Hace unos días compartí un pensamiento en Facebook. Caí en la cuenta de que había dicho a bastantes hombres que otros hombres de su entorno eran agresores sexuales consumados y, hasta la fecha, ninguno me había preguntado: «¿Quién?».

Obviamente, dicho estado se llenó de hombres diciendo que ellos sí hubieran preguntado o, directamente, que cambie de círculo porque en el mío no eran muy de fiar. Y es que, muy frecuentemente, cuando hablamos de problemas globales que afectan a mujeres y personas transfemeninas en todo el mundo, la respuesta que encontramos en los hombres suele ser la misma: «Sí, pero yo no».

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¿En serio? © Cordon Press

Vale que la violencia de género es un problema y que ahí fuera hay un montón de locos y enfermos y llénese usted la boca todo lo que pueda con insultos y agresividad capacitista para demostrar la repulsa que te provoca el asunto. Vienen y comentan, como rodeados de un halo de objetividad absoluta, dejando bien claro que ellos no son como esos otros hombres. Que ellos no tienen la culpa. Que a ellos no se lo cuentes.

En definitiva, que dejemos de discutir fruslerías como que en una década hayan muerto más de 800 mujeres por violencia de género solo en España y discutamos de lo realmente importante: que ellos no han sido.

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Gracias, Batman.

#NotAllMen: un argumento innecesario

Que nos estén matando y violando impunemente no es un problema comparable a que un hombre no esté en el centro de la conversación, al parecer. Es una manera de ‘descarrilar’ el debate, de quitar el foco de atención del problema real, pero también una manera de negar toda responsabilidad en el asunto: si ellos no ven el Patriarcado ni sus efectos, entonces es que no existe. Y entonces, puedo seguir haciendo como que no pasa nada. Porque para los hombres, reconocer que el feminismo tiene razón, supone demasiado trabajo.

Revisar tu privilegio, intentar ayudar a otros que están en peor situación, enfrentarte a otros hombres, romper ese pacto de silencio implícito entre hombres en el cual la camaradería está muy por encima de la conciencia a la hora de denunciar abusos y vejaciones. Demasiadas cosas. Demasiados conflictos. Lo más valioso que puede hacer un hombre por el feminismo, es enfrentarse a otros hombres. Pero pocos, muy pocos, quieren llegar tan lejos.

Para los hombres, reconocer que el feminismo tiene razón, supone demasiado trabajo.

Dar abrazos reales o virtuales a las feministas y decirles que comprendes su lucha, o ser tú mismo el que se dedica a crear o difundir contenido feminista en lugar de dar visibilidad a compañeras es una cosa, pero enfrentarte a los energúmenos a los que se enfrentan ellas en las redes sociales, ya es otro cantar. Ellos, que en cuanto hablan son escuchados mil veces más que nosotras, prefieren permitirse ser más prudentes. Así, siguen mandando el mismo mensaje a los agresores: «Podéis seguir. En realidad vamos a seguir no haciendo nada, como siempre. Estamos demasiado ocupados intentando demostrar que no somos como vosotros».

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Exacto, no hace falta en absoluto.

#NotAllMen, pero #YesAllWomen

En primer lugar, nadie suele decir ‘todos los hombres’, porque nadie piensa que sean absolutamente todos los hombres del planeta. Y aquí viene la sorpresa: sabemos que no son todos, gracias. Sabemos que los hay buenos, malos, regulares, violentos, pacíficos, buenas y malas personas. Y resulta que nos da absolutamente igual. Porque de todo este problema, lo importante no son ellos ni sus egos, sino que ellos y sus egos se sientan aludidos, se sientan atacados y se sientan señalados, porque de eso es de lo que se trata, de que cada uno de ellos gire el dedo acusador hacia sí mismo y revise lo que tenga que revisar. No son todos los hombres los que lo hacen, pero sí son todas las mujeres las que lo sufren. Así que, ya basta.

No son todos los hombres los que lo hacen, pero sí son todas las mujeres las que lo sufren.

Los hombres no estáis haciendo nada para que dejen de matar a mujeres y cuanto antes lo asumáis, antes podréis empezar a hacerlo. A hacerlo de verdad. A callar a vuestros amigos cuando hagan chistes de violaciones, a reconocer los chistes de violaciones (sí, los del jabón en la cárcel también lo son) y a reconocer las violaciones. Y a entender que también es un problema vuestro, que esos hombres que matan y violan no son monstruos con los colmillos manchados de sangre, son tus amigos, tus familiares, tus conocidos…

Las generalizaciones son odiosas y ninguno queréis que os llamen violadores en potencia pero el problema no es quién sí y quién no, el problema es que todos somos parte de un global y todos debemos revisarnos y dejar ciertas conductas atrás. Ponerse a la defensiva y negar la mayor no resuelve nada, solo hace luz de gas a las víctimas y les dice que en realidad su problema no es real, que si es real no es tan importante como lo tuyo; o que, bueno, que la vida es así, no la he inventado yo y a mí desde luego no me lo cuentes porque ya te he dicho que «yo no he sido».

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Y mucho menos tú, Nicholson, que con esa cara de loco no hay quien te crea.

El feminismo no ataca a los hombres, ataca al Patriarcado

Por otro lado, este estar a la defensiva continuo se debe a que sienten que son el blanco de las críticas del feminismo. Ellos, como personas, como individuos, y no el Patriarcado, la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general. Y no, el hecho de que en tu casa «siempre haya mandado tu madre» o tu hermana y tú barriéseis lo mismo la casa, no cambia nada, amigo mío.

Nadie está diciendo que la culpa (una CULPA judeocristiana, así, con mayúsculas) de la brecha salarial sea directamente de cada uno de los hombres que cobra más que una mujer de su sector. Ni que la culpa de los feminicidios sea de los hombres que jamás ha puesto una mano encima a nadie. Esto solo son falacias de hombre de paja para ridiculizar los objetivos del feminismo, tan típicas del neomachismo. Nadie dice que saques un látigo y te fustigues, te decimos que dejes de mirar hacia otro lado.

No, no tienes la culpa de que exista el Patriarcado ni lo creaste, pero has ayudado a perpetuarlo cada vez que has intentado hacer de abogado del diablo con esa amiga feminista. Cada vez que has visto a un tipo aprovecharse de una chica que ha bebido de más y prefieres callarte. Cada vez que sabes o sospechas que un conocido ha maltratado a su pareja y prefieres no meterte, porque «vete tú a saber». Cada vez que has dicho que la culpa es de las mujeres porque «no se van”. Si no puedes ver esto, si no puedes ver que los hombres tenéis que cambiar muchas cosas, empezando por hacer que el mal comportamiento de tus iguales no quede impune, que sea señalado, que se le llame por su nombre, eres parte del problema.

Y este es el único #NotAllMen que nos interesa, el que nos dice que no todos los hombres quieren seguir siendo parte de esta negación y pataleta continua. No todos. Y por suerte, son cada vez menos.