Que levante la mano aquella persona que no adore con todo su corazón la pizza. Seguro que no conoces a nadie que lo pueda hacer porque lo cierto es que esta comida inventada en el siglo XVII por los napolitanos es adorada por todos.

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Ahora, el artista Steph Martins ha decidido dar un paso más allá y ha convertido los trozos hechos por su padre en la pizzería familiar Pizza By Alex en Biddeford, Estados Unidos, en una obra de arte. De esa manera, Martins se asegura de que cada pieza artística sea real y única.

 

 

Cada trozo está sumergido en acrílico, por lo que muchas veces no se sabe cómo va a evolucionar. “Cuando incrustas materia orgánica en un plástico, a menudo reacciona de manera impredecible. Eso es parte de por qué se me tardé tanto en perfeccionar esto. Quería darle a este prototipo dos años para ver si cambiaba o cómo cambiaba”, explicó su creador.

Afortunadamente, no cambió y surgió el arte…

Para llegar a las piezas que hoy se venden a poco más de 200 euros la pieza, Martins probó cosas muy locas porque no quería hacer una pizza falsa. “Hice muchas pruebas extrañas. Hice mi propio queso sin grasa con agentes blanqueadores, e incluso teñí la salsa y pinté la superficie para intentar que pareciera más ‘apetitosa’. Nada de eso funcionó. De hecho, cuanto más intenté enmascarar los efectos, peor se veía”.

Además, el artista no quería entregar algo falso porque se perdería la autenticidad de la historia que hay detrás de este platillo italiano. De esta manera, los amantes de la pizza podrán tener en sus casas una pizza real preservada para la eternidad.

¡Que aproveche chicas!

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Fotos: Cortesía