La culpa de que el romanticismo ya no tenga acento francés, sino italiano, es de Federico Moccia (Roma, 1963). De él y de novelas como Tengo ganas de ti o Tres metros sobre el cielo (Ed. Planeta), cuyos personajes viven el amor como nuevos románticos de la era digital, con una pasión que bien podría relacionarse con la que pulsaban los orígenes del Romanticismo, nido de héroes torturados como Werther (Las aventuras del joven Werther) o Frédéric Moreau (La educación sentimental). 

El éxito de los relatos de Moccia en nuestro país es evidente. Ya en 2010 fue el autor literario más vendido en España y cada una de sus novelas alcanza con rapidez la cifra de los tres millones de copias vendidas. Tal es el fenómeno, que ya no se entiende un San Valentín sin sus libros o sus personajes, cada vez más presentes incluso en la gran pantalla. Las adaptaciones de sus obras que se han rodado han llenado las salas de cines incluso en plena crisis.

Hablar con Moccia de San Valentín es como hacerlo con el propio guardián del sentimiento romántico. © SCHMIDT&GORGES
Hablar con Moccia de San Valentín es como hacerlo con el propio guardián del sentimiento romántico. © SCHMIDT&GORGES

De hecho, cada vez son más los que se apuntan a una escapada por la Roma natal de Federico para hacer la llamada Ruta Moccia, siguiendo esquina a esquina los escenarios de algunas de sus obras. Sería un plan perfecto para un San Valentín ‘a la italiana’. Sin embargo, como nos ha explicado a Grazia.es en exclusiva el propio novelista, no hace falta irse lejos para celebrar el Día de los Enamorados, ni volverse loco con mil preparativos. “Basta estar junto a la persona amada. Por supuesto, lo ideal sería tener la posibilidad de conseguir tiempo para escapar juntos de la realidad del día a día, no tener que pensar en nada, apagar el teléfono… pero si no se puede, basta con tenerse, con darse un beso de los que da igual que estéis rodeado de gente porque ninguno quiere separarse”, explica Federico. No esperábamos menos.

Este podría ser el laboratorio de Moccia.
Este podría ser el laboratorio de Moccia.

Un día perfecto

Hablar con Moccia de San Valentín es como hacerlo con el propio guardián del sentimiento romántico. “Debemos saber festejar el amor a diario, del mismo modo que no debemos dejar de fijarnos en la belleza de la salida o la puesta del sol. La capacidad de darnos cuenta a diario de que estamos enamorados es una suerte inmensa; y no está de más recordarlo, de ahí que sean necesarios días como el de los Enamorados”, afirma. “Desgraciadamente, es un aspecto que olvidamos demasiado a menudo”.

La también escritora Amabile Giusti coincide en parte con su colega. “Cuando hay amor verdadero, siempre es San Valentín. No hace falta una fiesta establecida para pasar un día perfecto con quien se quiere, ni tampoco ingredientes especiales. Hay que celebrar cada momento con pequeños detalles, pequeños regalos, ofreciendo paciencia y pasión, respeto y atención”.

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Giusti acaba de publicar en España ‘Treintañera (y a mucha honra)’ (Ed. Esencia).

 

Esta calabresa acaba de lanzar en España Treintañera (y a mucha honra) (Ed. Esencia), una novela que se presenta como la versión trasalpina de la alocada Bridget Jones. “Es una historia que no existiría sin amor. Carlota, la protagonista, está perdidamente enamorada de Luca, quien al principio parece ser el hombre equivocado y que, a medida que avanza la historia, se vuelve el perfecto para ella. Su fórmula es llegar a conquistarlo sin inventarse estrategias raras, sino mostrándose como es, haciéndole entender que abandonarse a la voz del corazón puede ser maravilloso”, explica.

Mario Casas y María Valverde en un fotograma de 'Tengo ganas de ti'.
Mario Casas y María Valverde en un fotograma de ‘Tengo ganas de ti’.

De estreno

Desde hace algunos años, cada febrero llegan novedades románticas italianas a nuestras librerías. Giusti da el relevo a El primer café de la mañana, de Diego Galdino, que nos trasladó a Roma el año pasado para una particular historia de amor. Y en unas semanas llegará La estela de los perfumes (Ed. Maeva), de Cristina Caboni. Al mismo tiempo, grandes éxitos como Ese instante de felicidad, de Moccia, se reedita en formato de bolsillo por Booket.

No podemos decir lo mismo del cine romántico. La gran pantalla italiana vive un momento en el que el realismo y los dramas crudos relacionados con el día a día del propio país copan las carteleras. Además, que lleguen a España suele ser difícil. Sin embargo, eso no quiere decir que no se pueda festejar San Valentín disfrutando de una película italiana solo apta para amantes del romanticismo.

Entre los títulos de los últimos años que no hay que dejar de ver se encuentra Sei Mai Stata Sulla Luna? (¿Nunca has estado en la Luna?). Es la historia de Guia, una treintañera que trabaja en una revista de moda, con una vida de lujo y que cree que lo tiene todo. O al menos hasta que acaba sola en un remoto pueblo de Puglia y se da cuenta de que lo único que le falta es el amor.

Si quieres ración de romanticismo italiano, te recomendamos ‘Sei Mai Stata Sulla Luna?’.
Si quieres ración de romanticismo italiano, te recomendamos ‘Sei Mai Stata Sulla Luna?’.

Y si te gustó La gran belleza (2013), seguramente también lo hiciera Love Actually (2003). En ese caso, qué mejor que la versión italiana de la famosa película navideña de Hugh Grant y compañía. Editada en España, se llama Ex (2009) y, como la británica, son diferentes historias de amor entrelazadas en las que el nexo común es cómo se vive el amor… con tu antigua pareja, con la que acabas de romper o con la que hace siglos que dejó de serlo.

Todo ello, claro, sin olvidarnos de las cuatro adaptaciones de novelas de Moccia en la gran pantalla. 3 metros sobre el cielo (2010) y Tengo ganas de ti (2012) son de factura española, con Mario Casas y María Valverde en ambas. Perdona si te llamo amor (2008) y Perdona pero quiero casarme contigo (2010), en cambio, sí son 100% made in Italy, con Raoul Bova y Michela Quattociocche y dirigidas por el propio novelista (en el caso de las españolas, por Fernando González Molina).

Fotograma de 'La gran belleza'.
Fotograma de ‘La gran belleza’.

Regalos que no fallan

Si los viejos rockeros nunca mueren, tampoco lo hacen los regalos clásicos. Así lo confirma el propio Federico Moccia: “Una flor es el ingrediente que no debe faltar para un San Valentín ‘a la italiana’. Regalársela a tu amada es mucho más que un gesto, porque esconde su belleza, su aroma, el motivo de la elección de esa en concreto, su sencillez y, sobre todo, que dura ese momento, ese instante, que mañana puede que haya más, pero en ese momento la que ha florecido es esa, la que tiene en su mano y es solo para ella”.

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Siendo prácticos, una flor nos saca de más de un atolladero. “A menudo nos imaginamos un San Valentín donde se concentre todo lo mejor: el regalo perfecto, el beso perfecto, la cena perfecta…. Pero la mayoría de las veces nos enfrentamos a algo muy distinto: el regalo es dos tallas más pequeño; el beso, no tan sabroso; y para cenar hay que hacer una cola de tres horas. Casi que mejor concentrarse en los otros 364 días del año, cuando hay menos expectativas, en los restaurantes, una atmósfera más íntima; y los pequeños gestos adquieren un significado mucho más especial”, añade Giusti.