Moda
Por Clemente Corona
Este año, olvídate de las cenas de empresa, el magisterio de los cuñados y las multitudes en las tiendas. Pon tierra de por medio rumbo a ocho lugares cuyas propuestas pintan la Navidad como lo que realmente es: un momento del año para ser disfrutado a tope.
Lisboa, ¿quién dijo melancolía?
Si hay una ciudad que ha cambiado su fondo de armario de arriba a abajo en estos últimos años, es Lisboa, más de moda que nunca. La rua Garret luce esplendorosa, las calles del Chiado y Alfama se han poblado de hoteles boutique, coctelerías, barberías y talleres de artesanos, y las multitudes siguen llenando el Café de A Brasileira, haciéndose selfies con la escultura de Pessoa, guardando pacientemente la línea para subir al tranvía 28 o comiendo en el Time Out Market, el antiguo mercado da Ribeira, reconvertido en centro gastronómico imprescindible.
No hay que faltar a la plaza del Comercio, adornada con el árbol navideño tradicional, y que tiene como fecha grande el 31 de diciembre, cuando millares de lisboetas y visitantes despiden el año con champán y uvas (pasas, eso sí).
En la Isla Bonita, tradición entre volcanes
Belenes, flores de pascua y rondallas marcan el ritmo navideño en La Palma, que tiene su epítome en el municipio de San Andrés y Sauces, en cuya iglesia se celebra el Nacimiento más espectacular de la isla, una Misa del Gallo celebrada al son de castañuelas, tambores, flautas y rasquetas, y con todos los personajes del Belén vestidos con trajes tradicionales.
No acaba ahí la Navidad en La Palma: la reapertura hace un par de meses de la Ruta de los Volcanes rearma las ganas de perderse entre la exuberante naturaleza que enmarca este bellísimo lugar de volcanes extinguidos o fauna y flora endémicas.
El desierto tunecino, un espejimo hecho realidad
Si a los Reyes Magos les guió una estrella, al afortunado que ponga rumbo al desierto tunecino le guiará la Vía Láctea al completo. Teniendo como base la ciudad de Tozeur, se podrán vivir con intensidad unas navidades diferentes con planes que incluyen alojarse en hoteles boutique en el palmeral de Tozeur (uno de los mayores del mundo), jugar a ser Han Solo en los escenarios de rodaje de Star Wars cercanos a la ciudad, asombrarse ante la frondosidad de los oasis de Chebika y Tamerza, o dormir al raso bajo el cielo estrellado del Sáhara en campamentos como el de Zmela.
Además, en diciembre, tiene lugar en Douz el Festival Internacional del Sáhara, cita anual imprescindible de la cultura bereber: carreras de camellos, mercados artesanales y todo tipo de actividades culturales tradicionales.
A bocados en Noruega
Bergen no es solo una de las ciudades más bellas del continente sino que, en estos días, se convierte también en una de las más sabrosas. Y es que, hasta el 31 de diciembre, este escenario de cuento atrae a miles de viajeros de todo el mundo deseosos de visitar Pepperkakebyen: una inmensa recreación en miniatura de la propia ciudad realizada con galletas de gengibre por los niños de los colegios y guarderías de la villa.
Es esta una de las tradiciones navideñas más populares de Noruega, un país de naturaleza desatada donde, en estas fechas, absolutamente todo (desde el espectáculo de las auroras boreales a los impresionantes fiordos coronados por la nieve, pasando por el ambiente callejero de Oslo o la propia Bergen) sabe a Navidad.
La Dordoña: rumbo a la prehistoria
El 15 de diciembre se inaugura en el corazón de la bellísima Dordoña francesa el Centro Internacional de Pinturas Rupestres de Lascaux: un imponente complejo que recrea las pinturas prehistóricas de la cueva de Lascaux, consideradas –junto a las de Santillana- como las más importantes del planeta. La cueva, descubierta en 1940 por cuatro adolescentes, es recreada a la perfección: las pinturas de la gruta, la temperatura, la humedad, la luz, los sonidos…
Un auténtico viaje sensorial a la prehistoria gracias al uso de herramientas audiovisuales y tecnología virtual, que puede tener el broche perfecto en la histórica Périgueux, la capital de la provincia, convertida cada sábado en un auténtico paraíso para gourmets con la celebración de sus mercados de productores locales.
Río, ‘mais’ que nunca
Se acabó el suspirar ante el televisor contemplando cómo se festeja la Nochevieja en las playas de Río de Janeiro. Convertise en uno de los más de dos millones y medio de cariocas que celebran el fin de año en la playa de Copabana llena de esperanza en el año nuevo a cualquiera.
El Reveillon (que así se llama la fiesta) arranca a las ocho de la tarde con actuaciones musicales en diferentes escenarios ubicados a lo largo de la orilla, y tiene su apogeo en los castillos de fuegos artificiales que se lanzan desde los barcos varados en la bahía de Río. ¿Las mejores panorámicas para contemplar el show? Pues a bordo de cualquiera de esas embarcaciones, desde la noria del Fuerte de Copacabana o instalados en los miradores del barrio de Santa Teresa.
Miami: navidades al sol que más calienta
Interminables desfiles de descapotables por Collins Avenue, rascacielos que brillan como diamantes reflejados en las aguas de Miami Beach que, por cierto, están vigiladas por casetas de socorristas pintadas en tonos pastel como los de los edificios art-decó… La Navidad en la ciudad más sensual de Estados Unidos es todo un derroche de color, vitalidad y hedonismo; también, un espectáculo made in USA.
Para disfrutarlo, basta con acercarse a Village of Merrick Park, en Coral Gables, y contemplar el tradicional encendido del árbol de Navidad, en el que participará el Miami Royal Ballet. Para disfrutar en familia, la propuesta más irresistible es la del recién inaugurado Santa’s Enchanted Forest, un parque temático sobre la Navidad con más de cien atracciones. Y no hay que perderse el popular Winterfest Boat Parade, un desfile de yates decorados para la ocasión y adornados con luces, que se celebra el 10 de diciembre.
Con Papá Noel en Núremberg
La coqueta ciudad alemana de Núremberg es cuna del mercadillo de Adviento más antiguo del mundo, el Christkindlesmarkt, que se celebra hasta el día 24 de diciembre en la Hauptmarkt, a la sombra de la catedral. Desde luego, aquí se encuentra todo lo que uno espera de un mercado así: casetas de madera decoradas con acebo donde se sirve vino caliente y se venden objetos navideños hechos a mano; aroma a genjibre que lo inunda todo; copos de nieve cayendo, y sonidos de villancicos interpretados a capella.
Mientras, en la Hans-Sachs-Platz, se ubica el otro gran mercadillo de la ciudad, el de los niños, con carruseles, un trenecito a vapor y orondos Papá Noel por todas partes. Por el frío, no se preocupe: la mayor olla con ponche caliente de vino y ron del planeta (la llamada Feuerzangenbowle) se encuentra en el Christkindlesmarkt. ¡De nada!
*Este artículo se publicó originalmente en el número de diciembre de ‘Shopping&Style’, el suplemento del último jueves del mes con ‘El País’.
