A todas nos encantan las fiestas, pero ir sola a un evento exige coraje, mesura ante la soledad del corredor de(l) fondo (de la barra) y habilidades sociales. Si tu +1 te ha dado plantón a última hora o tienes que ir a una fiesta de ámbito laboral en la que no conoces a nadie, tranquila: años como periodista han hecho de la que firma este texto una experta en desenvolverse por las fiestas como pez en el agua sin más compañía que la de su no llamen a Alcohólicos Anónimos todavía, no es necesario copa.

Ir sola a una fiesta

 

Un estudio llamado Inhibited from Bowling Alone publicado en el Journal of Consumer Research y llevado a cabo por Rebecca Ratner y Rebecca Hamilton hace hincapié en la magia de estar solo: “Tenemos miedo de que los demás crean que somos unos perdedores. Hay que cambiar las normas y hacer ver que es guay hacer cosas solo”, señala Ratner. El estudio demuestra que nos sentimos más cómodos si estamos solos en actividades consideradas funcionales que en las que entran en el plano del hedonismo, como es el caso de las fiestas. Tenemos algunas pautas para disfrutar de la soledad en cualquier celebración (sin parecer un bicho raro) y hacer de lo hedónico el mayor placer sin compañía.

© Fotograma de 'Tres bodas de más'
© Fotograma de ‘Tres bodas de más’

ALCOHOL Y OBJETIVOS 
Lo sabemos: los miedos se afrontan mejor con una copita de más, pero esa falta de inhibición que acompaña a las bebidas alcohólicas nos fuerza a rogarte que los excesos los cometas en compañía de personas cercanas. Nada es peor que tener que aguantar a un ser etílico que se tambalea sobre ti al grito de “¡No tengo amigos!”. Esta exclamación es una invitación a ser rociada con spray de pimienta.

Ir sola a una fiesta

 

Sin embargo, es cierto que al llegar a una fiesta en la que no conoces a nadie, coger una bebida de la bandeja y hacer de ella tu bastón a lo largo de la inspección del terreno que te dispones a realizar es una gran idea. Bebe a sorbos pequeños y aprovecha esos momentos para otear a los grupos ahí presentes. Si estás en una fiesta o presentación de moda, es probable que te encuentres con grupos de rubias apolíneas que te miran con cara de pocos amigos. Nada de mirarles de vuelta con desprecio: nunca se sabe quiénes van a terminar siendo tus Mean Girls al final de la noche.

Para acercarte a hablar con una mujer desconocida, nada como alabar alguna de sus prendas. Quizás sea el comienzo de una conversación plagada de rutas de compras desconocidas, quizás sea un fiasco, pero de cualquier modo, terminarás por lograr una compra segura (la de la prenda que te gusta, no la de la dama, se entiende).

© Cordon Press
© Cordon Press

Cuidado con lanzarte a repartir tus tarjetas personales a diestro y siniestro si se trata de un evento de trabajo. Una cosa es darte a conocer y otra parecer un relaciones públicas del bar La Ofrenda.

No caigas en la trampa de beber cada vez más rápido presa de los nervios (¡nadie te habla!) o de la euforia (“¡Tengo amigas y solo las conozco de hace dos minutos y 30 segundos!”). Si has logrado aguantar en un grupo, no querrás dejar claro que más dura aún que la llegada a esta cima será la caída. Además, darás a ese grupo de rubias esmirriadas la comidilla que llevan toda la noche buscando (y sí: solo han pasado 15 minutos desde que ha comenzado la fiesta pero, en la noche, el tiempo corre a otro ritmo).

Si se trata de un evento de trabajo, acércate al publicista, al encargado de prensa o el responsable de la marca. No solo están obligados a ser simpáticos (en las fiestas quieres que alguien te sonría, aunque sea simplemente porque le pagan por hacerlo), sino que te presentarán a muchas personas susceptibles de ser agradables o incluso de ser tus futuros compañeros de trabajo. Networking, querida, networking (de ahí, una vez más, la necesidad de medir el alcohol).

Ir sola a una fiesta

 

LA COMIDA: OTRO ARMA DE DOBLE FILO
Si estás en una fiesta de moda no querría yo tirar de estereotipos, pero suele ser como lo voy a relatar el 85% de las veces, casi nadie comerá. Las bandejas girarán a tu alrededor repletas de deliciosos (y saludables) alimentos, pero las asistentes se limitarán a dejar escapar un “Mmmmm” bajito mientras siguen con la vista la bandeja -si el camarero fuera Velencoso, no se darían cuenta- y continúan con su conversación sin probar bocado. Si se trata de un evento con periodistas de otro sector (o con paparazzis, más amantes de la comida), la cosa cambia. Podrás comer lo que quieras sin ser mirada con recelo y encontrarás en los alimentos una mina sobre la que conversar.

"¿Aquí hay comida?"
«¿Aquí hay comida?»

Eso sí, aunque el catering sea de la mismísima Samantha Vallejo-Nágera, cuidado con comer como un orco hambriento. El plan es que parezca que quieres hablar con la gente, no devorarla.

Se lleva mucho hacer fiestas en las que la comida americana y el fast food están involucrados. Sabemos que no son lo mejor para tu dieta, pero son peores para tu ropa, que puede terminar siendo utilizada como servilleta por ti misma ante los nervios de ser vista con un charco de ketchup alrededor de tus labios.

Ir sola a una fiesta

 

BAILANDO, ME PASO EL DÍA BAILANDO
Nada es más aterrador que una persona que afirma que le encanta ir a fiestas sin compañía porque “es muy hablador y le gusta conocer gente nueva”. Inmediatamente, nos ponemos en el papel del que ha de escuchar la conversación del solitario extraño y entendemos que ciertamente es una persona “muy habladora”, pero también muy pesada. Sin embargo, una persona que ama bailar siempre suscita curiosidad. No te decimos que te marques el baile de Mónica y Ross de Friends en Nochevieja, ni que dances cual Van Damme en la película Kickboxer, pero si te lanzas a la pista de baile en lugar de quedarte en una esquinita del local, tendrás más posibilidades de ser invadida por la euforia de la música y te atreverás a hablar con más gente.

Ir sola a una fiesta

 

DRESS CODE 
Tu madre siempre te decía eso de “sé tú misma” en el colegio, pero nosotros no te lo vamos a repetir. Lleva tu look un poco más allá de lo habitual en tu mundo. Aunque es esencial que no te sientas disfrazada, una pincelada diferente puede darte un empujón para perder la vergüenza. Al igual que cuando te pones una máscara todo parece más fácil, llevar un elemento que no es habitual en ti podrá ayudarte a sentir que estás interpretando un pequeño papel.

© Fotograma de 'Maria Antonieta'.
© Fotograma de ‘Maria Antonieta’.

Llevar unos tacones un par de centímetros más altos de lo habitual, por ejemplo, te hará sentir diferente y te obligará a comportarte de otra forma. No te vistas excesivamente sexy (las mujeres te mirarán con desconfianza y los hombres se lanzarán sobre ti con más ganas que un hambriento).

Si todo falla y no has conseguido hacerte con la fiesta, recuerda: es una fiesta, no una cárcel. En el momento en el que no estés cómoda, huye. Al fin y al cabo, el cementerio está lleno de valientes.

© Fotograma de 'El Gran Gatsby'.
© Fotograma de ‘El Gran Gatsby’.