Cuando hablamos de la maison de Christian Dior, es inevitable pensar en el New Look, la nueva y fresca cara de la moda tras el final de la Segunda Guerra Mundial. En la última jornada, Dior, que comenzó por enamorando a las mujeres, también ofrece su savoir faire a los hombres, pero nunca antes un creativo se había acercado tanto a la verdadera esencia de la casa de la forma en que Kim Jones lo hizo. Una extraordinaria oda a la historia de la maison y al mismo couturier que no dejó nada a la imaginación.

Quizá lo más vistoso fueron los accesorios que incluían una pequeña muestra de la emblemática saddle bagintroducida por John Galliano a finales de la década de los noventa. Vista sobrepuesta en backpacks como un compartimento, en clutches con la parte superior adoptando la silueta del ícono e incluso como monederos atados a los belt loops.

Y como el sello de la casa ahora con Maria Grazia Chiuri se ha vuelto el monograma que el mismo Galliano creó para competir en el mercado de lujo y tener una identidad, Jones lo ocupo con la técnica devoré para las T-shirts transparentes que fueron combinadas con abrigos y bomber jackets. Sin ser suficiente, Jones también transportó este emblema a los sneakers en diferentes presentaciones.

Tal y como lo declara Tim Blanks en su crónica, esta colección demostró que Dior era el sueño del creativo inglés-danés. Impregnando cada prenda con su esencia, esta colección sin duda marca una nueva era, no solo en la maison, sino también en la moda masculina. Además, Kim Jones demostró que para liderar una casa como Dior, es necesario saber soñar. Sin esto, el rediseño de la representativa abeja no podía ser posible, mucho menos el avatar en medio de la pasarela hecho con rosas —quizá inspirado en las esculturas florales que reciben a los invitados de la gala del Met al entrar al museo—.

Nunca antes un hombre y una mujer habían estado tan cerca como en Dior.

Fotos: Getty Images y Mondadori Photo