Cuando no estás ni siquiera embarazada tu visión del parto suele ser la que te dan las series de televisión y las películas que, por alguna extraña razón suelen utilizar ese momento para ponerse dramáticos y aterrorizar a las futuras madres. Durante años nos preguntamos para qué demonios querría Escarlata O’Hara romper sábanas en tiras y poner agua a calentar, y a mirar aquella escena de la dulce Melania Wilkes dando a luz con terror. Series como Anatomía de Grey en la que cada parto es una excusa para que ocurra una desgracia más grande que la anterior tampoco contribuyen a disipar nuestros temores. ¿Pero cómo es de verdad un parto? ¿Qué hay de cierto en todo esto? Te contamos las 12 cosas que nadie cuenta del momento de dar a luz:

Fotograma de 'Qué esperar cuando estás esperando', con Jennifer Lopez. © Cordon Press
Fotograma de ‘Qué esperar cuando estás esperando’, con Jennifer Lopez. © Cordon Press

1. No es necesario salir corriendo al hospital.

Salvo que hayas tenido hijos antes (y aún así) be water, my friend. La primera fase, la de dilatación suele durar en primerizas entre 5 y 8 horas y es perfectamente normal estar mucho más. Así que no hay necesidad de levantarse de la mesa de la comida familiar y salir pitando si hemos roto aguas, salvo que estas vengan manchadas. Es preferible esperar a que las contracciones sean regulares (cada cinco minutos en el caso de primerizas) y pasar parte de esa fase en tu casa porque vas a estar mucho más cómoda. Además, si llegas con poca dilatación al hospital lo más probable es que te manden a casa y tú no quieres estar yendo y viniendo en esas circunstancias ¿verdad?

 

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2. No siempre empieza rompiendo aguas.

Hay quien rompe aguas de repente -conocí a una que llevaba un bote de pepinillos en el bolso por si le ocurría, tirarlo al suelo y disimular (basado en hechos reales)- pero normalmente no suele ser tan escandaloso: puedes tener una pequeña fisura e ir perdiendo líquido progresivamente o bien incluso llegar a dar a luz sin haberlas roto. En algunos sitios las pueden romper de manera artificial aunque no está recomendado.

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3. Nada de tumbarse.

Tumbada todo duele mucho más. Lo mejor es encontrar la postura adecuada para que te duela menos. Hay quienes prefieren caminar, otras se duchan porque el agua caliente alivia el dolor, se pueden utilizar pelotas de dilatación (sí, esa pelota de pilates que te compraste pensando que en algún momento harías deporte en casa tiene otro uso) o incluso pasarlo en un sitio tan glamouroso como la taza del wáter. Todo mejor que estar tumbada.

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4. Las contracciones duelen.

Sí. Mucho. Estás acostumbrada a ver películas en las que las parturientas, a punto de dar a luz, sostienen conversaciones interesantes con cualquiera. Salvo que tengas la epidural puesta y te haya hecho efecto (algo que no siempre pasa, por cierto) la verdad es que las conversaciones sobre si eres más de Kant o de Hegel son irreales. Bastante tienes con lo tuyo, la verdad, como para ponerte metafísica.

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5. En algunos hospitales te rasuran.

Hace años la costumbre era dejarte como la Barbie, con una depilación brasileña extrema, pero con cuchilla (y ya sabéis lo guay que es cuando empieza a crecer el pelo… ¿no os pica solo de pensarlo?). Ahora esto ya no es así. No es necesario depilarte más de lo que lo hagas habitualmente y normalmente al hospital se llega un poco en tejonstyle porque entonces hará bastante meses que dejaste de verte aquello. Como mucho pueden rasurarte un poco la zona entre la vagina y el ano por si hay que coser… pero esto tampoco es estrictamente necesario.

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6. Cuando empujas… aprietas.

Así, en general. Y no discriminas por qué orificio. Antiguamente se ponía un enema para evacuar previamente pero no es obligatorio. Hay quienes por pudor lo prefieren y quienes bastante tienen con lo suyo como para preocuparse por estas cosas y deciden que sea lo que tenga que ser. Y también a quienes el parto les hace ir muy ligeras así que no necesitan nada de nada. En todo caso es tu elección.

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7. Bye-bye vergüenza y pudor.

Al que inventó los camisones de hospital deberían meterlo en la cárcel porque no hay manera de mantener la dignidad con eso puesto. Tienes que elegir: o enseñas lo de delante o lo de detrás. Gracias a dios en general durante el parto te olvidas de la vergüenza y pierdes el pudor. La verdad es que estás a lo tuyo y te importa un pito si se te ve la teta o el trasero. Eso sí, no es obligatorio que os meta mano hasta el apuntador, ni aunque estéis en un hospital universitario. Podéis pedir que se identifiquen y os digan quienes son los que se acercan, algo que debería ser muy a menudo. Si no hay cambios, un tacto cada cuatro horas es razonable, más no.

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8. Jadear como un perrito no es útil.

Habrás visto a muchas mujeres en las películas jadeando como un perrito. ¡Error! Ese tipo de respiración, de mantenerla mucho tiempo, puede llega a producirnos mareos. Existen maneras mucho más eficientes de ayudarnos a controlar el dolor durante las contracciones con la respiración. Cuando has alcanzado una dilatación de 10 centímetros te dirán que estás en completa y que puedes empezar a empujar. En realidad aunque no te lo dijeran lo harías porque sientes ganas como de ir a hacer caca y no puedes aguantarte. Comienza el expulsivo y la respiración tiene que cambiar. En las clases de preparación al parto te enseñarán a pujar y no, no se trata de entrar en eBay e hincharte a hacer compras para que los empujones sean lo más efectivos posibles.

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9. Anestesia epidural, ¿sí o no?

Muchas mujeres creen que es la única opción, pero no es así. Hoy en día hay mujeres que prefieren no utilizarla porque puede tener efectos secundarios tanto para la madre como para el bebé. No es lo habitual, pero puede pasar. Hay parturientas que deciden pasar sin ella y otras que apenas entran por la puerta la piden. Si te van a administrar oxitocina sintética para ayudarte en la dilatación es importante que sepas que las contracciones son más dolorosas. Por el contrario, una epidural administrada demasiado pronto puede frenar el trabajo del parto.

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10. El expulsivo es la fase más corta.

Por las películas pudiera parecer que todo es empujar en un parto. Y no. Esa es en realidad una fase mucho más corta. A veces se soluciona en dos empujones (literalmente) y otras veces puede durar hasta una hora.

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11. ¿Desgarro o episiotomía?

Visualizad el sitio por donde tiene que salir el niño y… bueno, a veces aquello no cabe y se produce un desgarro en el perineo que es la zona entre la vagina y el ano. Puede intentar evitarse con masajes con aceite de rosa mosqueta y, sobre todo, con los ejercicios de Kegel para fortalecer el suelo pélvico. Hay quien es partidario de dejar que se produzca el desgarro y quien prefiere realizar una episiotomía, que es un corte controlado. En general en España las tasas de episiotomías son muy superiores al de los países de nuestro entorno. Preguntad cuáles son las tasas de episotomía en el centro donde vayáis a dar a luz, si es público, y a vuestro ginecólogo, si vais a dar a luz por privado.

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12. Al dar a luz, todo se olvida.

Vale, la verdad es que todo todo no, pero nuestro cuerpo está preparado para enamorarnos de ese pequeño que acabamos de conocer y que, por cierto, está mucho más lleno de sangre de lo que suele verse en el cine. Todo no se olvida, pero tener a tu bebé en brazos hace que al menos el esfuerzo valga la pena. Y tanto lo vale que muchas… ¡hasta repiten!

Grazia Rachel y Ross tienen un bebe