Balas de paja, sellos personalizados, mesa de chucherías con más de 20 tipos de golosinas, fotomatón, letras gigantes con las iniciales de los protagonistas… Hace no demasiado tiempo, una lista como esta sería surrealista y del todo heterogénea. Sin embargo, hoy no tenemos duda de que hablamos de los preparativos de una boda (y no precisamente una boda sencilla). De hecho, no hay enlace que se precie que no cuente con alguno de esos objetos o detalles (si no todos). Elementos campestres incluidos.

¿Estamos preparados para una boda ‘sencilla’? © Carolina Herrera

Nos guste o no, la personalización de las bodas ha dejado de ser una tendencia para consolidarse como parte esencial de cualquier enlace. Hace tiempo que dijimos adiós al combo ‘ceremonia aburrida y soporífera + ágape en un salón random + barra libre de bar de pueblo’: la búsqueda de la diferenciación, lo original, lo cosmopolita y el toque simpático y divertido son, en lo que a bodas se refiere, ‘el nuevo negro’.

«Los novios quieren diferenciarse del resto de bodas y que no falte un factor sorpresa que llame la atención de sus invitados», explica Teresa Tejedor, planificadora de bodas. Como si de un guión cinematográfico se tratara, se reparten momentos divertidos, emotivos, únicos… a lo largo de toda la celebración, y no solo en la ceremonia, al comienzo del convite o durante el tradicional primer baile. «A la hora de hacerlo más personal y diferente se ha pasado a unos excesos que, a mi entender, son un poco exagerados en algunos casos. Se nos ha ido un poco de las manos…», añade Mónica Merlo, propietaria de la empresa de organización de bodas Something Old.

¿O preferimos contar con toda la parafernalia?

Excesos que pasan por una puesta en escena digna del mejor tramoyista: «La decoración del espacio se ha convertido en un detalle fundamental», dice Teresa. Que levante la mano el que no haya visto letras gigantes con las iniciales de los novios en alguna de las bodas a las que ha ido en los últimos tres años. Y es solo un ejemplo…

Marta Álvarez, planificadora de bodas, más que de complicación, prefiere hablar de multitud de opciones: «Las bodas han evolucionado a un día de fiesta personalizado, donde cada pareja recrea un sueño. Como cada vez existen más opciones y están a nuestro alcance, son más los que quieren tener en su boda lo que han visto en redes sociales», aclara.

De hecho, la tendencia es, partiendo de lo que podríamos denominar una boda clásica, hacerla nuestra. «Cada vez hay menos bodas donde los novios hagan lo que ‘supuestamente’ se suele hacer. Nada está establecido. No hay una forma de hacer las cosas. Claro que hay protocolos clásicos, y casi todas las bodas parten de esa base, pero después nos adaptamos a cada pareja», prosigue Marta.

Según las expertas, no hay vuelta atrás. «Hoy en día tenemos distintos tipos de bodas: íntimas, informales, temáticas, románticas, rústicas… y por supuesto también bodas clásicas, aunque, eso sí, con una imagen renovada y buscando siempre un punto de diferenciación», afirma Teresa. Incluso el concepto de sencillez se ha renovado: «Es un error pensar que sencillo es sinónimo de tradicional. No tiene por qué», dice Mónica Merlo. «Más que bodas sencillas, lo correcto sería denominarlas íntimas, con menos invitados, espacios más recogidos… pero igualmente cuidando hasta el más mínimo detalle», añade Teresa Tejedor.

¿Cómo crees que sería la boda de Olivia Palermo? Sencillita… ¿no? © CordonPress

A la hora de buscar culpables, las redes sociales tienen tanta responsabilidad como la mera comparación con las bodas de las amistades o familiares que lo hicieron antes que nosotros. «Esas bodas cercanas influyen muchísimo más de lo que parece, hasta el punto de que, a veces, parece que es una cuestión más de competir o de destacar que de simplemente celebrar un compromiso y pasarlo bien. Ves a novios muy tensos, preocupados en exceso porque todo salga perfecto. No hay que olvidar que, cuanto más se complica una boda, más tensión se genera en ella», dice Mónica.

Es en momentos de tensión donde la figura de un planificador de bodas, ajeno a esa posible ‘competencia’ entre amigos, ejerce un poder balsámico. «Al pretender una excesiva personalización, algunas parejas corren el riesgo de desviarse del significado que tiene el evento y llevar a cabo detalles o servicios sin sentido. Ahí radica la esencia de nuestro trabajo: el buscar las necesidades reales de cada pareja y hacérselo ver a cada una de ellas, para poder realizar un evento realmente personal, más allá e independientemente de lo que hicieron sus primos, amigos o de lo que han visto en Pinterest», explica Marta.

Y dale que te pego al móvil.

Pinterest y, sobre todo, Instagram, son las nuevas herramientas de los novios para encontrar ideas. «No se busca tanto el subir una foto de tu boda como de buscar inspiración. Son muchas las parejas que tienen ya hecha su lista de favoritos y la usan para indicarnos aquellas cosas que les gustan. Desde ahí, y tomándolo como referencia, trabajamos en el diseño de su boda a medida», dice Teresa. «Lo importante es que los novios estén felices con lo que están haciendo… y eso también se refleja en las fotos», añade Mónica.

En el nuevo concepto de sencillez, la honestidad es el factor clave, según las expertas. «Hay muchas maneras de realizar una boda y muchos presupuestos para crearla, simplemente hay que tratar de ser realistas. A partir de ahí las opciones son infinitas», dice Marta.

No hay que dejarse llevar por el pensamiento de ‘vamos a ser menos que el resto’. «Una boda sencilla no es menos boda. Hacer algo fastuoso si no hay posibilidad de ello solo es apariencia. Yo prefiero las bodas en las que hay más contenido emocional, ya que se recuerdan más que las que son solo barrocas, en cuanto a menús exagerados, días de festejos, etcétera», concluye Mónica.

Al final lo importante es pasarlo bien (y bailar, claro).

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