Cuando hablamos de trabajos que se pueden realizar en una revista de moda, si te dejasen escoger uno, ¿por cual te decantarías? ¿Verdad que jefa de maquetación o chica del almacén no estaría entre tus prioridades?

Al menos desde fuera, cuando se sueña con trabajar en una redacción se quiere ser, ser posible, la directora de moda o, en su defecto, la estilista. No nos engañemos: son dos de los puestos más molones y a los que toda amante del fashioneo en general y los trapitos en particular aspiraría sin pestañear. Pero, queridas, para ello hay que estar dotada de unas cualidades innatas y si no, no hay más tutía que trabajarlas.

«¡¿Cómo?!», te preguntarás. Pues apunta, aquí los 20 requisitos para ser la próxima estilista del momento:

© Antonin Giudicci
© Antonin Giudicci

1. EDUCAR EL GUSTO
Como quien se educa en limar las uñas de la manera más idónea. Sin buen gusto, o tu propio gusto, imposible acceder a la élite del estilismo. Esto es algo así como la Ley de la gravedad universal aplicada al mundo de la moda.

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2. SER UNA ERUDITA EN HISTORIA DE LA MODA
‘Historia de la Moda Universal. Pasado, Presente y Futuro’ podría ser una bonita asignatura obligatoria para todo aquel que desee trabajar en el sector, sobre todo si quieres mantener activas conversaciones con los que serán tus compañeros de trabajo, no sea que comiencen a departir sobre el nuevo director creativo de Moschino, la reciente salida de la CEO de Burberry o los archivos de Madame Grès, y tú, indefensa, no tengas nada que aportar, o lo que es peor, que metas la pata haciendo que todo el mundo te conozca por aquella frase que decía: «La diseñadora de baño Dolores Promesas» cuando se refería a Dolores Cortés, o Alonso Martínez, para hablar de Adolfo Dominguez.

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3. TARIFA PLANA EN EL MÓVIL
Entre llamadas (a showrooms, fotógrafos, agencias de modelos, maquilladores…), mails (a los mismos de antes S-I-E-M-P-R-E para dejar constancia de las conversaciones), navegación (para visitar los sites de las distintas marcas y su zona de acceso privado para prensa, webs de desfiles y todo espacio que hable sobre ti y/o tu medio) y redes sociales (luego hablaremos sobre estas)… y estando tanto en la redacción como en la calle, en los despachos de comunicación o en un desfile, aeropuerto o plató de fotografía (tres habitats muy comunes para la estilista) se necesitarán los suficientes megas para no quedarse incomunicado.

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4. VESTIR BIEN
Obligatoriamente. Si una estilista viste mal, hará malos estilismos. Eso se estudia en primero de Fashioneo y lo saben hasta los de párvulos. Comienza proyectando tu propia imagen como una estilista-estilosa, y luego pasa a utilizar tus dotes para estilosear a modelos, celebrities y firmas que necesitan de unos buenos looks para mejorar su producto.

Solo está permitido vestir mal (o un tanto más desastre) los días destinados a estar en almacén, los días de shooting en localizaciones extremas o durante el momento de viaje con 13 horas de vuelo por delante (y tú solo con una maleta de mano).

Esos días.
Esos días.

5. HACER UN CURSO DE EMPAQUETAR MALETAS
Madre mía. Si suspendes esta asignatura estás perdida, bueno, a no ser que tengas una asistente que sí sabe sacar provecho a cada centímetro cúbico de la capacidad de almacenaje que posee una maleta/bolsa/caja y encima no sobrepasar los 20 kg permitidos en caso de que estas tengas que volar. Hacer maletas si quieres ser estilista ha de convertirse en un don.

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6. TENER LOS BRAZOS DE HULK HOGAN
Porque luego esas maletas hay que moverlas. Del showroom al almacén, del almacén al taxi, del taxi al estudio/localización/aeropuerto, descargarlas, desmontarlas, utilizar el contenido, volverlo a empaquetar, regresar al almacén de la redacción, sacar todo su contenido, organizar las devoluciones… y ojito que no seas estilista freelance, que entonces las devoluciones se suelen hacer una por una y en mano a cada uno de los despachos. Cuando seas una estilista top, podrás utilizar los servicios de una mensajería que te libere de hacer pesas con bolsas que pesan el doble que tú.

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7. HABLAR INGLÉS, O MEJOR…
Francés e italiano. El inglés en nivel nativo, of course. Porque no te puedes poner en contacto con los departamentos de prensa de la firmas más top mundiales y hablarles en inglés indio. Y el francés y el italiano, para camelarte al jefe de prensa de esas marcas tops internacionales, que aunque hablan perfectamente inglés, que les hables en su idioma siempre suma puntos: «Bonjour, Givenchy? Vous pouvez nous envoyer…» y entonces ya puedes pedir el vestido que cerraba el desfile. De nada.

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8. SER EDUCADO
Buenos días, por favor, gracias por aquí, gracias por allá, de nada, encantada… La educación y amabilidad se valoran y mucho aquí y en todas partes. Peticiones, solicitudes y emergencias serán tu pan (integral) de cada día y, si eres amable y tratas correctamente a los showrooms, fotógrafos, agencias de modelos… no habrá quien te diga «no», a no ser que esté más que justificado.

9. NO TENER MIEDO A VOLAR
Los vuelos son necesarios para acudir a las fashion weeks que cada seis meses se celebran en Nueva York, Londres, Milán y París, además, asistir a todos los viajes de prensa ofrecidos por la firmas, y por supuesto, los desplazamientos para llevar a cabo las sesiones de fotos en enclaves tropicales de ensueño en pleno mes de febrero para los especiales de baño mientras al resto de mortales nos acompañan las nieves, o a localizaciones alpinas durante el mes de julio para los temas de invierno mientras en la ciudad disfrutamos de una temperatura de 40ºC.

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10. HABER APRENDIDO A PLANCHAR
Tu abuela te lo dijo mil veces, una mujer de bien ha de saber planchar. Pues una estilista de bien no solo debe saber planchar, sino que encima tendrá que hacerlo sobre las prendas más exquisitas de las pasarelas. Ojito con quemarlas. No os hacéis una idea de cómo llegan las prendas tras horas de viaje vía mensajería. Así que estudiaos la canción de «así planchaba, así, así» como motivación, porque vais a tener que darle a la plancha tantas horas como si trabajases en la tintorería del barrio.

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11. PADECER INSOMNIO (aunque sea a marchas forzadas)
Para convertirlo en productividad. Noches que no acaban montando looks, madrugadas antes de que salga el sol para ponerse en marcha de camino a la localización, fiestas durante las fashion weeks… Dormir poco es útil en el sector.

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12. SER IRREVERENTE
Rompedora, iconoclasta, descarada… todos ellos adjetivos aplicados al momento de componer un estilismo. Ser capaz de dar una vuelta de tuerca a las tendencias, a las prendas y looks propuestos por las firmas o a la temática escogida por el diseñador o la jefa de departamento. Todo es aceptable con tal de marcar un hito en el estilismo del calibre de cuando se mezclaron prendas de alta costura con unos jeans desgastados.

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13. PERO TAMBIÉN TENER EL DON DE LA PRUDENCIA
Prudencia para morderse la lengua sobre todo ante las marcas, y más todavía si son anunciantes, para no ponerte a escupir sapos y culebras acerca de lo feo que es su producto. Tú, de momento, di que es ideal (una palabra muy recurrente tanto si es para lo bueno como para lo malo) y cuando compongas el estilismo ya veremos dónde integras semejante esperpento.

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14. UNA BUENA AGENDA DE CONTACTOS
Los contactos, para que voy a mentir, son muy importantes en el sector. Lo primero, para poder acceder vía fast pass a las redacciones, aunque sea como becaria en tercer grado (es decir, sólo tendrás permiso para desempacar prendas y colgarlas en una percha y el resto del tiempo te tocará ir a por cafés, siempre sin azúcar) y, si no, a estudiar un máster de esos que prometen prácticas en afamadas cabeceras.

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Lo segundo, para tener contacto con fotógrafos, maquilladores y agencias de modelos dispuestas a trabajar para conseguir los mejores resultados. No cuentan como tal, ni tu primo el que hace las fotos de la cena de Navidad, la vecina que tan bien se maquilla, ni la hija de unos amigos aspirante a mona de la clase.

Y lo tercero, para conseguir lo más de lo más en prendas traídas en exclusiva para tus producciones o clientes. Vamos, que cuando llames a las oficinas de Elie Saab no tengas que pasarte dos horas explicando quien eres y qué haces, sino que te envíen sin pestañear el vestidazo que lució la actriz de turno en su última alfombra roja.

15. SABER POSAR
Como si de la modelo protagonista se tratase para orientar a las modelos más inexpertas o porque quieres conseguir un gesto, postura, caída determinada de la ropa que solo tu ojo entrenado ve, pero también porque con el estallido del street style a la salida de los desfiles te va a tocar enfrentarte a una ráfaga de clic-clics tratando de pillar todos tus looks durante las semanas de la moda. Así que vete entrenando posturitas frente al espejo.

16. SER UN POCO SHOPAHOLIC
Para hacer honor correctamente al punto 4 y al 15, y porque ser estilista tiene una ventaja que pocas cuentan: estar invitada a las ventas especiales de las mejores firmas de moda. Venta especial viene a significar un descuento de ‘que lo flipas’ y permite acceder a esas prendas que antes utilizaste en sesiones de fotografía sobre una modelo.

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© Antonin Giudicci

17. PERTENECER AL GRUPO DE LAS PERSONAS «APAÑÁS»
Porque la improvisación es algo que viene tan vinculada a la profesión como el hecho de hacer maletas (punto 5). Ropa que no llega y que hay que sustituir por otras prendas en el último minuto, vestidos que no le cierran a la protagonista de las fotos y tú tienes que crear una especie de tiras para anudarlo como buenamente puedas, cremalleras rotas que hay que coser a lo bonzo para que el vestido de la clienta no se abra en pleno photocall, llamar (para esto también sirve la agenda de contactos) pidiendo que te fabriquen de la noche a la mañana unos pantalones pirata, acampanados, con flecos dorados en los bolsillos porque lo que tienes en mente no lo encuentras en ningún showroom… y así todo el tiempo.

18. ESTAR EN LAS REDES SOCIALES
¡Quién no quiere estar en las redes sociales! Son el mejor instrumento para mostrar tu trabajo, publicitar tu estilo, aumentar la agenda de contactos y por supuesto, agradecer a las marcas el asiento en front row, esos maravillosos viajes para algunas presentaciones de prensa o los regalos que envían, generalmente en forma de un bonito ramo de flores y alguna golosina (llámalo bolso) de la firma. Y de ese modo dejar bien claro al resto del personal quién son y dónde se sitúan en el ranking laboral.

© Antonin Giudicci
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19. DOMINAR LOS STILETTOS
No es obligatorio, pero ¿a cuantas estilistas has visto caminar en zapatillas? Yo ahora veo a muchas pero porque es tendencia, bueno, y los días que van de recolecta por los showrooms, también. Pero el zapato característico de la estilista que no falta en su bolso o maleta, es un salón de tacón exagerado para acudir a reuniones y eventos, demostrando que no solo saben cómo combinarlos sino que los dominan a la perfección.

20. Y SOBRE TODO, NO QUERER EMULAR A LAS GRANDES
Tener tu estilo propio a la hora de crear estilismos será lo único que te diferenciará de todas las demás. Además, ¿no querrás morir de la vergüenza cuando muestres tu portfolio a una estilista top y vea que has copiado sus looks, no?