«¡J*der Bridget, qué bragas más grandes llevas!»: con esta frase daba comienzo la aventura de Bridget Jones y Daniel Cleaver en una de las escenas cinematográficas más recordadas por toda una generación de mujeres. Lo que no imaginaban aquellas mujeres era que esta película popularizaría la braga-faja, que desde entonces se fue abriendo camino en nuestro armario y nuestras mentes (hasta hoy, cuando reconocemos sin tapujos recurrir a ella en más de una ocasión).

Todas hemos sido Bridget en algún momento de nuestras vidas.
Todas hemos sido Bridget en algún momento de nuestras vidas.

Ahora que la desastrosa reportera británica vuelve a los cines (el próximo 16 de septiembre se estrena Bridget Jones Baby) tenemos la última razón de peso, pero no la única, para afirmar que las bragas grandes (aka braga-faja o braga-abuela) son y serán la prenda imprescindible en cualquier cajón de ropa interior.

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Las propuestas para esta temporada de Oysho (9,99€); La Perla no, nosotras tampoco imaginamos a la abuela con ellas (396€); Intimissimi (19,90€); y Victoria’s Secret (27,59€).

Ya lo adelantábamos hace unos meses: las braguitas están aumentando su demanda en detrimento del tanga, que ha perdido su trono. La minúscula tira está dejando paso a esas bragas cómodas, de grandes dimensiones y, ahora también, atractivas.

Pero el cóctel tiene más ingredientes: a los datos de ventas del sector le sumamos el regreso de Bridget (la mujer que fue capaz de poner la faja sobre la mesa) y un artículo en la versión americana de Vogue que aboga por el regreso del modelo. Y, si la sentencia de ‘la biblia de la moda’ no fuera suficiente, el hito se solapaba con el viral lanzamiento de la campaña de Lonely: con Lena Dunham y Jemima Kirke como representantes de las millennials que buscan prendas funcionales pero sensuales y referentes más allá de la talla 0.

© Lonely Lingerie.
© Lonely Lingerie

Eso sí, esta temporada olvídate del concepto braga-faja en tonos nude el antimorbo materializado ideada únicamente para reducir vientre y estilizar la figura; eso es cosa del pasado. El modelo se ha reinventado y ahora tiene un toque más sofisticado gracias a los diferentes cortes, colores, encajes y bordados que podemos encontrar en el mercado, hasta tal punto que desde hace varias temporadas la braga ancha y alta, tipo culote, es el accesorio imprescindible para coronar looks de alfombra roja y pasarela en los que las transparencias son las protagonistas.

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© Mondadori Photo

Pero como en Grazia siempre queremos saber más (y que las listas nos encantan, para qué nos vamos a engañar), hemos recopilado las enseñanzas de la bordadora  Yolanda Andrés, con la que nos reunimos en un taller en Madrid para celebrar el estreno de Bridget Jones Baby. A continuación algunos detalles de la braga, esa prenda que llevamos todos los días, pero que hasta ahora desconocíamos:

La campaña de Lonely quiere romper con el estereotipo de belleza que nos imponen a diario. © Lonely
La campaña de Lonely quiere romper con el estereotipo de belleza que nos imponen a diario. © Lonely

1. Los primeros en usarlas fueron los hombres.

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Interesante…

2. Surgieron como evolución natural del taparrabos.

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¿Habemus nuevo icono de moda?

3. Las primeras eran de piel.

Hemos puesto la misma cara Britney.
Sí, hemos puesto la misma cara Britney al enterarnos.

4. Los romanos empezaron a usarlas cuando conquistaron Galia y vieron que sus habitantes empleaban unos pantalones ajustados que les protegía. Y como hacían con todo, se adjudicaron su uso.

Asterix ganaba a los romanos porque tenía la poción mágica... y las bragas.
Asterix ganaba a los romanos porque tenía la poción mágica… y las bragas.

5. Al caer Roma, las mujeres dejaron de usar ropa interior.

¡Sorpresa!
¡Sorpresa!

6. Hasta el siglo XIX no se volvieron a utilizar bragas; las mujeres llevaban debajo del vestido un camisón/bata larga hasta los pies. Esa era su única ‘ropa interior’.

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Como este que le ponían a la Maria Antonieta en el film de Sofia Coppola.

7. Llegaron a existir bragas de lana para proteger del frío invierno las partes íntimas.

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Y el frío no va a impedírmelo.

8. A partir del siglo XIX las mujeres empiezan a llevar una especie de pololos, como los de los hombres. Las primeras en usarlos fueron las prostitutas y bailarinas y no lo hicieron por gusto, si no porque se les impuso como medida política.

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Si no, ¿cómo iban a hacer este paso?

9. A partir de ese momento cada vez más mujeres empiezan a adoptar la prenda, que se hace imprescindible en los años 20, cuando se recortan las faldas.

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Para poder bailar así, claro.

10. Pero seguía siendo una especie de culote (más parecida a la braga-faja de Bridget que a lo que hoy entendemos por braguitas. No es hasta 1970 cuando empiezan a hacerse más pequeñas… hasta los noventa, cuando se populariza el tanga.

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Sí, hija sí.