Es un hecho consumado desde hace meses: las cupcakes ya son historia. Quizás la puntilla a esta moda que llenó de colorines nuestras meriendas y de palabrejas como frosting nuestro vocabulario se la diera Tamara Falcó, la enésima famosa que lanzó un libro de recetas de estas magdalenas hiperazucaradas. O más bien ¡quién sabe! la culpa radique en la fiebre repostera que conllevó tanto horneado a media tarde; una producción en masa de la que ni otra moda, la del running, pudo librarnos. Pero sí, la burbuja de las cupcakes explotó, llevándose por el camino cronuts y cakepops de brownie a Dios gracias.

La fiebre repostera coincidió en el tiempo con un fenómeno que algunos trendsetters no dudaron en calificar también como burbuja: la de las hamburguesas de autor. De hecho, no sería frívolo pensar en todo ello como una única tendencia: la del American Diner, que tan pronto te sirve una doble cheese con un batido de fresa bien colmado de nata montada como te acompaña un brownie con helado de vainilla y un sandwich de ensalada de pollo.

Llegó la fiebre del patinaje
Sin embargo, a diferencia de las magdalenas de colores, las hamburgueserías se mantienen en pie. Es más, continúan un ascenso imparable en pos de conquistar el Olimpo gourmet con cada vez más aperturas de restaurantes y franquicias llamadas a servir ‘la hamburguesa definitiva’, convenciendo a nuestro paladar con carne cocinada en parrillas con leña de árboles exóticos, picando terneras japonesas con el mejor foie o, incluso, horneando todo tipo de pan pensado por y para ese maridaje de cheddar y bovino.

La última de estas novedades refuerza esta tendencia: la reapertura del Rolling Dance & Burger, uno de los locales emblemáticos de Madrid en los años 80 que, además, mantiene su ubicación sobre la estación de Chamartín. Al más puro estilo high school norteamericano (como si hubieran salido de Grease y en cualquier momento fueran a entrar por la puerta Sandy y Danny) su propuesta es clara: burger, batidos y patines.

Llegó la fiebre del patinaje
Y es que en su gigantesca pista de 900 metros cuadrados hay espacio de sobra para todo tipo de loopings y cabriolas, las mismas que podrán ayudarnos (¿por qué no?) a la ‘operación biquini’ o a recordar aquellos tiempos escolares en los que, sin Internet ni nada que se le pareciese, éramos los dueños de la calle subidos a esas botas gigantes con ruedas, en línea o no.

© Roller Boogie (1979)
© Roller Boogie (1979)

Son muchos los que disfrutaron del Rolling en los 80, entonces niños o ya adultos que recuerdan aun sus grandes bolas de cristal y las luces de neón, y que hoy se acercan a practicar o rememorar viejas andanzas… uno de ellos, además, para ver cómo está el negocio. Jaime Durán, uno de los responsables y jugador de hockey durante más de una década, aprendió a patinar allí. “La idea es ofrecer una oferta de ocio global, más allá del patinaje. Es por ello que hemos apostado por ofrecer una restauración de calidad en un entorno ‘diner’, contar con DJ’s residentes que pongan una cuidada selección musical y que los patinadores se sientan en casa”, explica.

© Rolling & Burger
© Madrid Rolling Dance & Burger
© Madrid Rolling Dance & Burger
© Madrid Rolling Dance & Burger

Como auténticos hipsters que son, la troupe de Alaska y Mario Vaquerizo ya se ha dejado caer por allí. Bimba Bosé o Topacio Fresh fueron algunos de los que les acompañaron. Ellos saben bien lo que significó este local en aquella década clave del ocio y la cultura madrileña.

Además, renace en un momento en el que el patinaje está más de moda que nunca. Solo en Madrid suman más de una docena los lugares donde es posible ponerse unos patines y rodar (eso sí: que te sirvan también hamburguesas, solo en Chamartín). En Barcelona, la Asociación de Patinaje de la ciudad ya ha superado los 800 socios y ha diseñado 12 rutas, de unos 20 km cada una, para recorrer la Ciudad Condal sobre ruedas (y cada viernes, por la noche).

© Cordon Press
© Cordon Press

Por otro lado, en Guadalajara, el pasado 19 de abril, se dieron cita campeones de todo el mundo en el evento Roll’n’Roll, demostrando que esta tendencia no se limita a las grandes capitales.

Si han vuelto Heidi (ahora en 3D), los complementos fluorescentes e incluso los mostachos, ¿por qué iban a ser menos los patines? Una moda que, a diferencia de las cupcakes, si se mantiene, nos pondrá a todos unos glúteos de escándalo.