Lo vemos cada vez más: restaurantes que prohiben la entrada a los niños (con carteles que corren por las redes sociales despertando simpatías y odios entre dos bandos enfrentados) u hoteles para adultos en los que no se permite el acceso a los que no superen cierta edad. Y quejas. Muchas: historias sobre cenas arruinadas por un niño asilvestrado en la mesa de al lado; viajes en tren que se asume serán insufribles cuando se sienta un bebé en la fila de delante…

¿Cada día somos más intolerantes con los niños en espacios públicos o cada día son más molestos?
¿Cada día somos más intolerantes con los niños en espacios públicos o cada día son más molestos?

Pero, ¿qué piensan las que son madres de todo esto? Discutimos con un grupo de blogueras especialistas en maternidad.

Hablamos con las madres de la blogosfera sobre una tendencia al alza: el odio a niños en espacios públicos.
Hablamos con las madres de la blogosfera sobre una tendencia al alza: el odio a niños en espacios públicos.

LA NIÑOFOBIA, ¿EXISTE O SON LOS PADRES?

La niñofobia es “un rechazo injustificado hacia los niños”, explica Vanesa Piñero, de Una madre como tú; definición que matiza Catalina Echeverry, de Mamá también sabe: “Aunque el término no está muy bien acuñado, creo que a lo que se refiere es a la falta de tolerancia cada vez más evidente hacia los niños y sus comportamientos naturales. En inglés esto se llama misopedia y es el odio e intolerancia a los niños y preadolescentes”.

La definición está clara, en lo que no hay tanta unanimidad, sin embargo, es en decidir si realmente hay niñofobia en nuestra sociedad: “Claro que existe ese rechazo a tener niños cerca por una parte de la sociedad. Además, también afecta a padres que, cuando no están con sus hijos, tampoco quieren tener niños cerca”, opina Martina Calzada, autora de No sin mis hijos. Para Beatriz, de Ni blog ni bloga, el concepto es perfilable: “Hay personas que han decidido no tener hijos por diferentes motivos y prefieren vivir en paz y armonía sin ‘sufrir’ las alegrías de los pequeños. Es su decisión y tan respetable como la nuestra”.

¿Odio hacia los más pequeños o simplemente deseo de descansar? “Yo soy madre. Mis hijos me han hecho sentir ternura por otros niños, pero eso no significa que quiera estar rodeada de niños a todas horas. A veces busco paz, a veces está bien ir a sitios donde sabes que no va a haber. Pero eso no es niñofobia”, apostilla Nuria Puig, de Con gorro y a lo loco.

A Claire Underwood le encantan los niños. Mogollón.
A Claire Underwood le encantan los niños. Mogollón.

¿MOLESTIA O INTOLERANCIA?

“Los niños nunca molestan, son niños. Como espectadora, cuando un niño hace algo intento entender por qué lo hace. Creo que en general estamos faltos de empatía. Con mis hijas trato de ir a sitios donde ellas vayan estar a gusto porque si ellas están bien, yo estoy bien. Si no van a estar cómodas, prefiero no ir”, nos cuenta Natalia Martín, de Las historietas de mamá y de Mujeres y Madres Magazine.

“La idea que se transmite es que los niños tienen que estar siempre aparte porque molestan. La tolerancia cada vez es más reducida”, opina Martina, “venimos de una educación autoritaria en la que se somete al niño a obedecer indiscriminadamente: a veces lo que se ve como falta de educación es simplemente un comportamiento de niños, acorde a su edad”. Mientras Vanesa recuerda: “Los niños tienen que viajar, ir al banco, al médico y a muchos sitios, y el resto debemos comprenderlo. Hay tan pocos niños que se nos ha olvidado cómo es tenerlos a nuestro alrededor”.

Es absurdo pretender que los niños se comporten como adultos, ¡son niños!
Es absurdo pretender que los niños se comporten como adultos, ¡son niños!

ENTONCES, ¿PROHIBIMOS NIÑOS?

Con respecto a la tendencia cada vez más común de prohibir la entrada de niños en hoteles, restaurantes o incluso ciertos vagones del tren, las blogueras de maternidad dividen sus opiniones. Algunas, como Nuria, comprenden las restricciones: “La prohibición, en general, me disgusta porque la mayoría de las prohibiciones, con un poco de sentido común por parte de los padres, no serían necesarias… pero cuando lo que falla es esto hay que poner coto de otro modo”.

Beatriz también lo entiende, pero recuerda que los niños no son los únicos que pueden llegar a molestar en espacios públicos: “Nos parece estupendo que pongan un letrero anunciando que los niños no son bienvenidos en hoteles y restaurantes. Preferimos no entrar que estar aguantando las malas caras del camarero de turno. Al fin y al cabo no deja de ser un negocio, en el que no encajamos. En cambio en el transporte público no lo veo bien, hay gente que molesta igual o más que los niños: adolescentes con el móvil a todo trapo, gente que se pasa todo el viaje con las notificaciones del movil encendidas o los pseudoejecutivos que se pelean por teléfono como si estuvieran solos”. En general las prohibiciones no gustan, aunque se pueden llegar a entender; eso sí, siempre sin perder la perspectiva, para que ese ‘sin niños’ no se convierta en la norma.

¿Corremos el riesgo de que los restaurantes 'sin niños' se conviertan en la norma?
¿Corremos el riesgo de que los restaurantes ‘sin niños’ se conviertan en la norma?

Y EL ‘BIENVENIDOS, NIÑOS’, ¿DÓNDE ESTÁ?

“Me encantaría que hoteles y restaurantes empezaran a colgar carteles de ‘bienvenidos los niños’, para compensar”, pide Vanesa, abriendo un nuevo melón en el mundo infantil: los restaurantes kid friendly.

“Cuando yo era pequeña ir al restaurante era un drama soporífero. Había que estar sentada en la mesa, aburrida hasta que terminaran los mayores, que además no hacían más que alargar las conversaciones. Hoy en día sí que hay oferta: parques infantiles de exterior, de interior, esquinas de juego…”, recuerda Nuria. Mientras que la visión de Catalina es algo distinta: “Creo que el tema de lugares family friendly está muy estereotipado. O bien son restaurantes de comida rápida, con espacio de bolas o resorts con campamentos y monitores. Pero son pocos los que dan la bienvenida a los niños de forma inclusiva, sin llevárselos de la mesa. Muchos de estos sitios tienen menús de niños pero nunca adaptan los menús normales a las raciones de niños. Creen que todos comen pizza, croquetas o pasta”. Y es que idear un espacio donde los niños son bienvenidos es mucho más que eso. “Con que traten a los niños igual de bien que a los adultos yo me conformo, que de las pinturas ya me ocupo yo”, sentencia Vanesa.

Rapunzel fue a muchos restaurantes con sus padres.
Rapunzel fue a muchos restaurantes con sus padres.

A la hora de la verdad, ¿qué restaurantes eligen los padres? Resulta que la mayoría mira más allá del menú infantil: “Los niños a veces son ciudadanos de segunda, no se les trata con la misma dignidad que a los adultos. Parece que se les puede dar cualquier cosa con salsa de tomate”, explica Martina. Y es que en el fondo, de lo que se trata es de escoger un restaurante en el que se coma bien y en el que a los niños les apetezca estar (sin que esto implique toboganes o camas elásticas). “Voy donde sé que estaré cómoda con ellos. Y donde a ellos les apetece, porque nosotros también estaremos cómodos”, resume Vanesa. Así que señores hosteleros de España piensen en lugares para los adultos, pero en los que también puedan estar bien los niños. Porque los padres, cuando descubren un sitio así, suelen volver.