Has ido a mil y una bodas (y seguro que has sabido comportarte en todas ellas). Cierto. Pero es la primera vez que te invitan a un enlace en el que no conoces a casi nadie (porque los novios no cuentan y no te puedes sentar con ellos) y además vas sin pareja. Tranquila. Todo es cuestión de saber manejar la situación.

Te lo acabo de decir: tranquilízate.

Lo primero que debes hacer es asimilar que te van a sentar en la ‘mesa de los impares’, que en versión textil sería ese cajón en el que vas colocando todos los calcetines que te encuentras desparejados tras cada colada.

Podrías acabar en una mesa como esta. © Cordon Press

Una vez que eres consciente de la situación, piensa que es una oportunidad para hacer nuevos amigos. Bueno vale, conocidos, pero algo es algo. De ahí que debas asegurarte de que no tocas ningún tema escabroso durante la velada.

No queremos que pase ESTO.

¿Preparada para ser la reina de la mesa de los calcetines sueltos? He aquí la lista de temas de los que SÍ puedes (y debes) hablar.

  • Cómo conociste a los novios

Vaya, lo que viene siendo tu carta de presentación. Más que nada porque lo único que tenéis en común en esa mesa es que habéis sido invitados porque sois amigos del novio o la novia. (Y si no conoces a ninguno, no sé qué estás haciendo ahí).

Y si los novios son estos, estoy deseando oír tu explicación.

Tendrías que empezar con algo como: «Hola, me llamo Carmen y soy amiga de la novia». [Breve inciso. Seguramente ella te considera una conocida y por eso te ha puesto en ESA mesa. Continúo.] Si el resto de tu discurso va a ser algo parecido a «nos conocimos una noche de fiesta porque ella se lió con un amigo mío, aunque él no es con el que ha terminado casándose», cierra la boca right now.

Pero muchas muchas menos.

Limítate a decir que la conociste en una cena por ser amiga de un amigo. No metas asuntos de cama de por medio. JAMÁS.

  • El tiempo

¿De qué habla la gente de la oficina cuando no les une ningún tipo de relación, pero se encuentra en el ascensor? ¡Bingo! Si hace un sol espléndido (aunque sea 26 de agosto y estés en un cigarral en Toledo en una carpa que hace que te sientas como un pollo en una barbacoa), di el típico «qué suerte han tenido los novios con el magnífico día que está haciendo».

Sí, es posible que estés pegada a la silla. Cuidado al levantarte.

Si por el contrario, hace un frío que pela y no para de llover, opta por el educado «qué mala suerte han tenido los novios con el clima». La palabra clima queda infinitamente mejor que tiempo.

Y crucemos los dedos para que nos inviten a bodas en Los Ángeles.
  • Tu trabajo

Puedes contarles a qué te dedicas, pero sin meterte con tu jefe, tus compañeros y sin comentarles que estás amargada y que lo quieres dejar. Vaya, que mientas. Más que nada porque seguro que hay alguien que conoce a otro alguien que trabaja en la misma empresa y ya tienes el lío montado.

Ya, pero es una mentira piadosa.
  • Mascotas

Perros, gatos, tortugas, conejos… ¿A quién no le gusta una buena charla de animales? Aunque no tengas, siempre puedes comentar que te haría mucha ilusión tener un amigo peludo. Y ahí es cuando los demás contarán si tienen, si no tienen… ¡Bienvenidos a un apasionante documental de animalicos no salvajes!

En serio, ¿quién no puede adorar algo así?
  • Películas (pero de las comerciales)

Siempre es buen momento para hablar con desconocidos sobre si han visto la cinta que ganó el premio a mejor película en los Oscar. (Recuerda que fue Moonlight, no La La Land). Aunque no entres mucho en valoraciones. Di algo como «pasé un buen rato» o «me entretuvo». No falla.

Esta es una buena manera de iniciar la conversación.

Lo de comerciales es porque el cine iraní, paquistaní y todo el que acabe en -ní es considerado aburrido a nivel mundial (así que imagínate a nivel local). Lo siento cinéfilos, es así.

  • Tu hotel

Contarles dónde te hospedas (qué gran verbo), puede asegurarte otra media hora de conversación banal y sana. Tú les dirás que tu habitación es bonita, cómoda, que tu hotel está en el centro… Y ellos te sorprenderán con otra apasionante historia, clavadita a la tuya.

Y sí, estás deseando hacer esto al llegar al hotel.
  • Medio de transporte en el que has ido a la boda

Avión, coche, tren, burro… ¡Qué más da! Lo importante es que no pare la fiesta. En serio, esta conversación durará como mínimo 20 minutos. Créeme. Lo he vivido.

Esta charla es capaz de dormir a un bebé.

Y tú te estarás preguntando, ¿acaso quiero que te aburras en la boda? ¡NO! Mi intención es que llegues sana y salva a la barra libre. Una vez allí, fuera normas. Es decir, con unas copas de más, nadie podrá ofenderse cuando digas que te parece un horror el vestido de la novia.

Con el alcohol, se acabaron los formalismos.

Lo que estoy intentando decirte es que en una mesa en la que no conoces a nadie, no puedes pretender hablar de economía, política internacional y nacional, la crisis del petróleo, sexo o relaciones sin que nadie se ofenda (y sin que estén bebidos). No estás en una boda familiar, ¿vale?

Menos humos que yo no dicto las normas.

Así que recuerda, nada de temas polémicos hasta que no estés meneando tus caderas al son de Despacito por enésima vez consecutiva.