant
Un momento de la velada durante la celebración de la primera edición del pop up The Restaurant. © The Restaurant