“El piropo, aunque sea bonito, invade la intimidad de la mujer y debe erradicarse”. La autora de la frase es nada menos que la directora del Observatorio contra la Violencia de Género, Ángeles Carmona. Según ella, “nadie tiene derecho a hacer un comentario sobre el aspecto físico de la mujer». Así que, ¿vamos hacia un mundo donde nadie pueda decirte que ese día estás con el guapo subido? No, exactamente. De hecho, cada vez nos rechifla más que nos digan guapa por todo lo alto, pero no sobre el asfalto. Por mucho que aún haya tutoriales que se empeñen en dar clases sobre cómo hacerlo bien:

Los piropos molestan en la calle pero molan en redes sociales. Vas por la calle y un varón zalamero le salta con aquello de “guapa, guapa y guapa”. Al instante, te sientes incómoda, intimidada y hasta acosada. Piensas “¿quién se habrá creído este para soltarme eso en la cara?”. Ahora que si dos segundos después cuelgas un selfie en Facebook o Instagram, esperas un torrente de ‘Me gusta’ y hasta comentarios halagadores: ‘tipazo’, ‘pibón’, ‘guapérrima’. Da igual si es hasta chusco, con copa de Martini y primer plano de canalillo o con fondo de cuarto de baño. Mientras haya likes…

Objetivo: likes o piropos, por cierto, muchos de ellos, expresados por mujeres. “El cumplido entre amigas ha existido siempre. Es eso de que ves a tu amiga con un vestido que le queda ideal y le dices ‘estás cañón’. Antes se hacía en petit comité, ahora se canta a los cuatro vientos en las redes sociales”, apunta Anabel Valls, experta en comunicación 2.0 y directora ejecutiva de The Loft8.

“De hecho, yo diría que la mayoría de los que piropean en Facebook son mujeres. Y los amigos gays. Sabes que hay un poco de mentira entre tanto halago, pero siempre es un subidón de autoestima ver que tienes un montón de ‘Me Gusta’, reconoce Anitta Ruiz, coach de belleza en L’Oréal Paris y emprendedora con su asesoría de imagen Nadie Como Tú. “Pero si eso mismo me lo suelta un desconocido por la calle, agacho la cabeza, me pongo colorada y ni se me ocurre soltar ni un mísero ‘gracias’ de la vergüenza que me da. Lo único que pienso es: ‘¿será a mí?’”. Para Valls, más que el contenido del piropo en sí importa la procedencia del mismo. “En la calle se asocia a un desconocido cuyos pensamientos desconoces. Presientes que no te dice ‘guapa’ porque lo estés sino que tal vez haya un matiz más sucio, más sexual. En Facebook son tus amigos, tu entorno. No ves un componente sucio a que te digan ‘tía buenorra’, cosa que te espantaría en la calle”.

Monica Bellucci piropeada en la calle en una de las campañas de Martini.
Monica Bellucci piropeada en la calle en una de las campañas de Martini.

Es, llamémoslo así, el piropo 2.0. Esperado como agua de mayo en las redes sociales. Y eso, ¿por qué? Porque las mujeres no somos ‘monumentos’ cuyos bellos atributos ensalzar, sino personas hechas y derechas que decidimos cuándo, cómo y con quién compartimos nuestra imagen y a quién damos cancha para piropearnos. Se sube la mejor foto, esa con la que te sientes segura, tal vez con algo de Photoshop y diez filtros de Instagram. Y la compartes entre amigos (aunque este concepto en las redes sociales sea cada vez más laxo entre amigos, conocidos y conocidos de conocidos).

En fin, que aunque la estés compartiendo con todo el orbe, gestionas la selección de la instantánea, ocultar comentarios indeseados e, incluso, puedes denunciar por acoso si los halagos pasan de castaño oscuro. Sí, he ahí el quid de la cuestión: nuestras abuelas eran meros sujetos pasivos. En 2015, las mujeres controlamos los halagos y el ciberpiropo se convierte en una manifestación de poder. Algo así como “soy guapa, y no es porque lo diga yo. Tropecientos mil ‘me gusta’ lo avalan”.

En redes sociales controlamos la imagen y hasta quién puede piropear.
En redes sociales controlamos la imagen y hasta quién puede piropear.

Además, del ‘me gusta’ queda una constancia imborrable, cosa que no sucede con el piropo caído desde el andamio. Y lo mismo con los comentarios. De hecho, eso revaloriza a quien vive de su imagen en el universo 2.0. Que se lo pregunten a las egobloggers: “Me llena de orgullo ver que la gente lee mis artículos y le da al ‘me gusta’. Me da pena que a algunos les pueda dar reparo comentar. Tengo seguidores muy fieles y cariñosos, tanto mujeres como hombres”, afirma María León, bloguera y autora del libro Vivir con Estilo.

Selfies para ser piropeadas entre las que viven de su imagen.
Selfies para ser piropeadas entre las que viven de su imagen.

¿Y si a nosotras nos da ahora por piropearles a ellos? Pues lo mismo: mal en la vida real, estupendo en el entorno virtual. Salvo que tengas 70 años y seas Concha Velasco. La actriz ha llegado a comentar de Alfonso Díez, el viudo de la Duquesa de Alba, que “es un señor muy guapo, muy educado, muy simpático y muy divertido”. El aludido, venido arriba, respondía así: «Estoy como unas castañuelas. Menuda mujer. ¡Ella sí que es estupenda!». Y ahí queda la excepción. El piropo, como Neanderthal, está sentenciado a extinguirse. O, mejor dicho, a pasar a mejor vida.

piropo6