Ser una auténtica aventurera en el comer podría ser más beneficioso de lo que pensamos a la hora de mantener la línea. Una idea que contrasta con la que normalmente tenemos de los foodies, cuyo apetito por la comida podría arrastrar a consumir de más fácilmente y acabar con kilos de más. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Cornell, en Nueva York (miembro de la prestigiosa Ivy League), publicado en la revista médica Obesity, quiere demostrar lo contrario.

Según los autores del mismo, los amantes de probar cosas nuevas -los foodies más intrépidos- demostraron tener masas corporales menos grasas. Y todo por haber incorporado a su dieta una amplia variedad de alimentos. Las mujeres que aceptaron ser ‘conejillos de Indias’ en las pruebas que se desarrollaron en la propia universidad tuvieron que identificar qué cosas comían y qué no. Aquellas que señalaban alimentos poco usuales como el kimchi (la col coreana), la polenta o la lengua de ternera, calificadas como ‘neofilas’ en el estudio, resultaron ser las más sanas.

¿Eres na foodie o reaccionas igual que 'Asco' ante palabras como kimchi o callos?
¿Eres una foodie o reaccionas igual que ‘Asco’ ante palabras como kimchi o callos?

En cierto modo, los nutricionistas ya manejan para las dietas la importancia de la variedad de la comida. Así, por ejemplo, uno de los trucos que recomiendan a la hora de mantener un régimen en el que las ensaladas son base fundamental de comidas y cenas es, precisamente, incorporar todo tipo de verduras y hortalizas, dentro de las permitidas. “Siempre recomendamos que las ensaladas de quien quiera perder peso tengan entre tres y cuatro tipos diferentes de verduras y, a ser posible, que sean además de colores diferentes. Como la medida apropiada es el centro de un plato llano, evitas el cansarte de comer siempre lo mismo, aportas una cantidad de vitaminas, minerales y nutrientes mucho más variada y, además, ayuda a no ver la dieta como una losa. Hay que huir de la típica de lechuga, tomate y cebolla”, explica la nutricionista Valeria Castagna, de Clínica Ravenna Madrid.

Las estadísticas no solo mostraron una mejora en el índice de grasa corporal, sino también a la hora de tener herramientas sociales e interactuar con otros. Así, según los científicos de Cornell, los foodies tienden a hacer más amigos en torno a la mesa y les preocupa más qué comen que la cantidad (de hecho, suelen comer menos). Además, fueron definidos como “más activos e interesados en mantenerse saludables y en conocer la tradición culinaria”. La parte negativa es que se presentaban como “poco interesados en saber el precio de lo que comían” con respecto a los más conservadores.

© Fotograma de 'Come, reza, ama' (2010).
© Fotograma de ‘Come, reza, ama’ (2010).

Estos últimos, que arriesgan poco en sus menús, demostraron ser más fácilmente influenciables por la publicidad de comida con famosos, el diseño de los envases, la facilidad de preparación de la comida y su precio. Claro que, precisamente por ello, algunos aplauden iniciativas de famosos por comer sano como la actriz Gwyneth Paltrow (desde su web Goop), la modelo Valentina Zelyaeva (con recetas de smoothies de verduras) o, ya en nuestro país, la presentadora de televisión Patricia Pérez, conocedoras todas ellas de su poder de influencia.

El doctor Brian Wansink, uno de los coautores del estudio, cree que el mayor beneficio del mismo es que “los dietistas tienen ahora una herramienta en la que basarse para crear dietas más variadas, incluyendo alimentos nuevos, animando a sus pacientes a experimentar sin sentirse restringidos por la dieta de siempre”. Es cierto que, en muchos ocasiones, comer como un hipster gastronómico implica un gasto mayor en comida, por lo que el truco, para quien no pueda descubrir cada semana un sabor nuevo o un plato del que jamás antes oyó hablar, es, sencillamente, abrir la mente –y la boca– a las recetas más diversas y sanas que tengamos a mano. No es necesario comer lo más raro que encontremos, basta con saber variar; cuanto más, mejor.

De paso, estaremos educando a nuestro cerebro… o este a nosotros. ¿Sabías que, cuando comes algo fácil de digerir y saludable en nutrientes, hay un mecanismo en él que hace que la siguiente vez que lo comamos nos resulte aun más rico al paladar? Y es que nuestro cuerpo tiene sus propias herramientas para alentar al foodie que llevamos dentro.

Estos son los 16 alimentos ante los que debían contestar las mujeres que participaron en el estudio. Hay que haber comido, al menos, 9 de ellos para ser un ‘foodie oficial’. ¿De cuántos presumes tú?

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