Moda
Parece que, cuando en los Oscar hay representación española, nos animamos más. O al menos así lo demuestra la prensa que, año tras año, nada más darse a conocer la lista de nominados busca a algún protagonista made in Spain, aunque pase de refilón por algunas de las nominaciones (a veces el becario de Albacete del ayudante de cámara de la nueva super producción hollywoodiense puede servir). Sin embargo, el próximo 28 de febrero podremos presumir de una representación de alto nivel y estar muy orgullosos porque el diseñador Paco Delgado opta a la estatuilla en la categoría de mejor vestuario. Así, de primeras, igual no te suena su nombre, pero si te decimos que ya estuvo nominado por su trabajo en Los Miserables, quizás te vayas haciendo una idea. En aquella ocasión le arrebató el premio Jacqueline Durran por Anna Karenina pero este año cruzamos los dedos para que sea galardonado por el maravillosos vestuario de La chica danesa.
Delgado, que ya ha obtenido dos Goyas por Blancanieves y Las brujas de Zurragamundi, ha sido el responsable de la increíble transformación de Eddie Redmayne como Lili Elba, una de las primeras transexuales de la historia. No ha sido una tarea fácil. El diseñador no solo ha creado una serie de vestidos inspirados en 1930, sino que ha querido que el armario del personaje coincida con su evolución: primero una serie de modelos eduardianos mucho más encorsetados a modo de coraza, que coinciden con el rechazo de la sociedad; después, coincidiendo con que la protagonista se muda de Copenhague a París, una sociedad mucho más liberal y donde va definiendo su identidad, Delgado incluye diseños con colores vivos y que “oprimen” menos.
A pesar de este gran trabajo, el español no lo va a tener nada fácil, ya que tendrá que competir con Sandy Powell, toda una veterana de los Oscar. La inglesa tiene en su curriculum nada más y nada menos que 12 nominaciones y tres estatuillas por Shakespeare in love, La reina Victoria y El Aviador, y es una colaboradora habitual en las cintas de Scorsese. Precisamente, en El Aviador caracterizó a Cate Blanchett como Katherine Hepburn, y este año ha vuelto a trabajar con ella en sus dos películas nominadas Carol, y Cenicienta.
Pero vayamos por partes. Primero hablemos de Carol, una de esas películas con las que sales del cine queriéndote poner absolutamente todo el armario de sus protagonistas, Rooney Mara y Cate Blanchett (que además ha recibido este año el Lacoste Spotlight Award, un galardón con el que los diseñadores de vestuario premian a las actrices más elegantes). Ambientada en el Nueva York de 1952 pero con apariencia de 1940 (Powell refleja así el periodo de transición que vive Estados Unidos), se inspira en las diseñadoras de la época Hattie Carnegie y Bonnie Cashin. Abrigos de silueta cocoon, faldas lápiz por debajo de la rodilla, tocados y pañuelos para la cabeza y, sobre todo, mucho colorido. Si te enamoraste en el cine del abrigo de Margot Tenenbaum, no le quitarás ojo al que luce la actriz australiana en el filme.
Powell hace doblete con Cenicienta, un vestuario que comenzó a preparar dos años antes de que se empezase a rodar, incluyendo un viaje a Austria para aprenderlo todo sobre el cristal de Swarovski, un material que está presente durante toda la película. Para el vestido azul del baile que lleva la actriz Lily James se utilizaron 10.000 de estos cristales, más de 270 metros de tela (se compone de ocho faldas, cola y un corsé con mangas pintadas a mano), y más de 500 horas de trabajo; además, los zapatos están tallados íntegramente en un cristal de Swarovsky. La diseñadora, que hace un mix entre la moda del siglo XIX y la de 1950, vistió a Cenicienta en tonos pastel para reflejar su inocencia y dulzura, y a la madrastra (Cate Blanchett) con diseños barrocos, en colores chillones, acorde con la personalidad del personaje.
Pero no todo iban a ser vestidos de personajes femeninos y princesas. Aunque habrá que esperar a ver si se cumplen las quinielas, Jacqueline West podría presumir de haber vistido a Leonardo DiCaprio en el papel que por fin le dio el Oscar. La diseñadora, responsable de los vestuarios de El curioso caso de Benjamin Button, La red social o Argo, nunca pensó que se convertiría en una experta en los pawnee, la tribu indígena que le ha servido como modelo para confeccionar el vestuario de El Renacido. Para Alejandro González Iñárritu era muy importante que sus personajes se abrigasen igual que a principios del siglo XIX, y West lo consiguió: vistió a DiCaprio con una piel de oso grizzly auténtica que consiguió en un parque de Canadá y que, cuando se mojaba, pesaba los 45 kilos que tuvo que soportar Leo sobre sus hombros (pero él está fortachón y puede con todo). Los indígenas untaban grasa de oso sobre su ropa para protegerse de la humedad, así que la responsable del vestuario se pasó todo el rodaje aplicando cera para conseguir el mismo efecto. Y fue aún más lejos: para que la escena en la que el protagonista lucha contra un oso fuese mucho más creíble, estudió los ataques de estos animales contra humanos, viendo así el daño que crean sobre los tejidos que los hombres llevan puestos. Cada vez que Di Caprio sufría un zarpazo, West deconstruía su traje.
Tampoco hay que perder de vista el gran reto de Jenny Beavan, autora del estilismo de Sentido y sensibilidad, Lo que queda del día, Ana y el Rey o Una habitación con vistas (por la que ganó un Oscar), que cambia por completo de registro y se atreve con una historia de ciencia ficción. El vestuario de Mad Max no ha dejado indiferente a la Academia y lo ha incluido entre los mejores del año. La mezcla de harapos, arneses y cuero es mucho más real y menos espectacular que los diseños futuristas de sus tres películas predecesoras hace 30 años.
No podemos terminar este repaso al mejor vestuario sin hablaros de una película que no está nominada (aún), pero que seguro que sonará para los premios del año que viene. Tendremos que esperar hasta el 18 de marzo para su estreno, pero lo que hemos visto en el trailer nos ha enamorado. Se llama La modista (The dressmaker) y cuenta la historia de una mujer (Kate Winslet), que vuelve a su pequeña ciudad natal en Australia después de haber estudiado costura en París…
¡Pinta bien! Pero, por el momento, «The Oscar goes to…»
