«Llevo meses sin tener sexo con nadie y lo peor es que ni lo echo de menos, ni tengo ganas», me decía mi amiga Laura mientras arreglábamos el mundo en la barra de un conocido afterwork. Me hizo gracia la manera en la que me realizó tal confesión: en voz baja ni los perros la escucharon, ruborizada y mirando a un lado y a otro como si la policía fuese a detenerla por escándalo público.

No me apetece tener sexo
¡Qué quebraderos de cabeza nos dan los asuntos de la cama! © Cortesía de Fox

Laura está soltera, como yo. Y si bien es cierto que las personas sin pareja nos vemos obligadas a hacer frente a rachas de escasez sexual, más de una amiga casada también se ha visto inmersa en este tipo de situación: «La última vez que mantuvimos relaciones sexuales hacía frío, pero qué queréis que os diga… Debo estar asexual perdida porque no las echo de menos», apuntó Carlota durante una escapada de chicas a la playa en plena ola de calor. ¿Asexual perdida? Igual se nos estaba yendo el tema un poco de las manos. Yo misma he de confesar que he atravesado períodos de sequía sexual por elección propia y nunca he pensado que me pasara nada raro. Es más. He estado semanas sin ni siquiera masturbarme y me he quedado más ancha que larga.

Y otras veces me he pasado de la raya… lo reconozco.
  • ¿Qué nos pasa cuando el sexo se convierte en algo prescindible?

Alarmada por la manera en la que las mujeres nos enfrentamos a estas situaciones y la poca información que recibimos al respecto, decido que lo mejor es consultar con un experto en la materia. «Los problemas de libido pueden estar presentes durante toda la vida o pueden producirse en determinados momentos, muchas veces relacionados con acontecimientos conocidos. En el primer caso hablamos de una asexualidad (ser asexual), mientras que el segundo se describe generalmente como un trastorno hipoactivo del deseo sexual», explica el doctor Jan Tesarik, especialista en Ginecología y Medicina de la Reproducción.

Aunque reconozco que necesito profundizar más en ambos conceptos.

Vale, todo correcto. Pero, ¿cómo sé yo si soy A o B? «Las personas asexuales no sienten nunca atracción sexual o solo son capaces de sentirla en condiciones muy determinadas. La asexualidad se puede considerar como una orientación sexual más, al mismo nivel que la heterosexualidad, la homosexualidad o la bisexualidad», aclara. Pienso en mí y en mi amiga y me doy cuenta de que ninguna de nosotras o eso creo es asexual. Más que nada porque ambas hemos sentido atracción sexual en algún momento de nuestras vidas (a veces mucha) y, además, no han tenido que alinearse los planetas para que eso pasara.

Pues eso.
  • El trastorno hipoactivo del deseo, más común de lo que nos pensamos

«La falta del deseo sexual (libido) es un problema bastante común y normal en los países occidentales. Esta condición puede producirse tanto en la mujer como en el hombre, pero es mucho más frecuente en la primera. En algunos estudios se habla de frecuencias que superan el 40% de mujeres examinadas», apunta el doctor Tesarik, haciendo referencia a un fenómeno que ya está completamente extendido en países como Japón.

¿Pero qué factores pueden ser los causantes de que nuestra libido pase de cero a cien en un segundo? Muchísimos, pero podríamos agruparlos de la siguiente manera:

  • De salud general y alimentación: tales como anemia, hipertensión, hipercolesterolemia, artritis, obesidad, anorexia, alcoholismo, consumo de drogas, nutrición no equilibrada…
  • Factores endocrinos y metabólicos: tales como menopausia natural o precoz, hiperprolactinemia, diabetes, hipotiroidismo, enfermedades que afectan a la hipófisis…
  • Factores ginecológicos: enfermedades que afectan a la región de vulva o vagina, síndrome de ovarios poliquísticos, endometriosis, trauma durante el parto…
  • Factores psicológicos: estrés, ansiedad, problemas de pareja, disfunciones sexuales previas, trastornos del estado de ánimo (depresión), baja autoestima, trastornos obsesivos compulsivos, experiencias sexuales traumáticas, fobias…
  • Factores iatrogénicos (causados por medicamentos o intervenciones quirúrgicas): tales como antidepresivos, píldoras contraceptivas, intervenciones quirúrgicas en la región pélvica (incluyendo la cesárea)…
Pongamos un poco de humor al tema con este gif que bien podría resumir perfectamente lo que es no tener libido.

De acuerdo. Pero, ¿qué pasa si simplemente no te apetece y no tienes detrás ningún factor de los citados anteriormente? Para contestar a esta complicada pregunta me pongo en manos de Paola Ruiz-Huerta, Psicóloga del Espacio de Igualdad Hermanas Mirabal gestionado por la Asociación Trabe/Dinamia: «En una era de hipersexualización de las mujeres, en la que se espera de nosotras que estemos siempre disponibles y con un gran deseo sexual, son muchas las mujeres que han caído en la trampa de pensar que son ‘poco sexuales’ o que algo falla en su deseo, cuando es algo completamente lógico no tener ganas de sexo siempre o siempre que se presenta la ocasión».

Interesante. De hecho, creo que nuestra experta podría dar con la guinda del pastel: «La falta de deseo puede deberse a muchas razones, pero la principal, y que atraviesa la vida de todas las mujeres, es la falta de conocimiento real de nuestro cuerpo, de nuestro placer y nuestro deseo y que tiene que ver con el contexto social y cultural en el que crecemos», sentencia.

Si ya me estaba oliendo yo la tostada…

No puedo dejar de escucharla y le pido que continúe: «A las mujeres nos educan para satisfacer los deseos ajenos y olvidarnos de los nuestros. Somos unas expertas conocedoras de las necesidades y deseos de los demás y nos cuesta mucho identificar lo que queremos nosotras. Nos resulta difícil discernir entre deseo propio y ajeno. A las mujeres nos colocan permanentemente en un lugar de objeto sexual, objeto que provoca el deseo masculino, no como sujetos deseantes. Por lo que no aprendemos a desear, aprendemos a desear que nos deseen».

A las mujeres nos educan para satisfacer los deseos ajenos y olvidarnos de los nuestros.

Exacto. Al escuchar sus palabras no puedo más que identificarme. «El deseo está siempre ahí», me dice y continúa: «No desaparece de pronto. Es una respuesta ante un estímulo. Si no tengo deseo es porque no tengo estímulos que me eroticen. Bien porque no los conozco o bien porque los que tengo no me excitan».  De nuevo, me siento reflejada.

  • Relax, take it easy

Puestas todas las cartas sobre la mesa, solo me queda decir que en este tema no hay nada de lo que avergonzarse. Sin embargo, si comienza a afectar a tu bienestar físico o mental, lo mejor es que busques ayuda acudiendo a tu médico de cabecera, psicólogo o ginecólogo.

Nosotras no aprendemos a desear, aprendemos a desear que nos deseen.