En la era en la que los restaurantes no solo se eligen por sus platos sino también por su decoración, los ordenadores son bonitos, e incluso femeninos, y las bicis además de un medio de transporte eco podrían colgar de las paredes de un museo de arte contemporáneo, los libros no iban a ser menos. Atrás quedaron los días en los que engancharse a una novela no era (visualmente) fácil, y comenzar el “ladrillo” de turno daba más pereza que la última temporada de Cuéntame. Ahora, gracias a sus portadas, los libros nos atrapan desde las estanterías de las librerías hasta la última página. Y es que, cada vez más, los lectores no se conforman únicamente con tener entre sus manos una buena historia, también quieren vivir un amor a primera vista con su carta de presentación: la ilustración o imagen que veremos noche tras noche en nuestra mesilla antes de acostarnos.

“La portada es parte esencial del libro, y sugiere aquello que el lector encontrará en su interior”, cuenta a Grazia Javier Ortega, director editorial de Lunwerg, un sello que siempre ha apostado por la imagen de sus títulos. Pero esta corriente no solo salpica a las editoriales indies, las más convencionales no están exentas de renovar su imagen: “La reciente crisis de ciertos libros de texto ha provocado la incorporación de contenidos visuales por parte de editores menos habituados a las imágenes que buscan un valor extra. Muchas veces la portada puede ser dicho reclamo”, añade Ortega.

'No sin mi barba' y 'Maual del perfecto festivalero'. © Ludenweg
‘No sin mi barba’ y ‘Manual del perfecto festivalero’, ambos publicados por Lunwerg.

Así que las editoriales ya se han puesto la pilas y se han adaptado a los nuevos tiempos en los que la estética es una parte fundamental a la hora de comercializar un producto. Gonzalo Muiño, diseñador gráfico e ilustrador ha sido el encargado de las ilustraciones del último libro de Lorenzo Caprile, él cree que “contratar a un ilustrador, a un fotógrafo o a un calígrafo significa aumentar los costes, pero afortunadamente las editoriales se han dado cuenta de que invertir en la portada les sale rentable y aumenta el caché de su catálogo. Hasta ahora, creo que en España no estaba muy afianzado el diseño de portadas como tal. Estamos acostumbrados a ver libros con las mismas una y otra vez: series que no están cuidadas, colecciones cuyos títulos no tienen nada que ver unos con otros, fotos con el texto colocado sin ningún gusto… Poco a poco hay más portadas cuidadas y, sobre todo, pensadas”.

Libros con portadas ilustradas
‘De qué hablamos cuando hablamos de estilo’ el libro de Lorenzo Caprile ilustrado por Gonzalo Muiño.

Sin embargo, como en todo (nadie querrá volver al restaurante de moda si por muy bien decorado que esté, no ofrece una comida de calidad), las portadas no pueden garantizar más ventas, aunque sí más atención, que no está mal para empezar; para convertirse en un best seller hace falta mucho más: un buen contenido, que es el que finalmente determina si una obra es de calidad. Con su experiencia, Ortega nos confirma nuestras sospechas: “Puede suponer algún incremento de ventas, pero el mercado está lleno de libros con muchísimas ventas a pesar de tener portadas horribles”.

¿Cómo se gestiona ese trabajo para que todo encaje? “Si es un libro de artista, en conversación con el artista, tratando de mostrar del mejor modo posible el contenido. Si no es un libro tan personal, se decide igualmente en el equipo editorial en función de las necesidades de cada libro: el tema, el formato, la encuadernación…”. Para Muiño es uno de los trabajos más bonitos y gratificantes que existen: “El proceso de creación suele ser largo, hay muchos cambios y en ocasiones se hace frustrante, pero ver llegar un libro con tu portada es la mejor recompensa. Soy un defensor del papel y es interesante ver cómo algo que tú has creado interactúa con los lectores, me he encontrado portadas mías rebuscando en librerías recónditas, o en el metro, ¡incluso en Instagram! Y eso siempre es una sorpresa agradable”.

'Cosas que nunc
‘Todo lo que nunca te dije lo guardo aquí’ (ilustrado por su autora, Sara Herranz) y ‘Cosas que nunca olvidarás de tu erasmus’, publicados por Lunwerg, y ‘La chicada los planetas’, publicado por Suma de Letras e ilustrado por Sara Blanco.

No es un trabajo fácil porque, a la hora de poner cara a una historia, la línea que separa el mundo interior de un ilustrador con el gusto del público en general es tan difusa que no es fácil saber si una portada tendrá éxito: “Hay autores que se involucran más en el proceso de trabajo que otros y aportan sus ideas, hay otros que prefieren ver las opciones finales y decidir. Lo único común en todos es que son ellos los que tienen la última palabra, si no les gusta la portada… ¡a volver a empezar!», nos cuenta Muiño.

Y es que la percepción positiva o negativa de ese trabajo es tan subjetiva que ¡¿cómo podemos saber si atraerá al público o no?! nos preguntamos: “El diseñador Chip Kidd hace una prueba cuando termina una portada. La coloca entre los libros de una tienda y espera a ver cuántas personas cogen el libro. Si no llama la atención lo suficiente, rehace el trabajo”. Y no lo dice cualquiera, sino toda una eminencia dentro del mundillo que comparte su sabiduría, al más puro estilo Club de la Comedia en el canal TED.

Las portadas de Chip Kidd.
Las portadas de Chip Kidd.

Kidd domina a la perfección ese “no sé qué” que debe tener una portada de éxito, el denominado efecto imán que nos atraerá desde que lo veamos en el escaparate. “Una invitación a entrar en un mundo que te llama poderosamente la atención y que, sin darnos cuenta, se hace necesario”, nos dice Ortega. En su versión femenina, Joan Wong es una de las ilustradoras más aclamadas en Estados Unidos, junto a Janet Hansen, la creadora de una de las portadas con más éxito del año pasado, la de Marina Keegan, la joven promesa de la literatura estadounidense que falleció con tan solo 22 años.

Dos de las portadas ilustradas por Janet Hansen.
Dos de las portadas diseñadas por Janet Hansen.
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Dos postadas firmadas por Joan Wang.

Y en España, además de las propuestas de la editorial Lunwerg (en la que se pueden encontrar portadas con un gran reclamo visual como las del Manual del perfecto festivalero, No sin mi barba o Cosas que nunca olvidarás de tu Erasmus), el sello independiente Blackie Books reúne en su catálogo todo un mundo gráfico por descubrir.

Dos de los últimos libros editados por Blackie Books.
© Blackie Books.

Con esta nueva generación de libros, ¿quién quiere seguir leyendo en su viejo eBook en blanco y negro? ¿Llegará un momento en el que el libro electrónico incluya las portadas de papel en movimiento? Según Ortega, “Nadie puede decir hacia donde va el mercado, ya que es libre y soberano. A nosotros de momento nos interesa el papel. Pero todo puede llegar a ser complementario. Al final, lo que interesa es seguir creando libros y contenidos tan interesantes, que los lectores quieran compartir y los sientan como parte suya, para dedicarles una parte de su tiempo entre otras múltiples opciones”.

Al fin y al cabo, con o sin buenas portadas, lo importante es no perder la buena costumbre de leer. ¡Feliz (todos los) día(s) del libro!

Algunas de las portadas diseñadas o ilustradas por Gonzalo Muiño.
Algunas de las portadas diseñadas o ilustradas por Gonzalo Muiño.