Son varias las autoridades, desde médicos hasta bomberos o cirujanos estéticos (sí, hemos dicho ‘bomberos’), que alertan del peligro que conlleva llevarnos a la cama a nuestro amiguito. Así que se acabaron las tonterías. Di adiós al móvil en tu habitación y vuelve al despertador de toda la vida. Nos lo agradecerás.

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1. Es el mayor enemigo del sueño.

Los ingresos en los centros de salud por tratamientos de desórdenes del sueño han aumentado una media del 12% cada año desde 2008. Son datos de la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, pero extrapolables a todos los países en los que el smartphone se ha convertido en un invitado perenne en el dormitorio: el 70% de los españoles lo usa como despertador. Y, según datos de la británica Ofcom, ocho de cada diez personas no lo dejan apagado o en modo avión mientras duermen, lo que genera un estado de hipervigilancia, que no nos permite descansar correctamente (somos más vulnerables a despertarnos) ante la posibilidad de recibir un mensaje o llamada. De hecho, cuando el móvil está en la mesita, esa comprobación compulsiva, perdón automática que hacemos de la pantalla tiene consecuencias de noche: según un estudio de Oracle, los españoles consultamos nuestro teléfono unas 150 veces diarias y no podemos estar más de una hora sin abrir Whatsapp, dicen desde The Phone House.

El problema es la luz azul que emiten las pantallas, más intensa en las brillantes y de altísima calidad de los nuevos dispositivos (los televisores también emiten esa luz azul, pero no suelen estar tan cerca de tus ojos). Según el doctor Charles Czeisler, investigador del sueño en la Universidad de Harvard, esta luz, al incidir en la retina (la parte del ojo que transmite mensajes al cerebro) informa erróneamente a nuestro organismo de que es de día (sí, hay otros relojes biológicos) y en lugar de producir melatonina (la hormona del sueño) aumenta los niveles de cortisol (la hormona de la vigilia… y del estrés).

Piénsalo: con un despertador normal podrás hacer esto…

2. Aumenta el riesgo de incendio, sobre todo para niños y adolescentes.

Un cuerpo de bomberos estadounidense ha lanzado la voz de alarma: el 53% de los niños y adolescentes cargan el móvil o la tablet bajo la almohada, lo que impide que el calor generado se disipe. Y, sin llegar a tanto, según Popsugar, el 89% de los adolescentes siempre tienen el móvil en su área de descanso. Las fotos de una cama en la que el incendio se pudo controlar a tiempo deberían ayudarnos a tomar la decisión…

3. Acelera el envejecimiento.

Desde hace años, los médicos estéticos están advirtiendo que el abuso del móvil genera arrugas prematuras en el cuello y aumenta el doble mentón debido a la postura que nos obliga a adoptar, por no hablar de los efectos sobre la epidermis de esas pantallas llenas de gérmenes. Según un estudio del Departamento de Microbiología de la Universidad de Barcelona, tu móvil puede alojar hasta 600 bacterias, ¡30 veces más que las que hay en la taza del WC!

Ajam. Pues sí. Menudo asquito.

En la cama, la postura, que ‘acorta’ el cuello es aún más forzada. Aunque no hay estudios que corroboren la relación, lo cierto es que el aumento de uso de móviles ha sido paralelo al aumento de demanda de intervenciones estéticas. ¿Lo más curioso? Según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, el número de personas que se sometieron a cirugía estética para corregir su mentón o barbilla ha crecido exponencialmente, más que el de aumento de mamas, inyección de toxina botulínica y liposucción juntos.

4. Es malo para tu desarrollo moral.

Suena antiguo (y lo es, pero no por ello menos cierto): ya en siglo XVII, el filósofo (y matemático, y físico, e inventor de la calculadora y prácticamente de todo menos tonto) Blaise Pascal aseguró que “todas las miserias del hombre derivan de su incapacidad de no estar en silencio en una habitación a solas”.

Moraleja: si quieres ser feliz, aprende a aburrirte y a no estar enganchada a las distracciones. Que el móvil está muy bien… ¡pero no en la cama!

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