En este momento puede que un hater esté mirando tu perfil de Instagram con incredulidad dispuesto a sacar punta de cada detalle de tu última actualización. No te preocupes, puede ser inofensivo. Y es que al igual que unos necesitan exhibirse constantemente en Internet, promocionando una vida no tan real como la pintan, otros prefieren nutrirse de ese contenido para satisfacer sus odios más profundos.

Son el yin y el yan 2.0, las dos caras de las redes sociales. Porque detrás de cada foto de una playa paradisíaca, de una postura de yoga imposible, de una cookie de chocolate recién horneada o de un paseo en bici hipster por un campo de lavanda, hay un hater dispuesto a destripar tu vida (aparentemente) perfecta.

¡JA!… que se lo digan a Taylor.

La corriente hater es tal que ya existe incluso una aplicación móvil que puede emparejarte según tus odios más profundos e inconfesables. Se llama Hater (como no podía ser de otra forma) y es algo así como un Tinder de aversiones. Reconozcámoslo, la idea no es tan mala. Porque en esta vida, las personas necesitamos un hombro sobre el que llorar… y sobre el que quejarnos. Y es que a veces el odio puede unir más incluso que el amor. ¿Acaso no es tu mejor amigo la misma persona con la que puedes despotricar cuando lo necesitas sin ser juzgada? Pero, ¿hemos cruzado la línea que separa la critica constructiva de la falta de respeto?

Que Cara Delevingne se rapase el pelo no ha gustado a miles de ‘haters’ que la han atacado por ello. © Getty Images

Las celebrities saben mucho de este último punto, de la fina línea que separa la crítica de la falta de respeto. Y si no, que se lo digan a Cara Delevingne, en el ojo del huracán hater cada dos por tres. ¿La última? Tras raparse el pelo (por exigencias del guión de su próxima película en la que interpreta a una adolescente con cáncer, pero eso es lo de menos) la británica ha tenido que leer comentarios que la acusaban de drogarse ¿¿¡¡cómo si no iba una mujer a querer raparse el pelo!!??, de tener tendencias suicidas y de haber pasado a ser un alíen. «Es agotador que te digan cómo debería ser la belleza. Estoy harta de que la sociedad defina la belleza por nosotros», se quejaba días después en su cuenta de Instagram. La modelo y actriz es ya ‘reincidente’ en las críticas arbitrarias por cualquier motivo, «consiguieron que odiara mi cuerpo», confesaba hace meses al hacer público que había superado una depresión.

«No da un buen ejemplo», «seguro que está enganchada a las drogas», «pero si tú eras guapa, ¿por qué lo has hecho?» o «tiene falta de atención», son algunas de las ‘lindezas’ que Cara Delevingne ha recibido en Instagram al publicar una foto de su cabeza rapada. La foto ya suma 6.000 comentarios. © Instagram @caradelevingne

Según Ana Aizpún Marcitllach, psicóloga y psicoterapeuta, “la afiliación por el odio a un tercero o a una idea, tampoco es nueva. La vemos en grupos en los que el nexo de unión tiene que ver con el odio a otros colectivos. Un ejemplo claro fueron los nazis y su odio a los judíos o actualmente las maras o grupos xenófobos. Qué duda cabe de que no son relaciones muy beneficiosas para quienes las forman, puesto que se potencia la parte menos saludable del ser humano”.

Internet y las redes sociales han provocado que esa amiga de confianza a la que acudíamos con nuestras animadversiones se haya multiplicado por cien, al airearlas en público desde el teclado de nuestro teléfono móvil u ordenador. Tanto es así que a veces puede dar la sensación de que vivimos una epidemia del odio al leer los timelines de nuestras cuentas de Facebook o Twitter. ¿Dónde se produce tanto rencor? ¿Está sacando Internet lo peor de nosotros o ya éramos unos haters en potencia?

¿Puede unir más el odio que el amor?

Ana Aizpún nos ayuda a entender este fenómeno: “En determinados momentos todos experimentamos emociones negativas como la rabia, el enfado y la ira. Por otra parte, personas enfadadas permanentemente, rabiosas y agresivas ha habido siempre. Sin embargo, es cierto que el anonimato de internet es una gasolina potente para este segundo tipo de personas que quizás en su día a día controlan más su frustración por el control que ejercen las normas sociales y lo políticamente correcto. Internet no genera malas personas, pero sí puede tener un efecto alienante y distorsionador de la realidad en personas que tenían previamente una vulnerabilidad. Es como la famosa pregunta que a veces hacemos jugando: ¿Qué harías si nadie te viera o si no fuera a haber consecuencias? Internet puede generar esta sensación de impunidad”.

«Internet no genera malas personas, pero sí puede tener un efecto alienante y distorsionador de la realidad».

Es por eso que a veces lanzamos la piedra y escondemos la mano. Como dice la psicóloga: “La persona violenta con dificultades para identificar y gestionar sus emociones negativas, canaliza y expresa su rabia y frustración personal a través de este medio. Al hacer esto, experimenta un primer momento de falso alivio. La falta de contacto visual y humano con la víctima bloquea los sentimientos de empatía que normalmente se experimentarían si esa misma agresión se hiciera cara a cara por lo que la culpa y la vergüenza experimentadas son menores o inexistentes. Si yo viera la reacción de mi víctima, probablemente frenaría mucho antes”.

Si necesitas alivio… rompe algo. ¡Pero no te pases!

El artículo 20 de la Constitución Española dice que: “Se reconocen y protegen los derechos a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción…” y especifica que “el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”. Entonces, según nuestra Carta Magna, ¿todo vale? No exactamente. Continúa: “Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos este título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia”.

Los trolls parecen haber encontrado en la red un campo de batalla perfecto: “Las redes sociales además de permitir generar personalidades falsas o anónimas, generan sensación de impunidad y anonimato, dos características que unidas hacen un cóctel potente para quienes no saben gestionar sus frustraciones en la vida real”, apunta Ana Aizpún.

Tomarse la vida con humor también es buena opción. JLaw lo sabe bien.

Pero, ¿cómo podemos combatirlos si somos nosotros los que estamos siendo atacados? Las empresas se enfrentan día a día a los trolls que, muchas veces infundadamente, pueden dañar su imagen y prestigio. Gonzalo Maldonado, Digital Manager de la Embajada del Reino Unido en España, nos cuenta en qué consiste el protocolo de actuación: “Cuando hay insultos o descalificaciones de por medio, jamás hay que entrar al trapo. Por mucho que intentes argumentar, es una batalla perdida porque lo que realmente buscan esas personas es llamar la atención. De hecho, en casos extremos si la persona es reincidente utilizando un lenguaje ofensivo, se puede proceder a eliminar el comentario, o incluso a bloquearle. Hay usuarios enfadados que sí buscan respuestas legítimas como por ejemplo nos ha ocurrido este año con el tema del Brexit, en ese caso les remitimos a la información oficial de la manera más educada posible, incluso en los casos en los que no preguntan con buen tono”, explica.

Y tú, ¿eres un hater? © Getty Images

Y es que puede que un poco de haterismo no haga daño nadie… pero si corremos el peligro de meternos en un espiral tóxica, ¿qué podemos hacer para ‘rehabilitarnos’? “Cualquier comportamiento compulsivo o extremo tiene su origen en una falta de satisfacción personal. La adicción a las redes sociales o la tendencia a vivir una vida virtual en la que se vuelcan frustraciones y vacíos personales puede ‘curarse’ identificando las causas que llevaron en primer lugar a este mal uso de internet y poniéndoles remedio”, apunta Ana Aizpún.

¿Se trata entonces de callarse y ocultar nuestros criterios en la red? ¡Para nada! Según apunta Maldonado: “Nos gusta que la gente exprese sus opiniones pero siempre desde el respeto. Las redes sociales están para interactuar, nosotros tenemos muy en cuenta las opiniones de nuestros usuarios porque nos ayudan a mejorar”. Ya lo decía Bruce Lee: “El conocimiento te dará poder, pero el carácter te dará respeto”.

He was a genius!