Ligar por Tinder ya no está de moda. Quizás la razón sea que nos gusta darle la vuelta a todo, que no nos lo pongan fácil, en definitiva. Ahora es Instagram el escenario del flirteo online. ¿El problema? Mientras que las apps de dating 2.0 están concebidas, lógicamente, para tontear, el resto de las redes sociales escapan de estos códigos, por lo que es fácil terminar siendo víctima de la ausencia de herramientas para conseguir a tu conquista. Enamorarte o superar una ruptura a través de Instagram es harto complicado y, en ocasiones, doloroso.

Atenta a los 6 puntos por los que muchas hemos pasado al intentar buscar el amor en una app hecha para compartir fotografías, no sentimientos. ¿Acaso no es el corazón lo suficientemente complicado como para empeñarnos en añadir aún más filtros y dificultades?

Cada vez que usas Instagram para ligar, muere un unicornio. © Wu Gui Qi

1. La foto mamporrera
Llevas días sin saber de él. Ya no te escribe mensajes instagrameros y necesitas llamar su atención. Así que te haces cientos de selfies hasta que consigues el fotón definitivo, ese que subes como si nada. Y es entonces cuando llega el peor enemigo del amor: la espera. ¿Dónde está su like?, te preguntas mientras actualizas una y otra vez la imagen intentando olvidar que en Instagram no hace falta refresh alguno. Y de repente… ¡Un mensaje! ¡SU mensaje! ¡Ha caído en la trampa!

2. Stories de la nada
“Qué demonios le pasa?”, te preguntas al comprobar que no mira tus stories. Porque no lo niegues: cada vez que subes algo, compruebas si lo ha visto. Puede que 300 personas hayan visto ese vídeo en el que bailas cual Beyoncé, pero tú solo buscas SU nombre. Y si tu historia desaparece tras las 24 horas pertinentes y él no lo ha visto… Das tu historia por perdida. En ese momento, el hastío existencial se hace contigo y maldices al mundo por ir en tu contra. Con lo sencilla que era la vida antes, ¿por qué todo se ha torcido tanto? ¿Es el filtro Valencia el culpable de tu desdicha o es Cupido el que te la está jugando?

3. Infartar: el verbo que te acompaña siempre
En toda red social aparece tarde o temprano nuestra peor pesadilla: un programa que anuncia que puedes averiguar quién mira tu perfil. Por descontado, no lo ves como una oportunidad, sino como una sombra que se cierne sobre tu salud mental. Porque como realmente funcione y ÉL sepa que miras su perfil diez veces al día, te van a encerrar. Y con razón. Afortunadamente, estos programas suelen ser un fail, pero oh amiga, el día que no lo sean… Será tu fin.

A ver quién te cree ahora…

4. Espionaje para dummies
Porque no solo miras su perfil con tal asiduidad que sabes quién da like a cada una de sus fotografías, sino que visitas las cuentas de cada mujer atractiva que le firma. Y las odias en secreto, mientras examinas su belleza y compruebas cómo esa fémina se erige en tu mente como tu mayor amenaza. Estás tan ensimismada en tu desgracia ficticia que se te escapa algo importante: que en realidad, es su prima.

5. Ese dichoso corazón
El miedo a dar al corazoncito, ese que le hará ver que le espías con sigilo, se multiplica ante el pavor a revisar esa foto que te mandó hace un par de semanas, ampliarla para mirarla embobada y… descubrir que sin querer has dado like. Por lo que a él le llegara una notificación de que te ha gustado esa imagen que te mandó hace tiempo. En realidad, esa notificación bien podría contener este mensaje: “Está obsesionada contigo y revisa vuestros mensajes para analizarlos cual demente”. Nunca un corazón hizo tanto daño. Nunca.

6. La venganza del unfollow
Las traiciones amorosas las pagamos en Instagram. Que se lo digan a Bella Hadid, que dejó de seguir a Selena Gomez cuando se enteró de que sale con su ex. Afortunadamente, el que dejes de seguir a tu ex no será noticia mundial, pero si se da cuenta (hay programas que te avisan, y estos SÍ funcionan), prepárate para una posible charla incómoda. Por cierto: si te enfrentas a una ruptura, lo mejor es dejar de seguir a sus amigos. Se nos olvida que siguen en nuestra red y cuando te descuidas, te encuentras una foto de tu ex tomando algo felizmente y maldices el día en el que te olvidaste de borrar a su séquito.