Afortunadamente cada vez se habla más de feminismo en los medios de comunicación, incluso, esta temporada, el mundo de la moda nos ha dado el empujón que necesitábamos para lucir por la calle camisetas con mensajes feministas. Y justo cuando todo parecía ir por el buen camino, cuando confiábamos más que nunca en la evolución del hombre (una versión mejorada del varón de la Generación X), su sucesor, el tan adelantado millennial, parece no estar siguiendo el progreso lógico que esperábamos.

Cuando pensábamos que nos habíamos librado de los Don Draper de la vida…

No lo decimos nosotras. Lo confirma un estudio del Council on Contemporary Families, que asegura que en 1994 el 42% de los estudiantes de último año de instituto creía que el mejor modelo de familia era aquel en el que el hombre era la fuente principal de ingresos y la mujer debía quedar relegada a los trabajos de la casa; mientras que, dos décadas después, en 2014, la cifra aumentó al 58%. Así mismo, a mediados de los noventa, menos del 30% de los jóvenes creía que las decisiones importantes en casa debía tomarlas el marido, mientras que en 2014 la cifra ascendió al 40%. ¡Ver para creer! ¿Cómo es posible que estemos viviendo este retroceso? ¿Qué ha ocurrido en el mundo para que el hombre de la Generación X haya luchado mucho más por la igualdad de género que su sucesor? Pero antes de que le retiremos la palabra a los millennials, veamos la opinión de ellas. Según el mismo estudio, las mujeres no se quedan atrás y tienen una visión bastante retrógrada de la familia: el 15% de las encuestadas en 1998 creía que el hombre debía ser la principal fuente de ingresos de la economía familiar, mientras que en 2014 aumentó al 28%. ¡Casi el doble!

Casi una de cada tres adolescentes piensa que el que debe traer dinero a casa es el hombre. Sí, en 2017. © Jette Stotle

Sin embargo, culpar a la nueva generación de sus actitudes y pensamientos machistas no sería justo sin indagar en los motivos que los han provocado. Según otro estudio de la misma organización, esta vuelta al pasado, y concretamente a la jerarquía machista, tendría que ver con la idea de estabilidad y seguridad que el concepto antiguo de familia nos genera. Debido a la crisis económica y a las consecuencias que esta ha tenido en los hogares de todo el mundo (inestabilidad y estrés por culpa del pluriempleo, bajadas de sueldo, paro…), las nuevas generaciones perciben el modelo de sus padres como un idílico patrón de estabilidad y felicidad, en el que el hombre trabaja fuera de casa, mientras que la mujer se encarga de las tareas y de los hijos. Visto así ¿podríamos afirmar que los millennials son los culpables de que la lucha por la igualdad en casa pueda comenzar a experimentar un retroceso, o más bien es la consecuencia de un sistema económico y político que les ha dado la espalda? Esta precisamente podría ser la razón por la que en los países con un apoyo institucional mayor para los padres (como el caso de Escandinavia) apenas se sienta la idea de que la mujer tenga que sacrificar su carrera para hacerse cargo de la familia. A su favor también tenemos que decir que, aunque haya proliferado entre los jóvenes el concepto de familia chapada a la antigua, más del 90% de los encuestados piensa que las mujeres deberían tener exactamente las mismas oportunidades que los hombres en el trabajo.

Mujeres defendiendo sus derechos en 1971. © Getty Images

Más allá de la situación sociopolítica, tampoco el cine ha ayudado mucho a la extinción del macho alfa. Hasta ahora ha triunfado la fórmula: chica-busca-chico, chica-encuentra-chico, y son felices y comen perdices, probablemente, gracias a que ella renuncie a su carrera porque encontrar el amor es a lo que había aspirado durante toda su vida. Ya lo decía la canción: No es amor, no es amor, es una obsesión… ¿Cuántos personajes femeninos producidos por Hollywood buscan la felicidad por medios que no sean la pareja? Se nos ocurren muy poquitos. Si bien Girls ha marcado un antes y un después en el la forma de hablar y exponer el feminismo, continúa siendo una serie de mujeres para mujeres. Sin embargo, Big Little Lies, una de las nuevas apuesta de HBO, puede que, sin hablar explícitamente de feminismo, escriba una página importante en su evolución. Cinco mujeres son las protagonistas absolutas, personajes complejos sin tópicos de una trama que toca con maestría el tema de la violencia de género, y que ha logrado atrapar a espectadores tanto femeninos como masculinos.

Mujeres defendiendo sus derechos hace más de un siglo. © Getty Images

Pero el ideal de familia con ama de casa, ya sea inculcado por nuestros padres o por la industria del cine, no es es el único peligro al que se enfrenta hoy en día la lucha por la igualdad de género. El reggaeton está teniendo mucho que ver con la peor cara del machismo (sin tener ninguna buena): la de la violencia de género. Los ritmos latinos cada vez atraen más a los millennials que ocupan sus fines de semana bailando y tarareando letras con las que cualquier feminista (o con un poco de sentido común) se lleva las manos a la cabeza. Tanto es así que hace unos meses, una petición en Change.org abrió el debate sobre si se deberían prohibir ciertas canciones por un contenido que incita a la violencia de género y a la cosificación de la mujer, o si, por el contrario, entraríamos en una espiral de vetos imposibles de controlar. Lo que es cierto es que grupos como Maluma, y concretamente la canción Cuatro Babys, a la que hacía referencia la petición, contiene estrofas tan sexistas como: “Estoy enamorado de cuatro babies. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero”. Y este es solo un ejemplo de la interminable lista de rimas que están llenando de machismo las pistas de baile. Precisamente en Colombia, país de origen de este grupo, tuvo lugar una campaña para alertar contra el machismo de las rimas ‘reaggetoneras’. Bajo el lema “Usa la razón, que la música no degrade tu condición” y explícitas e impactantes imágenes, unos estudiantes colombianos promueven una campaña para concienciar a los consumidores del machismo que esconden estas canciones.

Mujeres defendiendo sus derechos en 2017… ¡Y lo que nos queda! © Getty Images

¿Pero estamos importando letras sexistas únicamente de América Latina? Muchos de los que critican el reggaeton creen que se trata de un caso aislado y que censurándolo acabaríamos con el problema. Y están muy equivocados. La barrera del idioma ha hecho que muchas canciones anglosajonas nos la hayan colado. Por ejemplo, ¿quién no ha bailado Blurred Lines como si no hubiese un mañana? Pues este es el mensaje que estabas festejando:

“Intenté domesticarte Pero eres un animal Baby, está en tu naturaleza Solo déjame liberarte No necesitas papeles Ese hombre no es tu compañero Y es por eso que te voy a llevar ¡Buena niña! Sé que lo quieres”.

Vamos, que poco tiene que envidiar a Maluma.

Efectivamente.

Posiblemente esta errónea interpretación del amor en la música haya sido la impulsora de otro de los comportamientos machistas que cada vez se extiende más entre los jóvenes. Hablamos del control del móvil, un tipo de acoso, a veces no identificable, pero que el 29% de las adolescentes dice haber sufrido y que la Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, ha calificado de violencia de género (¡los celos no son sinónimo de amor!). El pasado mes de marzo el Gobierno lanzaba precisamente una campaña para alertar a la sociedad y animar a las chicas que lo sufren que lo denuncien mediante los hashtags #HaySalida y #FuerzaEnMiVoz o a través del Instituto de la Mujer. https://www.youtube.com/watch?v=ub9rWnmiq_g Para ayudar a las adolescentes a identificar si sufren, el Ministerio ha creado un decálogo sobre lo que significa violencia de género digital.

  1. Acosar o controlar a tu pareja usando el móvil.
  2. Interferir en las relaciones en internet con otras personas.
  3. Espiar el móvil de tu pareja.
  4. Censurar fotos que tu pareja publica y comparte en redes sociales.
  5. Controlar lo que hace tu pareja en las redes sociales.
  6. Exigir a tu pareja que demuestre dónde está con su geolocalización.
  7. Obligar a tu pareja a que te envíe imágenes íntimas.
  8. Comprometer a tu pareja para que te envíe claves personales.
  9. Obligar a tu pareja a que te envíe un chat con otra persona.
  10. Enfado por no mostrar siempre una respuesta inmediata mediante chat.

En el mismo plano digital, donde la violencia machista campa a sus anchas, se alerta también sobre el sexting, poniendo en la mayor parte de las ocasiones el peso de la culpa sobre la mujer que envía el contenido (en vez de sobre el hombre que lo utiliza para extorsionar o distribuirlo). Un problema más para sumar a la larga lista de actos con consecuencias terribles para los millennials y a los que deberíamos hacer frente todos.

Eso sí, mientras, muchos y hombres y muchas mujeres siguen renegando del feminismo. Porque, total, ya está todo hecho.