Hay que ver lo que nos gusta hablar de los millennials, ¿verdad? Y lo que nos gusta hacerlo desde una mirada extradiegética, cuando lo cierto es que muchos de los que escribimos acerca de ellos pertenecemos a esta generación tan mediática. Supongo que la clave para identificarte como tal reside en tu edad: si estás más cerca de los 35 que de los 25, creerás no serlo.

¿Eres millennial aunque no lo sientas? © Instagram @chiaraferragni

El artículo de hoy vuelve a hablar de ellos. Disculpad: de nosotros. Esta vez, para señalar cómo sus hábitos y gustos están cambiando las tendencias gastronómicas y hosteleras. Porque los restaurantes ya no pueden vivir ajenos a sus preferencias, por lo que se esfuerzan por hacer cambios constantemente en sus cartas y en su estética para atraer a sus mesas a los ansiados millennials. Y a sus smartphones, por supuesto.

Según un estudio de Zizzi, los integrantes de esta generación se pasan cinco días completos al año buscando imágenes de comida en Instagram. Esperamos, por cierto, que este estudio se refiera a que al sumar las horas que se pasan indagando por las redes el resultado sea ese, y no que se encierran durante cinco días con el cometido de ojear comida a golpe de filtro Valencia. El 30% de ellos ni siquiera iría a un restaurante si su presencia en esta red social fuera nimia. Los dueños de los restaurantes tampoco se escapan a la omnipresencia de Instagram, que revisan para saber qué platos sacar del menu y cuáles potenciar. Lo hacen al comprobar qué fotografías suben sus comensales, por lo que las fotos y los hashtags son ahora el nuevo Tripadvisor.

Los dueños de los restaurantes consultan qué platos son más fotografiados en Instagram. © Instagram @mypeeptoes

Sí: la importancia de la estética ha hecho que las críticas gastronómicas pierdan peso frente a las fotografías que los clientes toman de sus platos. Por ello, cada vez son más los chefs que emplatan con mimo sus creaciones.

La fuerza de una buena instantánea afecta también, por supuesto, a la decoración de los restaurantes. En Nueva York por ejemplo, Pietro Nolita es un gran ejemplo del poder de la estética. Se trata de un restaurante con un menú saludable que se ha convertido en el preferido de modelos e influencers. Por supuesto, su cocina atrae a fashionistas de todo el mundo, pero es su decoración rosa la que hace que todo amante de Instagram haga una parada gastronómica en sus sofás coloreados durante sus visitas neoyorquinas.

El neoyorquino Pietro Nolita se ha convertido en un hit de Instagram gracias a su decoración rosa.

Tan importante es la costumbre de los millennials de tomar fotografías de los platos, que ya existen restaurantes pensados para que lo hagan con comodidad plena. En Londres, Dirty Bones cuenta con brazos anclados en la mesa, iluminación LED y clentes de gran angular para que sus clientes hagan fotografías dignas de revista gastronómica. En Tel Aviv, el restaurante Catit ya participó en un proyecto llamado Foodography, para el que el local disponía de soportes que giraban trescientos sesenta grados para que la instantánea tomada mediante un smartphone resultara exquisita. Por si fuera poco, un fotógrafo especializado en fotografía gastronómica daba consejos a los comensales para que lograran mejores resultados.

El restaurante Catit participó en un proyecto, Foodography, que buscaba las mejores instantáneas gastronómicas.

Pero entonces, ¿qué ha sido de los Tony Roma’s y de los TGI Fridays? Sus beneficios caen en picado mientras cadenas como Chipotle, poco intagrammeables pero más asequibles, con un menú algo más saludable y un servicio más rápido, ganan clientes.

Los millennials lo están cambiando todo. Lo estamos cambiando todo, perdonad. Y parece que para llegar a su corazón, no solo hay que evocar a sus estómagos, sino a sus cuentas de Instagram.