Se hace llamar Saturnina Gallardo, aunque en los hospitales ya la conocen por Enfermera Saturada o Satu. A pesar de todo, su círculo más cercano, el de compañeros y compañeras de camilla y box, sabe que en realidad es un hombre de 32 años que se llama Héctor Castiñeira y que trabaja en un hospital de Lugo… eso sí, como enfermero.

Cuando alguien bajo este pseudónimo (nacido en Twitter, esa gran máquina de personajes) es, un par de años después, conocido porque su nombre se destapa en la Feria del Libro de Madrid, es porque ha triunfado. Y lo ha hecho bajo una premisa: contar su día a día como enfermero eventual en un micromundo como es un hospital y en una Sanidad cuyos recortes han llevado a situaciones dramáticas, pero también estrambóticas. Leer El tiempo entre suturas es, palabra, un no parar de reír.

© Facebook Enfermera Saturada
© Facebook Enfermera Saturada

¿Quién es Saturnina Gallardo, Enfermera Saturada o Satu, para los amigos?
Enfermera Saturada es una joven treintañera que nació en los 80 y se siente un poco engañada. A ella le dijeron que si estudiaba, iba a la Universidad y sacaba buenas notas, el día de mañana sería una mujer de clase de media que tendría un trabajo y una familia con la que irse de vacaciones, con un coche… pero la engañaron vilmente porque, efectivamente, estudió Enfermería, sacó buenas notas pero se dio de bruces con la precariedad, tanto en el plano sentimental como en el laboral.

Ahora, Enfermera Saturada trabaja como eventual o, como digo yo, de jornalera en los hospitales, solo cobra si la llaman para trabajar. Vive en Madrid, en un piso alquilado, mientras intenta sobrevivir a la modernidad de la ciudad.

¿Cuándo surge la idea de hablar por la boca de Satu? Todo surge en febrero de 2012, porque tenía la necesidad de contar mi día a día y el del resto de compañeras del hospital. Ahora estoy en un hospital de Lugo pero, previamente, sí estuve por varios hospitales de Galicia y del resto de España y te pasa de todo. Por eso creé una cuenta en Twitter, la de una enfermera saturada por el ambiente laboral, los recortes sanitarios y la precariedad. Va creciendo hasta ahora, que tengo más de 52.000 seguidores en esta red social (@EnfrmraSaturada). Un año después me pasé a Facebook y otra locura, con más de 70.000 fans. Posteriormente creé un blog para desarrollar más las historias que contaba y me decidí a sacar un libro, La vida es suero. Opté por la autoedición porque ninguna editorial me hizo caso, y fue tal el éxito que al final acabaron llamándome para publicarlo…

'El tiempo entre suturas', el nuevo libro de Enfermera Saturada, sale el 22 de octubre a la venta.
‘El tiempo entre suturas’, el nuevo libro de Enfermera Saturada, sale el 22 de octubre a la venta.

El humor es la mejor manera de luchar contra el dolor… Me ha servido como escudo porque, realmente, la parte más bonita que tiene la profesión de enfermero es que estás presentes en todas las etapas de la vida, para lo bueno y para lo malo. Pero todo eso te afecta, te lo llevas a casa, y la forma de sobrevivir en el mundo es ponerle humor negro a la situación. Y ayuda también contra la mezquindad de ciertas compañeras. Sí, también. Es un mundo principalmente femenino, con un 85% de mujeres. Por eso mi personaje es femenino, sabía que, así, mis compañeras se iban a identificar más. ¿Alguna de ellas se ha visto reflejada en alguno de los prototipos que expones? ¿Te has sentido en «peligro» por ello? ¡Ja, ja! Bueno, algunas están deseando despellejarte vivo, pero hay que hacer humor también con eso. Hace poco, en Facebook, colgué una foto de hienas riéndose y lanzaba la pregunta: ¿Quién es la chica que ha venido a cubrir la baja de Fulanita? Todas entendieron la broma. Sí han comprobado que hay situaciones que hemos vivido juntos, pero no doy nombres nunca. 

¿Hay castas en el mundo de la Sanidad?
Sí las hay, sobre todo lo que yo llamo el postureo sanitario. Entre los médicos, por ejemplo, hay un estatus: no es lo mismo ser un especialista en una cosa que en otra. Nosotros, en Enfermería, en el día a día, no lo notamos. Es curioso, pero esa clase la marca el paciente, que valora más al médico, que es el que manda. Te dicen incluso que es tu jefe, pero no lo es: mi jefa es la supervisora de Enfermería.

En el libro haces una fantástica división entre tipos de enfermeras pero, ¿cuál harías entre esos pacientes? Hay uno que es que yo llamo Rata de Hospital: el paciente que por desgracia tiene un montón de patologías y está siempre ingresado y se conoce mejor al personal que la propia supervisora. Después está El de la Privada: es el típico que siempre es atendido por la Sanidad privada y, cuando ingresa en la pública, se escandaliza porque, para que el televisor funcione, tienes que echarle monedas. Siempre suelta algo así como: “En mi hospital de pago no es así”. Lo que no saben es que ese hospital privado considera que la patología de su paciente no es rentable a la hora de ser tratada y por eso lo deriva a la Sanidad pública. Otro podría ser El Conocido, muy habitual: llega aquí y te dice que conoce a una enfermera bajita, morena y con gafas que trabaja en el hospital. «¿La conoces?», te pregunta. «Que sí, hombre, que sí, que es de mi pueblo…» Y uno que me encanta: El Chulito. Es aquel que, lo primero que te suelta, es: “Tú no sabes quién soy yo”. Y seguramente será el presidente de su comunidad de vecinos. O también te puede decir: “Yo pago tu sueldo”… Es un micromundo con gente de toda condición, aunque casi todos los pacientes hacen honor a esa denominación y tienen más paciencia que nadie. 1   ¿Qué situaciones te has visto obligado a vivir debido a los recortes? Muy extrañas y penosas, como que te ingrese un paciente y no tengas medicación para darle porque es cara y te veas obligado a pedirle al acompañante que vuelva a casa para buscar esa medicación habitual porque en el hospital no la tenemos. Claro, no lo entienden, están en un hospital, ¿cómo no va a haber?

Lo más movidito y divertido deben ser las Urgencias, ¿verdad?
Sí, en ellas te encuentras de todo: por ejemplo, Carnaval o Halloween suponen un cachondeo, porque te llega la gente disfrazada y no sabes qué es maquillaje y qué no, qué puede ser sangre artificial y qué sangre real… Y hasta que no limpias, no lo sabes.

Por otro lado, los eventuales también salimos esas noches, sin beber, claro, pero no nos quedamos en casa: por tanto, si te llaman para trabajar, llegas al hospital disfrazado de mariquita o de bruja… Recuerdo a una compañera que apareció vestida de monja y fue corriendo a cambiarse porque era la época en la que se hablaba mucho de los bebés robados y a ella le tocaba reforzar el turno en el área de Partos… [Risas].

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¿Llegan a urgencias más chonis o más pijas? ¿Cuáles son las peores?

Lo curioso es que cuanto más pijas son, más tienen a un padre que se planta delante de ti y te dice que su hija no ha bebido, que la han engañado y le han echado algo en la copa. Y son los que más veces dicen eso que comentaba antes: “Tú no sabes quién soy yo”.

No te pediré nombres, pero, ¿alguna famosa ingresada que sin maquillar de susto?
Nos pasó con una actriz, que estaba rodando una película por Galicia y se hizo un esguince. Aún no la habían maquillado ni peinado y, cuando vino, estaba hecha una furia. Pasamos todos para verla, con la excusa de coger una gasa o cualquier cosa y, cuando salíamos, todos coincidíamos: “¿Pero esta mujer es la que me habéis dicho que es?”. Mucho más coco de lo que te esperabas, la verdad. No diré quien es. Bueno, solo que ahora está en Hollywood. [Risas].

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¿Y algún famoso insufrible? Cuéntanos el pecado pero no el pecador…
Te contaré el caso contrario, es decir, famosos encantadores. Por ejemplo, Luis Tosar, que estuvo aquí porque tenía un familiar ingresado y fue encantador. Y también lo fue Clara Lago, que igualmente vino a ver a un familiar y de maravilla. Se hizo fotos con todo el personal.

En conclusión, que si me pongo enfermo y pregunto por ti, ¿qué puedo esperar?
Te dirán que, en realidad, me llamo Héctor pero, realmente, Enfermera Saturada podría ser cualquier enfermera de cualquier hospital porque todo lo que reflejo son situaciones que vivimos diariamente; esa es nuestra realidad. Y, a pesar de la saturación y lo apurada que esté, tratará de pararse contigo y darte el mejor trato posible, independientemente de la situación y los recortes.

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